Nunca utilizo la palabra amor. Nunca leo novelas de amor. Durante un tiempo, cuando coqueteé con la idea de ser escritor, sin concretarla nunca por falta de fuerza de voluntad, imaginaba un libro de relatos que se titularÃa El amor es un cuento. Luego descubrà que ese tÃtulo ya existÃa, que todo lo que uno pueda pensar sobre el amor ya está dicho, que es imposible contar una historia de amor, porque están todas contadas. Siempre he creÃdo que el pensamiento es más original que la emoción; es más fácil pensar cosas nuevas que sentirlas. Los amores felices se parecen; los desgraciados también. Y sin embargo, ahora mismo siento algo que me resulta nuevo: nuevo en mi biografÃa personal, no original ni inusitado (inusitado, esta palabra le gustarÃa a Carina). El deseo de duración, no de que dure ese instante, que la agradable sensación que siento al oÃr la respiración de Carina, al notar ahora su mano sobre mi muslo, esa expectación porque va a suceder algo, dure. No es eso. Pienso en la duración de mi relación con Carina. Que el tiempo pase y ella siga aquÃ, por supuesto una Carina cambiada, no idéntica a la que ya conozco. Alguien a quien tendré que irme adaptando, y ella a mÃ.
* Fragmento de La invención del amor (Alfaguara).
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