La tierra tiembla. Y aquà estoy. AquÃ, donde querÃa estar. Alguien podrÃa decir que en este momento estoy cerca de la muerte. Pero en realidad me siento cerca de la vida. Porque necesito estar aquÃ, viviendo, para poder testimoniar qué tonta es esta muerte. Qué tonta, qué inútil. Ese muchacho negro, pobre, ya debe estar sin vida. Pero habrá quedado vivo en mi cámara. Oà su gemido cuando recibió el golpe y me pareció volver a oÃrlo gemir después en el suelo, ya quieto. Además vi sus muecas. PedÃa algo. Si fue asÃ, mi cámara habrá captado esas muecas y quizá lleguemos a saber qué era lo que estaba pidiendo. Seguramente era un poco más de tiempo para vivir. Porque no se trata de venir aquà a morir. Es necesario seguir viviendo para luego poder regresar a un mundo menos loco con toda la cordura que cabe en estos bolsillos sucios de tierra y pólvora. Y entonces llevar esa cordura a casa, para que la miren, para que vean qué sola, qué quebrantada está.
* Fragmento de La tierra inquieta.
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