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Domingo, 23 de mayo de 2010
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La cuesti贸n del Estado

Por Alejandro Otero *
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La crisis global va dando lugar a una recomposici贸n sist茅mica que dista mucho de acercarse siquiera a las entusiastas esperanzas de reforma del capitalismo financiero que se desataron en sus inicios. Con los primeros estertores de las hipotecas de baja calidad y con el colapso de algunos de los gigantes del mercado, muchas voces clamaban por nuevas formas de regulaci贸n y coordinaci贸n internacional del capital financiero. Se miraba al FMI como uno de los grandes responsables del desastre y los foros de mandatarios internacionales (G-20) debat铆an posibles nuevos rumbos. El Estado volv铆a a ser visto como parte de la soluci贸n. Hasta la tasa Tobin comenz贸 a ser considerada. Sin embargo, algunos advert铆an que las formas de intervenci贸n que empezaban a insinuarse no necesariamente eran virtuosas. Que pod铆an no conducir a una nueva articulaci贸n progresista entre Estado y mercado. Que, por el contrario, pod铆an incubar una recomposici贸n de esa articulaci贸n en condiciones semejantes a la preexistente con un mayor nivel de concentraci贸n econ贸mica, desigualdad social e inestabilidad creciente. Se asiste hoy a una inversi贸n de t茅rminos. La cr铆tica a los mercados ha sido sustituida por una nueva cantinela disciplinadora, orientada a disminuir las coberturas sociales, reducir el gasto p煤blico, asegurar el alivio fiscal del capital y desentenderse del nivel de empleo. Grecia, Espa帽a, Portugal e Islandia encabezan el experimento. La crisis una vez m谩s se desnuda como instrumento de disciplinamiento social y los avances en la calidad de vida de los sectores populares se ven amenazados por la contraofensiva de quienes a despecho de cualquier idea de progreso desplazan sobre los m谩s d茅biles los costos de su propio accionar.

Una vez m谩s, el Estado se encarga de socializar los costos del desatino de los actores del mercado.

Nuestras experiencias latinoamericanas de confrontaci贸n y superaci贸n del neoliberalismo, con sus m谩s y sus menos, perseveran y resisten en favor de recuperar una mayor autonom铆a del Estado en el dise帽o y conducci贸n de la pol铆tica econ贸mica. Evitando el camino del ajuste, nuestras experiencias preservan una esperanza para la pol铆tica como veh铆culo 煤til hacia una vida mejor.

En ese contexto, entre las contradicciones manifiestas del proceso pol铆tico social que vive la Argentina se destaca la ausencia de una construcci贸n pol铆tica acorde con las pol铆ticas de transformaci贸n y superaci贸n de la era neoliberal que se vienen impulsando. De modo menos evidente se hace notar la demora en la generaci贸n de un Estado consistente con el nuevo modelo de acumulaci贸n que se viene intentando gestar. Sin dudas, una y otra cuesti贸n, construcci贸n pol铆tica y adecuaci贸n del Estado, pueden ser vistas como dos caras de una misma moneda. La reciente crisis por el uso de las reservas puso una vez m谩s sobre el tapete la necesidad de contar con competencias, cuadros pol铆ticos t茅cnicos y articulaciones sociales e institucionales capaces de viabilizar pol铆ticas contrarias al legado neoliberal.

En los tempranos 鈥90, la arremetida neoconservadora introdujo un concepto de reforma del Estado que r谩pidamente torn贸 en hechos: privatizaci贸n, desregulaci贸n, alivio fiscal al capital, retiros voluntarios y descentralizaci贸n resultaron las v铆as de esta reforma. La misma implic贸 la adaptaci贸n pasiva del Estado a las nuevas condiciones de la acumulaci贸n capitalista. Sus resultados son m谩s conocidos en t茅rminos macroecon贸micos que en materia de capacidad de gesti贸n estatal. De hecho, es notorio y ampliamente difundido el aumento de la concentraci贸n del capital, la transnacionalizaci贸n de la econom铆a, la 鈥減rimarizaci贸n鈥 de la actividad econ贸mica, la expansi贸n in茅dita del desempleo, la pobreza y la exclusi贸n de las mayor铆as populares que acompa帽aron estas reformas. Por su parte, las consecuencias de la p茅rdida de incumbencia en la econom铆a, del desuso de la capacidad de regulaci贸n, del deterioro de la capacidad de gerenciamiento p煤blico y de la fragmentaci贸n de servicios estatales han sido menos consideradas. Sin embargo, al momento de 鈥渢orcer鈥 la inercia estatal de la d茅cada de 1990, a la hora de desafiar la pasividad del Estado frente al mercado, al requerir la capacidad de gesti贸n de las organizaciones p煤blicas, los resultados de aquellas reformas se manifiestan en todo su esplendor como eterno reaseguro para la continuidad de un tipo de acumulaci贸n que, necesariamente, demanda un Estado ausente. Existe la posibilidad de enfrentar con pol铆ticas p煤blicas exitosas cuestiones pendientes como la inflaci贸n, la reforma del rol del Banco Central y la regulaci贸n del sistema financiero, la reforma tributaria, la integraci贸n en el Mercosur, entre otras.

La conformaci贸n del Estado actual, fundamentalmente su falta de h谩bito para problematizar y resolver los padecimientos de las mayor铆as populares por fuera de los paradigmas dominantes, constituye una debilidad relevante para acompa帽ar pol铆ticas de sesgo progresista... El pa铆s parece necesitar, para asumir con oportunidades de 茅xito la tarea de revisar la distribuci贸n del ingreso, una transformaci贸n (o reforma) del Estado casi revolucionaria en condiciones no revolucionarias. He ah铆 la cuesti贸n.

Un n煤cleo duro del legado neoliberal al interior del Estado se expres贸 en el Banco Central. Pero situaciones semejantes pueden encontrarse en distintas 谩reas del sector p煤blico. Ese n煤cleo duro, que en el l铆mite suele operar como un verdadero cancerbero del neoliberalismo, se reproduce en varios de los pa铆ses de la regi贸n y no se limita a un determinado marco legal. Se trata de una burocracia af铆n a un ideario conservador, con pr谩cticas y competencias suficientes para retardar u obstruir cambios. Vencer ese n煤cleo duro implica algo m谩s que intentar conducirlo.

De hecho, puede hasta resultar ingenuo pensar que el tema se resuelve posicionando al frente de estos organismos a una conducci贸n comprometida con el proyecto nacional. Esa es una condici贸n necesaria. Vencerlo supone asumir un plan de transformaciones que por lo general demandan tiempo y perseverancia. Cuanto antes empecemos, mejor.

Hoy se trata de incorporar las instituciones, los actores, las formas organizacionales y las competencias que permitan resolver las cuestiones actuales de acuerdo con los intereses de las mayor铆as populares en el marco del asentamiento sustentable de un modelo de desarrollo productivo con inclusi贸n social. Una tarea indispensable en la defensa de las conquistas logradas al presente y las transformaciones pendientes a futuro

* Ex titular de Rentas de la Ciudad de Buenos Aires y presidente del Frente Grande - Capital.

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