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Jueves, 23 de agosto de 2012
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Historias que s贸lo existen al ser recordadas, de Julia Murat

Un pueblo de tiempos muertos

La 贸pera prima de la directora carioca habla, como sin decirlo, de relaciones entre lo viejo y lo nuevo, entre vida y fotograf铆a. Entre lo que se entiende por atraso y lo que se llama progreso y entre el poder de la religi贸n y sus grietas.

Por Horacio Bernades
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El pueblo del film de Murat cuenta con diez pobladores, todos ellos de 70 para arriba.

Todas las ma帽anas la misma escena. Tonio, el almacenero, le pide a Madalena, la panadera, que deje el pan en la canasta. Madalena no le hace caso y sin decir nada lo pone en la alacena. Tonio protesta: 鈥淰ieja testaruda鈥. Veinticuatro horas m谩s tarde, lo mismo. Dejado de lado para siempre por el entorno, el tiempo y la econom铆a, parecer铆a que a la vida cotidiana del pueblito no le queda otra cosa que la repetici贸n. La repetici贸n y la muerte: s贸lo quedan viejos, los j贸venes se habr谩n ido todos. Un d铆a una joven llega, de paso por la zona. No es que su llegada vaya a torcerle el destino al pueblo, pero tal vez produzca algunos cambios, peque帽os en apariencia aunque quiz谩 significativos. De repeticiones y tiempos cristalizados, de muerte y mutaciones peque帽铆simas, casi imperceptibles, trata la coproducci贸n brasile帽o-argentina Historias que s贸lo existen al ser recordadas. La 贸pera prima de Julia Murat (R铆o de Janeiro, 1979) habla tambi茅n, siempre como sin decirlo, de relaciones entre lo viejo y lo nuevo, entre vida y fotograf铆a. Entre lo que se entiende por atraso y lo que se llama progreso y, tambi茅n, entre el poder de la religi贸n y su agrietamiento.

Ubicado en medio de una naturaleza tan exuberante como suele ser la brasile帽a, el pueblo, que la ficci贸n mantiene an贸nimo, cuenta, por lo visto, con diez 煤ltimos pobladores, todos ellos de 70 para arriba. Los diez que van a la iglesia, 煤nico centro social del lugar, y que frente al serm贸n del cura se ubican siempre cinco de un lado, cinco del otro. No hay escuela en el pueblo (para qu茅, si no hay ni帽os ni va a haber), no hay m茅dico ni hospital, no hay bar y lo m谩s parecido a un club es el and茅n abandonado, donde los varones se juntan a jugar algo semejante a las bochas. El and茅n est谩 abandonado porque las v铆as lo est谩n, signo por excelencia de que la aldea qued贸 a un costado de todo. Lo que hay es iglesia y cementerio. La iglesia est谩 abierta y funciona a pleno. El cementerio, no. Due帽o de la 煤nica llave, por alg煤n motivo el cura quiere mantenerlo cerrado. Para los pobladores 鈥搕an sometidos a la m铆stica y la magia como las tradiciones brasile帽as en la materia lo indican鈥 el que cerr贸 el cementerio fue Dios, que 鈥渓e dio la orden al cura鈥.

La llegada de Rita, chica de ciudad y fot贸grafa en blanco y negro, due帽a de c谩maras viejas, anal贸gicas y caseras, producir谩 sobre Madalena, y sobre el pueblo en general, algunos cambios muy poco estent贸reos, pero tal vez relevantes. Cambios e intercambios: ella fotograf铆a a una Madalena que en sus 煤ltimos d铆as parece renacer, mientras la anfitriona le ense帽a a hacer pan casero. Pausada, callada y carente de todo apuro, Historias que s贸lo existen... se impregna del clima del lugar. Clima h煤medo y brumoso (la vegetaci贸n, la monta帽a), clima quieto, en el que no hace falta nombrar a la muerte para que se haga presente. Presente en el pasado (las cartas que Madalena escribe a su marido, como si todav铆a estuviera ah铆), en el futuro (el pueblo est谩 condenado), por lo tanto en un hoy que siempre parece pasado. Incluso cuando los pobladores se ponen a bailar un viejo tema folkl贸rico, el tema es pura melancol铆a, los bailarines semejan fantasmas, el baile da la impresi贸n de ser el 煤ltimo.

Con una notable fotograf铆a del argentino Lucio Bonelli (鈥渃omenzamos estudiando a Rembrandt y terminamos con Caravaggio鈥, dice, refiriendo a la transici贸n entre brumas y noches cerradas, con luces temblorosas en medio del negro absoluto), podr铆a objet谩rsele al film de Murat alg煤n exceso, que en medio de una propuesta tan minimalista como 茅sta hace algo m谩s de ruido que lo normal. Exceso de hijos muertos (驴no bastaba con que hubieran partido?), de frases sentenciosas (aunque debe reconocerse, la gente de campo suele serlo), de alguna obviedad en el papel del cura como representante del reaccionarismo m谩s cerril (鈥淟os vicios de las mujeres son llorar, parir, coser y rezar鈥, afirma sin perder seriedad). Aun as铆, este film que pas贸 por los festivales de Venecia, Toronto, San Sebasti谩n y Rotterdam, ganando premios en algunos de ellos, es clim谩tico, coherente y estimable, agregando un nuevo nombre 鈥揺l de Julia Murat鈥 a un panorama como el latinoamericano, al que los nombres a seguir no suelen sobrarle.

7-HISTORIAS QUE SOLO EXISTEN AL SER RECORDADAS

Historias que s贸 existem quando sembradas

(Brasil/Argentina, 2011)

Direcci贸n: Julia Murat.

Gui贸n: J. Murat, Mar铆a Clara Escobar y Felipe Sholl.

Fotograf铆a: Lucio Bonelli.

M煤sica: Lucas Marcier.

Int茅rpretes: Sonia Guedes, Lisa Favero, Luiz Serra, Ricardo Merkin y Antonio dos Santos.

Estreno: en el cine Gaumont-Incaa Km 0.

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