Diversas circunstancias alrededor de los hidrocarburos están produciendo definiciones de diverso orden, tanto en actores privados como en el Estado, a partir de los cuales se plantean dilemas cuya resolución tendrá fuerte influencia en el futuro energético. Una novedad relevante en ese sentido es la reiteración de la existencia de yacimientos de extraordinaria magnitud de gas no convencional en la cuenca neuquina. Como se sabe, ese gas de difÃcil explotación –llamado shale-gas y otra variante el tight-gas– es la estrella de los hidrocarburos en la actualidad. Su extracción es intensa en los Estados Unidos. Estos yacimientos de rocas y arenas especÃficas estarÃan atrayendo a inversores locales e internacionales para sumarse a una suerte de fiebre del oro.
Sin embargo, sin dejar de reconocer las altas probabilidades de su existencia, hasta el presente no se han comprobado reservas de esos descubrimientos que las pongan en calidad de activos concretos. Dadas las caracterÃsticas técnicas mencionadas, esos aprovechamientos exigen capitales intensivos tanto en exploración como en explotación, muy superiores a los habituales en la búsqueda de hidrocarburos.
Subsisten dos dificultades a resolver ante la necesidad de disponer razonable y económicamente de un insumo central de nuestra matriz energética, el gas. Una es la intensa y urgente exploración de este gas no convencional, sin descuidar tampoco la del tradicional, hoy casi olvidada. En este punto es muy probable que las empresas privadas regularán sus inversiones y esos tiempos de acuerdo con sus conveniencias y condiciones.
Otro desafÃo reside en imaginar cómo influirán los precios del nuevo gas en la ecuación económica, ya que el mantenimiento de un precio de energÃa razonable sigue siendo hoy un sostén del desarrollo económico.
La disyuntiva presente es encontrar un punto de apoyo, que sin desalentar inversiones especulativas en el sector permita un equilibrio favorable a los intereses nacionales. El universo actual del empresariado, casi totalmente privado, no garantiza aceptablemente ninguno de los dos desafÃos. Las grandes empresas petroleras, incluida Repsol-YPF, intentarán afianzar sus búsquedas de petróleo y gas, especialmente el nuevo ya comentado, de acuerdo con tiempos y precios que satisfagan sus expectativas. Una alternativa que no puede descartarse es una participación mayor a la actual en YPF, en este caso de la mano de capitalización estatal, acordada, y que justifique una polÃtica de inversiones autónoma. Opción que puede tener diversas variantes de acuerdo con las prácticas empresarias de uso.
Quizás otra decisión que alentarÃa a los privados a invertir serÃa la creación de una empresa nacional, con mayorÃa estatal y eventual participación privada, de provincias y de sectores de la comunidad, con la especial dedicación y estructura de capital para encarar esa tarea de exploración de yacimientos de gas y petróleo en territorio continental. Con el significado que ello tendrÃa como señal para el mercado y sin desconocer su significado de polÃtica de gestión en el sector energético. Otra opción, que no descarta las anteriores, es recapitalizar a Enarsa, que en la actualidad está especialmente dedicada a la exploración offshore, además de otras tareas en el sector energético.
El Estado cuenta con las atribuciones para adoptar decisiones de este carácter y para afianzar una polÃtica general que garantice el ordenamiento de un mercado en plena evolución. El gobierno nacional, que ha revertido la tendencia noventista en el sector, está realizando ingentes esfuerzos en el camino a resolver estos temas y adoptar las medidas necesarias para que los desafÃos referidos no paralicen la evolución de la oferta energética. En ese amplio camino de opciones se inscribe el aquà analizado como hipótesis de debate
* Especialista en energÃa y servicios públicos.
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