China para muchos es un pa铆s enigm谩tico, con un desarrollo econ贸mico fant谩stico: es el que m谩s crece en el mundo y el mayor receptor de inversiones extranjeras directas. A la vez, es un desarrollo dif铆cil de explicar desde la teor铆a econ贸mica ortodoxa, ya que se trata de un pa铆s caracterizado como 鈥渃omunista鈥: no precisamente por los l铆mites a las libertades pol铆ticas otorgadas a sus ciudadanos, sino por las fuertes regulaciones impuestas al sector privado y la amplitud de la propiedad p煤blica y comunitaria. La aceptaci贸n de China en la Organizaci贸n Mundial del Comercio, organismo multilateral que no suele acoger a pa铆ses que no siguen determinadas normas, se realiz贸 reci茅n en el a帽o 2001 y su aceptaci贸n se realiz贸 bajo el r贸tulo de pa铆s 鈥渟in econom铆a de mercado鈥 (sic).
Durante los a帽os noventa, los productos chinos fueron llegando a las g贸ndolas de las clases populares argentinas a trav茅s de los negocios conocidos como 鈥渢odos por 2 pesos鈥, para luego generalizarse. De esa manera, se asoci贸 el creciente desempleo de esa 茅poca con la llegada de productos chinos a precios rid铆culos, ayudados por la apertura comercial con tipo de cambio bajo. Como contrapartida, Argentina empez贸 a exportar hacia China granos y derivados oleaginosos por valores crecientes. Sin embargo, poniendo en perspectiva dichos intercambios comerciales, las importaciones desde China s贸lo representaron 12 por ciento del total importado por Argentina en 2008 y 2009, y s贸lo 9 por ciento de las exportaciones totales en 2008 (6 por ciento en 2009).
La balanza comercial con China fue positiva entre 2001 y 2008, a帽o en el cual volvi贸 a ser negativa. Desde entonces, numerosos empresarios y trabajadores industriales mostraron su preocupaci贸n por las crecientes importaciones, y pidieron una actitud activa del gobierno para frenar la 鈥渁valancha鈥 china. En el marco (liberal) que le impone la OMC, Argentina defendi贸 su producci贸n nacional, aumentando los casos de antidumping y, ya en el contexto de la crisis internacional de fines de 2008, imponiendo licencias no autom谩ticas y realizando una leve devaluaci贸n de 3,15 a 3,80 pesos.
La tensi贸n comercial de este mes fue motivada por las medidas impuestas por Argentina contra las importaciones de origen chino realizadas en condici贸n de dumping. Aunque en t茅rminos de las exportaciones totales de China es insignificante, dichas importaciones alcanzan 5 por ciento del total que realiza nuestro pa铆s desde China, y dicha protecci贸n redunda en mayor empleo. La retaliaci贸n anunciada parece ser tambi茅n significativa: el cierre a las exportaciones de aceite de soja tendr铆a un impacto importante dado que representan la mitad del total realizadas en 2009 hacia China. No es la primera vez que ese pa铆s arremete contra las medidas antidumping
Este conflicto nos tiene que hacer reflexionar sobre el modo de desarrollo argentino, en particular su inserci贸n comercial internacional, y sus perspectivas a mediano plazo. La interdependencia y complementaci贸n de las econom铆as de China y Argentina, que favorecieron la salida de la crisis neoliberal, pareciera ahora volverse como un boomerang: el perfil exportador primario se fue acentuando con el aumento de los precios y de la demanda china de alimentos. Esto, adem谩s de crear problemas como el peligro del monocultivo, del desmonte y el desarraigo de miles de agricultores familiares cre贸 poderosos actores sociales que hoy no dudar铆an en trocar la protecci贸n a la industria nacional con tal de conservar sus negocios.
Aunque el gobierno chino no esconde su pedido bajo un manto de teor铆a liberal, se trata de lo mismo: el control sobre los precios y el poder de negociaci贸n alerta ante la posibilidad de volver a una suerte de 鈥渋mperialismo comercial鈥, donde el intercambio desigual podr铆a atentar contra el actual modelo de desarrollo con inclusi贸n social
* Economista Centro Cultural de la Cooperaci贸n.
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