La escena transcurrÃa en el que fue el Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética.
Un tribunal toma examen de ingreso al partido a un campesino.
–DÃgame, si usted fuera el dueño de una fábrica: ¿Qué harÃa? –pregunta uno de los interrogadores.
–Bueno —contesta el examinado–, la convertirÃa en una cooperativa y junto con los obreros serÃamos todos dueños por igual.
–¡Muy bien! ¡Muy bien! —exclama el jurado a coro.
–¿Y si tuviera una estancia? –pregunta otro de los miembros del tribunal.
–En ese caso –responde el campesino– me juntarÃa con todos los peones y repartirÃamos la tierra, que debe ser de quien la trabaja.
–¡Excelente! —asienten los examinadores. Finalmente, otro de los miembros del partido pregunta:
–¿Y si tuviera gallinas?
–¡Ah no!, un momentito... ¡Gallinas tengo! —responde, horrorizado, el campesino.
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