Una investigaci贸n en curso del Conicet, conducida por el especialista en econom铆as regionales Alejandro Rofman, a la que accedi贸 Cash, muestra los cambios en la producci贸n de manzanas y peras del Valle del R铆o Negro a partir de la salida de la convertibilidad. A diferencia de los trabajos de investigaci贸n econ贸mica tradicionales, en los que se enfatizan los n煤meros agregados que resultan del proceso productivo, la investigaci贸n de Conicet se concentra en el nuevo escenario de la puja distributiva regional.
Desde el punto de vista funcional, la cadena frut铆cola est谩 integrada por los productores directos o chacareros, los empacadores, quienes poseen las plantas frigor铆ficas, y los agentes comercializadores y exportadores. A ellos se suma la industrializaci贸n de la producci贸n primaria de menor calidad para la elaboraci贸n de jugos y sidras. Desde el punto de vista empresario, esta divisi贸n funcional presenta diversos grados de integraci贸n.
Hay productores independientes que son chacareros puros (alrededor de 3 mil) y otros que han logrado alg煤n grado de integraci贸n por la v铆a de formas asociativas o del mayor volumen de producci贸n. Existen empacadores integrados que tambi茅n trabajan parcialmente con producci贸n propia y que en algunos casos exportan, y por 煤ltimo las grandes firmas comercializadoras y exportadoras, que integran el empaque pero no siempre la producci贸n directa.
El resultado provisorio que presenta la investigaci贸n en curso es que, si bien la econom铆a regional registr贸 un importante crecimiento a partir del cambio de precios relativos, los conflictos al interior de la cadena lejos de resolverse se agudizaron, concentrando los beneficios en el sector empacador y, especialmente, en el exportador. En el otro extremo, los productores independientes m谩s peque帽os continuaron saliendo del circuito.
En el punto de partida, el 2002, s贸lo tres empresas controlaban el 52 por ciento de las exportaciones: Expofrut, el 27 por ciento; Patagonian Fruit Trade, 13 y PAI, 12 por ciento. Junto a estas grandes firmas subsist铆an otras algo menores integradas verticalmente, que procesan fruta propia o de terceros, como Tres Ases, Mo帽o Azul, y McDonald, por citar algunas. El conjunto de estas empresas se benefici贸 con precios de exportaci贸n que primero se elevaron casi dos veces frente a costos internos que tambi茅n crecieron, pero en menor magnitud, y luego, tambi茅n desde el 2001, con el aumento en d贸lares de los precios internacionales. Adicionalmente, muchas de ellas licuaron pasivos financieros de la etapa anterior, tanto por la pesificaci贸n como por el pago de sus acreencias con bonos devaluados de la deuda p煤blica.
Estos datos no son nuevos y reproducen lo sucedido en el conjunto de la econom铆a. La pregunta que responde el trabajo conducido por Rofman es por qu茅 estos factores no beneficiaron a toda la cadena frut铆cola. La respuesta es que el sector exportador concentrado cont贸 desde el inicio con algunas ventajas clave: conocimiento y acceso de los mercados externos e interno; capacidad de financiamiento del conjunto del sistema, sea con capital propio o prefinanciamiento de exportaciones, y fijaci贸n de est谩ndares de tama帽o de la fruta, de calidad, sanitarios y de trazabilidad. Estos datos objetivos coexistieron y coexisten con una estructura del 鈥渘egocio frut铆cola鈥 en la que la totalidad del riesgo se transfiere al chacarero. Luego de analizar 955 contratos de venta entre productores y empacadores (correspondientes a la temporada 2003-2004), la investigaci贸n de Conicet encontr贸 que el precio recibido por el productor se determinaba como resultado final del negocio. Es decir, precio de venta menos costos incurridos, liquidaciones que se entregan a los productores como m铆nimo un semestre despu茅s de la cosecha. La figura contractual encontrada en el 85 por ciento de los casos fue 鈥減recio base鈥 o 鈥減recio a determinar鈥. En cuanto al momento del pago, los contratos establec铆an la cl谩usula 鈥渁 liquidar鈥 en el 82 por ciento de los casos, es decir que la fecha quedaba sujeta a la voluntad del empacador y al margen de las necesidades financieras del productor para la cosecha siguiente.
En otras palabras, el empacador conserv贸 una capacidad casi completa para definir cu谩nto y cu谩ndo le paga al chacarero. Mientras tanto, los requisitos sanitarios y de calidad, junto a ganancias insuficientes para reconvertir los montes frutales, siguieron expulsando del circuito, a帽o a a帽o, a los peque帽os productores tradicionales que, bajo estas condiciones no s贸lo no logran obtener sus beneficios potenciales (los que conseguir铆an sin la apropiaci贸n ejercida por el empacador) sino que, en muchos casos, no alcanzaron la simple reproducci贸n de la propia fuerza de trabajo.
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