Esta semana se destacaron dos noticias vinculadas con uno de los rubros pendientes en la agenda de la pol铆tica econ贸mica: la sustituci贸n de importaciones. Pendiente tanto por su necesidad para el desarrollo de una mayor integraci贸n industrial, con su consecuente efecto multiplicador sobre el empleo y el crecimiento, como por la amenaza c铆clica de restricci贸n externa. Si bien todav铆a existe super谩vit del comercio exterior, la proyecci贸n de las tendencias actuales indica que al excedente le queda poco, salvo que exista una decidida intervenci贸n p煤blica.
La primera noticia sum贸 a un proceso en marcha. Una conocida firma de celulares comenzar谩 a fabricar en Tierra del Fuego aparatos que antes importaba y cuyas compras al exterior eran restringidas. La segunda noticia es que algunas automotrices que importan veh铆culos de lujo compensar谩n estas compras al exterior con exportaciones de bienes primarios. Si bien esto 煤ltimo no es exactamente sustituci贸n, se trata de un camino para desalentar importaciones motivado tambi茅n por la amenaza de restricci贸n externa.
Acercar la lupa a este presente y sumar la perspectiva hist贸rica puede ser de utilidad para los pr贸ximos cuatro a帽os. A primera vista no parece muy racional generar un polo industrial a 3000 kil贸metros del principal centro de consumo, pero pueden argumentarse razones geoestrat茅gicas. En su momento la promoci贸n industrial en Tierra del Fuego tuvo por objeto principal poblar la isla. El per铆odo de auge de esta promoci贸n fueron los a帽os 鈥80 y desde este polo se abastecieron, por ejemplo, el grueso de los televisores de la por entonces nueva tecnolog铆a 鈥渃olor鈥.
Las cr铆ticas de la 茅poca sosten铆an que, en realidad, no se estaba desarrollando una industria electr贸nica en Tierra del Fuego, sino ensambladoras y que, adem谩s, los consumidores argentinos pagaban m谩s por estos productos que por los importados. El resultado neto pod铆a ser un flujo de fondos a la isla para pagar la mano de obra del ensamblado, pero tambi茅n una transferencia desde los consumidores a las empresas. Algunas cifras, reales y relevadas in situ en su momento, sirven para graficar num茅ricamente esta 鈥渢ransferencia鈥. Importar las piezas, los componentes de un televisor color, de tubo, de 20鈥欌 costaba 94 d贸lares. Importar el televisor armado costaba 89 d贸lares. El producto 鈥渇abricado鈥 en Tierra del Fuego se comercializaba en las bocas minoristas de Buenos Aires en torno de los 300 d贸lares. Las transformaciones de los 鈥90 terminaron con estos reg铆menes, un proceso socialmente traum谩tico para la isla, pero no muy diferente al que experimentaron otros polos industriales. El grueso de las f谩bricas fueguinas desapareci贸 o contrajo dr谩sticamente su producci贸n.
Puede ser preferible la inconsistencia de los 鈥80, que al menos generaba empleo, a la desolaci贸n de los 鈥90. Pero si el resultado es que, frente a un cambio de pol铆tica econ贸mica, las f谩bricas desaparecen, no se est谩 s贸lo frente a un problema de insustentabilidad, sino tambi茅n frente a la dilapidaci贸n de la inversi贸n social. La magnitud del despilfarro es la sumatoria del diferencial de los precios pagados por los productos locales en relaci贸n con los importados, una cuenta pagada por los consumidores.
El 鈥渟obrecosto para los consumidores鈥 fue y es el argumento m谩s s贸lido de la ortodoxia (que nada dice, en cambio, cuando las transferencias se realizan hacia los no transables v铆a tarifas). Por eso se necesita aclarar que estas transferencias no son malas per se, al contrario; son la esencia de las pol铆ticas industriales y el ABC de cualquier pol铆tica sustitutiva. Una industria nueva necesita un per铆odo de aprendizaje hasta adquirir capacidades similares a las de la industria desarrollada, pero este proceso es espurio sin su quid pro quo. Una pol铆tica industrial consistente presupone que el sector p煤blico establezca la contrapartida de metas. El Estado, por ejemplo, reserva mercado a trav茅s de un impuesto a productos importados similares y establece barreras paraarancelarias no expl铆citas. A cambio, la industria emergente debe cumplir con determinadas condiciones: por ejemplo, integraci贸n local creciente, precios descendentes, todo convergiendo hacia un punto del futuro en el que el diferencial de precios pagado por el consumidor desaparece.
Cabe indagar si esto es lo que hoy efectivamente sucede con la industria electr贸nica de Tierra del Fuego o si un cambio de signo gubernamental a mediano plazo puede generar los mismos resultados que en el pasado. La segunda cuesti贸n es si realmente se est谩 frente a un proceso sustitutivo o frente a una intermediaci贸n 鈥渋ndustrial鈥 del proceso importador que no morigera la tendencia hacia la restricci贸n externa. No es a priori negativo que se importen los bienes intermedios de un proceso fabril, pero no es lo mismo que la relaci贸n con el exterior termine en esa importaci贸n que si, luego de la agregaci贸n de valor local, no s贸lo se sustituyen una parte de las importaciones (del bien final ahora producido localmente), sino que se compensa exportando una parte de los productos terminados.
Distinta es la situaci贸n de la industria automotriz. En este sector las cuentas externas disimulan en muchos casos el comercio intrafirma. No existe un sector automotor estrictamente local, sino que se trata de una plataforma regional en la que la pol铆tica industrial reserva el mercado regional a las matrices de las potencias con terminales locales. Esta estructura es la que dificulta el impulso de la sustituci贸n, que aparece como antiecon贸mica para las matrices y que supondr铆a una reversi贸n de las econom铆as de escala ya existentes.
Por 煤ltimo, la exportaci贸n de arroz a cambio de la importaci贸n de autos. Si el objetivo era frenar la importaci贸n de 鈥渂ie-nes innecesarios鈥 (si tal cosa existe en econom铆a), el proceso ya se agot贸: las grandes importadoras est谩n demostrando acabadamente su capacidad para la triangulaci贸n y la medida no aumenta las exportaciones. No es lo mismo para las firmas m谩s chicas, aunque con el tiempo seguramente tambi茅n encontrar谩n la forma de triangular.
La conclusi贸n preliminar es que en materia de pol铆tica industrial en general y sustitutiva en particular, existen muchos cabos sueltos y, vuelta al principio, una pol铆tica de sustituci贸n de importaciones que aleje la restricci贸n externa es materia pendiente
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