Con la proyección de The Forgiveness of Blood, de Joshua Marton, la competencia oficial de la Berlinale llegó ayer a su fin, con más bajas que alzas, y mañana se conocerán los premios. La crÃtica reunida en el festival ya tiene sus favoritos –Nader y Simin, una separación, del iranà Asghar Farhadi; El caballo de TurÃn, del húngaro Béla Tarr–, pero eso no quiere decir nada. La decisión es del jurado presidido por Isabella Rossellini e integrado, entre otros, por su amigo, el director canadiense Guy Maddin. Juntos han hecho alguna que otra locura (La música más triste del mundo, entre ellas), por lo cual pueden salirse del libreto y premiar alguna pelÃcula fuera de norma, como la de Tarr, por ejemplo. Pero no están solos en el jurado y siempre hay que consensuar gustos y caprichos. Por el lado argentino, no hay demasiadas expectativas: Un mundo misterioso no gustó en el pase de prensa, pero una vez más ese termómetro es relativo. La función oficial fue buena y las cartas todavÃa no están echadas.
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