“Ni como cardenal ni como presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (Jorge) Bergoglio hizo ningún tipo de denuncia sobre los casos de abuso sexual cometidos por sacerdotes ni recibió a las víctimas, que hay muchas en el país, ni les ofreció una reparación o indemnización por el daño sufrido”, advirtió a Página/12 el sociólogo Fortunato Mallimaci, investigador del Conicet y profesor del seminario Sociedad y Religión en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, para mostrar que lo que ahora pregona desde el Vaticano –el reciente pedido de perdón por los delitos perpetrados por curas pedófilos en todo el mundo y por el ocultamiento y protección de los acusados frente las denuncias– nunca lo aplicó cuando era arzobispo de Buenos Aires.
“El caso del cura (Julio César) Grassi –con condena de la Suprema Corte bonaerense– es el más conocido, pero hubo muchos otros, y nunca Bergoglio se pronunció o tomó medidas para sancionarlos. Siempre priorizó preservar la imagen de la institución antes que denunciarlos. Del mismo modo que ocurrió con (Christian) von Wernich, condenado a reclusión perpetua por delitos de lesa humanidad, que sigue ejerciendo en la cárcel su ministerio sacerdotal”, apuntó Mallimaci.
En un artículo publicado el 11 de mayo en Página/12, Horacio Verbitsky recordó que Bergoglio protegió “en forma persistente” a Grassi. Al punto que “encargó un análisis crítico del fallo –que lo condenó– al jurista Marcelo Sancinetti, dos tomos de mil páginas que sólo circularon en una edición privada con la que el Episcopado presionó a los jueces que debían entender en las apelaciones. Sancinetti llega a comparar la condena a Grassi con los procesos por brujería de la Edad Media, lo cual es imaginable que haya provocado sonrisas incómodas entre los comitentes de la obra”, informó Verbitsky.
Pero en el Vaticano, Bergoglio sorprendió el 7 de julio, cuando durante la homilía de la misa que presidió en su residencia, a la que asistieron seis víctimas de abusos clericales, les pidió perdón en nombre de la Iglesia. Y reconoció que los miembros de la curia “no han respondido adecuadamente” a las denuncias contra curas pedófilos. “Desde hace tiempo siento en el corazón un profundo dolor, sufrimiento, tanto tiempo oculto, tanto tiempo disimulado con una complicidad que no tiene explicación. Hasta que alguien sintió que Jesús miraba, y otros lo mismo, y se animaron a sostener esa mirada. Y esos pocos que comenzaron a llorar, nos contagiaron la conciencia de este crimen y grave pecado”, afirmó Francisco en el comienzo de su homilía. Luego recibió a las víctimas, tres varones y tres mujeres, provenientes de Inglaterra, Alemania e Irlanda. Sus palabras despertaron indignación en las víctimas de abusos cometidos en la Argentina porque Bergoglio no hizo nada para acompañar sus denuncias. En algunos casos se negó a recibir a familiares que querían ponerlo al tanto de los hechos (ver aparte).
Mallimaci recordó que el papa Ratzinger fue el primero que tomó el tema de los curas pedófilos, después de que saliera a la luz la política de protección y silenciamiento que imperó durante el papado de Juan Pablo II, y que consistió en cambiar a los sacerdotes denunciados de diócesis, sin aplicarles sanciones, ni colaborar con la Justicia para que fueran castigados penalmente. Esa fue históricamente la política que también imperó en la Iglesia Católica en la Argentina. “Frente a la catarata de juicios que hubo en Estados Unidos e Irlanda, Benedicto XVI dictó una norma por la cual la Iglesia Católica, ante un caso de un cura pedófilo, debía escuchar a los denunciantes, separar de su función al acusado y presentarse a la Justicia. Ratzinger pidió a los episcopados de cada país que regularan esa norma global de acuerdo con las leyes penales locales. Fue muy jugado lo que hizo Ratzinger. Muchas conferencias episcopales europeas lo hicieron, pero casi ninguna latinoamericana. La Argentina no fue la excepción. Acá no se aplicaron sanciones. En América latina, las redes de pederastas tocan a sectores muy pudientes de la sociedad”, señaló Mallimaci. Bergoglio estuvo al frente de la Conferencia Episcopal Argentina durante dos períodos consecutivos, entre 2005 y 2011.
–¿Qué opina del pedido de perdón que hizo Bergoglio hace pocos días a las víctimas de abusos sexuales perpetrados por religiosos?–le preguntó este diario.
–Bienvenido sea. Bergoglio fue elegido Papa tras la renuncia de su antecesor y en el marco de una crisis de credibilidad de la institución. No tenía alternativa que poner en su agenda los escándalos financieros y los curas pederastas. Es una cuestión de subsistencia de la propia institución. Francisco se está haciendo eco del reclamo de los cardenales que lo votaron.
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