La reestructuraci贸n de la deuda externa argentina en 2005 y 2010 es relatada como un canje que implic贸 una cuantiosa quita. Este ha sido el discurso gubernamental. Pero tambi茅n fue y es el de la 鈥渃omunidad financiera internacional鈥, nombre que se da a s铆 mismo el bloque de intereses formado por los grandes bancos, los fondos de inversi贸n, las agencias calificadoras, el Fondo Monetario Internacional y entidades afines.
Si para el Gobierno esto fue asumido como una demostraci贸n de capacidad de negociaci贸n, para la 鈥渃omunidad鈥 es una evidencia de que la Argentina es un deudor que no cumple. De all铆 las bajas calificaciones por parte de las agencias, y en consecuencia las elevadas tasas de inter茅s que se pretende cobrar por un nuevo endeudamiento.
驴Es la quita una 鈥渢raici贸n鈥 鈥搊 una estafa鈥 a los acreedores? En la medida en que las tasas de inter茅s cobradas incorporaran una prima de riesgo, no lo ser铆a. Y en el caso argentino, vaya si lo hicieron: operaciones como el blindaje en 2001 implicaron una tasa de 15 por ciento anual, cuando la tasa libre de riesgo del bono del Tesoro de Estados Unidos era algo superior al 5.
Ni estafa ni traici贸n. As铆 lo sostuvo un ex funcionario del FMI: 鈥淐omo ocurre con todos los inversores que toman riesgos, sea donde fuere, cuando las cosas salen particularmente mal, 茅stos (incluyendo los tenedores de bonos y otros garantizados por obligaciones contractuales) asumen sus p茅rdidas鈥 (...). De no haber 鈥揳l menos ocasionalmente鈥 casos como el de la Argentina, los inversores privados podr铆an concluir que virtualmente no hay riesgos al invertir en bonos soberanos de los pa铆ses emergentes鈥 (M. Mussa, Argentina y el FMI, Editorial Planeta).
Como m铆nimo, una quita que elimine el monto atribuible a la sobretasa de inter茅s por riesgo se encuentra justificada. Si la reducci贸n de la deuda fuera calculada de esa forma, un hipot茅tico inversor de los 鈥90 en deuda argentina habr铆a tenido igual rentabilidad que un tenedor de un bono del Tesoro estadounidense. Este incluso puede ser un principio razonable para el caso de defaults de deudas de los Estados.
驴Tuvo esta dimensi贸n la quita que concret贸 la Argentina? M谩s all谩 de lo que puedan indicar las declaraciones de las partes o los n煤meros aparentes, es menester realizar un c谩lculo de alguna complejidad. En el Documento de Trabajo del Cespa N潞 32 (www.blogdelcespa.blogspot.com) se presentan respuestas para esta pregunta. La quita efectiva depende en buena medida de la tasa de inter茅s que se tome como referencia, para descontar los flujos futuros. Puede adoptarse la tasa del Bono del Tesoro de Estados Unidos a m谩s largo plazo, y estimar un valor futuro en funci贸n del promedio hist贸rico observado entre 1989 y 2012 (el valor resultante es en promedio de 4,7 por ciento). Para esa tasa de inter茅s, la quita se encuentra en torno del 21 por ciento. Este valor implica que se ha reconocido en el canje parte de la sobretasa por riesgo. O sea, el inversor en bonos argentinos qued贸 en mejor posici贸n que el tenedor de bonos de Estados Unidos.
En este resultado influyen fuertemente los llamados Cupones PBI: se trata de pagos que se producen solamente si el PBI muestra un crecimiento superior a un valor predeterminado (en el orden de 3 por ciento).
En definitiva, el canje se ha traducido en una quita moderada, bastante inferior a la que resultar铆a de eliminar el impacto de la sobretasa de inter茅s por riesgo. El canje por sobre todas las cosas ha producido un fuerte estiramiento de los plazos. Esto lleva a dos reflexiones. Por un lado, esta constataci贸n tiene importancia en la disputa de Nueva York con los fondos buitre. Es un argumento fuerte y a favor el de sostener que la Argentina ha negociado una quita moderada y que adem谩s ha pagado puntualmente los vencimientos. Por otro lado, constatamos un cuadro parad贸jico. La Argentina es puesta por la 鈥渃omunidad鈥 en el banquillo de los acusados debido al default. Por esta raz贸n se le adjudica un elevado riesgo, y se le pretende cobrar una sustancial tasa de inter茅s por el nuevo endeudamiento (algo en lo que han incurrido ya algunas provincias). Ello, a pesar de que la reestructuraci贸n resultante ha implicado un recorte moderado del monto de la deuda, y la propia deuda tiene una incidencia moderada. La sanci贸n no guarda relaci贸n con la quita. Debe admitirse que los desaguisados con el Indec tienen tambi茅n alg煤n papel en todo esto.
Surge adem谩s una cuesti贸n importante para el mediano-largo plazo. La reestructuraci贸n de la deuda 鈥揳dem谩s de otros compromisos鈥 presupone pagos importantes en a帽os pr贸ximos. Ello ocurrir谩 a partir de 2015. La pr谩ctica usual en estos casos es que los vencimientos abultados sean refinanciados, a fin de diluir su impacto. Pero esto de ninguna manera deber谩 ser concretado a las tasas de inter茅s que la 鈥渃omunidad鈥 pretende cobrar hoy. Porque una tasa de inter茅s elevada no s贸lo es costosa, supone una se帽al en el sentido del default: cuando un tomador de cr茅dito acepta una tasa de inter茅s elevada, el acreedor entiende que la quiebra es una posibilidad cierta. Y la experiencia de 2000-2001 muestra palmariamente que es preferible ir a una reestructuraci贸n antes que continuar refinanciando a tasas indecentes, porque a la larga o a la corta la reestructuraci贸n llega. Una suerte de profec铆a autocumplida.
No es necesario insistir sobre la escasa racionalidad de los mercados financieros; ah铆 est谩 la crisis desencadenada en 2008, por si hab铆a dudas. Por otro lado, hay sin duda un componente de 鈥渧enganza鈥 o castigo, a fin de disuadir otros defaults soberanos. De manera que estas cosas pueden pasar.
Una nueva reestructuraci贸n es un desenlace poco merecido pero posible, aunque no pr贸ximamente. Pero si bien no es lo m谩s deseable, una reestructuraci贸n no es una tragedia. La Argentina no es un pa铆s pobre ni carece de capacidad de ahorro, y sacrificar crecimiento y bienestar s贸lo para agradar a la 鈥渃omunidad鈥 no es lo que nos conviene
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