La delincuencia ocupa un lugar preponderante tanto en los medios de comunicaci贸n como en las demandas de los habitantes de la regi贸n latinoamericana. El incremento de las tasas de delito ha sido exponencial en los 煤ltimos a帽os, a la par del aumento en la violencia de los hechos. La tasa de homicidios en Am茅rica latina y el Caribe ha aumentado de 12,5 a 25,1 cada cien mil habitantes desde 1980. Frente a la creciente demanda, los gobiernos parecen no dar con ninguna soluci贸n certera a este problema, centr谩ndose en el principio de ver al delito como algo desagregado de la sociedad, o creyendo que simplemente el crecimiento econ贸mico es suficiente.
En nuestra regi贸n, seg煤n estudios del Banco Mundial, el decil m谩s rico se queda con el 48 por ciento de los ingresos a la par que el decil m谩s pobre percibe s贸lo el 1,6 por ciento. La relaci贸n entre desigualdad y delincuencia se comprueba cuando se observa que los pa铆ses con menos tasa de criminalidad son justamente aquellos que cuentan con pol铆ticas sociales universales, como en el caso del norte de Europa. Bernardo Kliksberg, en la revista Nueva Sociedad, destaca que 鈥渓a combinaci贸n de j贸venes excluidos, con dificultades para incorporarse a la vida laboral, baja educaci贸n y familias desarticuladas crea un inmenso universo vulnerable que constituye un mercado cautivo para las bandas criminales鈥. Resulta evidente que cuando la crisis es menos una excepci贸n que una forma de vida, cuando el contexto margina y maltrata a los excluidos, cuando los medios de comunicaci贸n presentan estereotipos de desarrollo social basados en la frivolidad y el exitismo, que parecen estar condicionados a la pertenencia a una determinada clase o raza que representa a las minor铆as, el futuro se vuelve ciertamente borroso en t茅rminos de igualaci贸n.
Las pol铆ticas de mano dura, que suelen ser las que el p煤blico en general y los familiares de las v铆ctimas en particular reclaman, han demostrado una ineficacia rotunda en todos los pa铆ses en los que se han aplicado, debido a que se centran en la represi贸n indiscriminada a los excluidos, ya que se los supone m谩s propensos a convertirse en delincuentes, y de este modo, generan una segregaci贸n social que profundiza su sensaci贸n de falta de posibilidades de progreso. Esto va aparejado en Latinoam茅rica a una notoria discriminaci贸n racial que se refleja en que negros e ind铆genas sean los principales blancos de la persecuci贸n policial. En este punto, el Banco Mundial afirma que la configuraci贸n de las instituciones latinoamericanas est谩 a煤n atravesada por principios que subsisten desde la colonia, tendientes a favorecer a las elites. Sin embargo, no enfatiza el hecho de que las pol铆ticas sociales y educativas focalizadas que ellos recomiendan no han resuelto el problema hasta ahora, sino que m谩s bien lo han agudizado, ya que en muchos casos refuerzan la brecha social que pretenden zanjar.
En numerosos pa铆ses de la regi贸n, la ausencia del Estado y el consecuente desamparo social de vastos sectores han sido resueltos a trav茅s de la emergencia de bandas de narcos o de grandes pandillas que dan a muchos j贸venes contenci贸n y una viable salida laborar o al menos una idea de pertenencia y de proyecto de vida. En este contexto, han aparecido en los 煤ltimos a帽os una variedad de est茅ticas y de modos de representaci贸n de los excluidos que tambi茅n son objeto de discriminaci贸n de parte de las fuerzas policiales y de los medios de comunicaci贸n, reforzando una vez m谩s la desigualdad y la falta de perspectivas.
Entender al delito en t茅rminos de seguridad/inseguridad resulta grotesco en un continente que produce alimentos y no garantiza la menor seguridad alimentaria a sus ciudadanos. Es indispensable comenzar a gestar pol铆ticas sociales y educativas que incluyan y valoren la riqueza de la diversidad cultural y racial con la que se cuenta, ya que el 煤nico modo de resolver verdaderamente la desigualdad es fomentar la integraci贸n, y esto no puede hacerse sino dialogando en un plano de igualdad en t茅rminos de la ponderaci贸n social de los actores en juego. La disminuci贸n del delito se dar谩 en la medida en que esta desigualdad se resuelva, pero a diferencia de los pa铆ses n贸rdicos, aqu铆 estamos obligados a desarticular previamente ciertos principios coloniales y a repensar de qu茅 est谩 compuesto nuestro universo.
* Polit贸logo.
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