El jueves 11 de abril, Romina Aramayo fue encontrada muerta en las afueras de San Salvador de Jujuy, a un costado del camino que conduce al dique derivador de Los Molinos. Su familia la buscaba hacía cinco días. El cuerpo se encontraba ya en estado de descomposición, por lo que la autopsia no pudo precisar si ciertas heridas correspondían a una violación, pero sí determinó que la mujer, de 25 años, murió por politraumatismos en todo el cuerpo y traumatismo encéfalocraneano. “El forense dijo que al menos dos personas le pegaron patadas contundentes en las piernas y los pies y otras cosas feas, horrendas. Si usted viera en el expediente lo que hicieron con mi hija. Golpes en la cabeza le dieron; el forense dijo que tuvo que ser un tipo alto, alguien que sabe pegar. La atacaron dos personas por lo menos. Y se ve que la intención era tirar el cuerpo al canal del dique y que cayera ahí para que no lo encontraran nunca más. Habrá pasado algo cuando fueron a tirarlo y lo dejaron ahí, donde apareció”, dijo Juan Víctor Aramayo, padre de la joven, a este diario. Por la violencia con que fue asesinada Romina, la causa está caratulada como “homicidio calificado agravado por violencia de género”. Recayó en la Fiscalía de Investigación Nº 3, a cargo de Carlos Farfan. Todavía no hay imputados ni sospechosos y, aunque las pistas vincularían el femicidio con el cabaret Wolf Night Club, estratégicamente ubicado frente al Instituto Penitenciario Federal de Alto Comedero, el dueño del local no ha sido llamado a declarar. Por todo eso, la familia de Aramayo convocó a una manifestación para hoy a las 10.30 de la mañana ante la fiscalía.
La brigada de investigación tomó declaraciones testimoniales a amigos, conocidos, familiares y posibles testigos, explicó el abogado Alejandro Gurrieri, querellante en la causa junto con María Eugenia Di Pietro. Sin embargo, faltan pruebas, y algunas nunca se conseguirán, porque el registro de video de las cámaras de seguridad que pudieron haber captado con quién se encontró Romina antes de desaparecer y ser asesinada no existe. “Las cámaras no funcionan. No hay nada registrado”, dijo Gurrieri.
Romina era oriunda de Libertador General San Martín, distante 100 kilómetros de la capital provincial, en donde se había radicado un tiempo. Instalada en San Salvador, se prostituía en el cabaret Wolf Night Club. El lugar, que funciona donde hasta 2001 hubo un aeroclub, queda exactamente enfrente de la Unidad Penal Nº 8, el Instituto Penitenciario Federal de Jujuy Nuestra Señora del Rosario del Río Blanco y Papaya, que alberga internos que violaron la ley de transporte o tráfico de drogas y sustancias prohibidas. En San Salvador, el lugar es tan conocido que una de sus reaperturas tras reformas, a fines de 2012, fue publicitada por la prensa local. Trascendió menos que su propietario, Roberto Gabriel Fontanet, está imputado en una causa por trata de personas que refiere episodios sucedidos en Wolf y en otro boliche de su propiedad, Libra Show.
A fines de 2013, Romina había anunciado a su familia que dejaría de prostituirse y regresó a Libertador General San Martín, para instalarse con su pareja y su hija de 8 años. “Vivían una vida normal como pareja, yo la estaba ayudando económicamente lo más que puedo”, contó su padre, Juan Víctor. Romina parecía haber cortado toda relación con la vida que llevaba en San Salvador de Jujuy, pero una semana antes “recibía llamados que la ponían nerviosa, ella decía que eran de un ex novio, hasta que un día dijo que tenía que ir a San Salvador a cobrar una plata que le debían”, dice Aramayo. El viernes 4 de abril, Romina viajó a la capital provincial junto con una amiga, Yesica Pantoja, a quien conocía de la whiskería.
Pasaron la noche en Wolf. A las 6 y media de la mañana, fueron al hotel Ranys. A las 10 de la mañana, alguien llamó al teléfono de Romina desde otro hotel de la ciudad, el Palace, y la citó. “Ella dice ‘me voy a cobrar la plata del arquitecto y vengo’, y no se la vio más. Eso nos dijo Yesica, aunque también cambió versiones”, explicó Aramayo. Durante cinco días no se supo nada de la mujer. El sábado su familia agotó los teléfonos de amigos y conocidos con quienes ella podría estar; el domingo llamaron a hospitales y radicaron la denuncia.
“De tanto buscar y difundir por los medios, recibimos el jueves la noticia de que la encontraron. A mí no me avisaron, porque tengo un trasplante de corazón. Mi señora me dijo que parecía que había novedades, que ellos iban, pero ella ya sabía. Fueron a identificar el cuerpo.” Romina estaba desfigurada por los golpes y la descomposición, pero la reconocieron enseguida, por un tatuaje que tenía en la espalda y decía “el verdadero amor perdona”. El cuerpo había aparecido cerca de un dique; estaba tapado por los yuyos, pero los empleados lo descubrieron por el olor que emanaba de esa zona. Es imposible llegar hasta el lugar donde fue arrojado sin ser visto.
Aramayo descree de la versión que dio Yesica. “Creemos que Romina quiso extorsionar a alguien de Wolf porque algo vio, algo sabía y dijo dame 15 mil pesos. Ese lugar fue clausurado en 2011 y hay una persona procesada. Y hace dos años, ahí murió una chica, ahí adentro, dijeron que se golpeó la cabeza. Vino la familia de Orán, se la llevó, nunca más se supo. Pasan cosas raras ahí. Nosotros creemos que alguien la llamó para que saliera del hotel, la llevó con la excusa de que le iban a pagar y la mataron.” Agrega: “Si usted viera el expediente, lo que le hicieron a mi hija”.
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