Además de cuna de corruptos dinosaurios polĂticos que empalagados por el caudillismo se niegan a desaparecer de una vez y para siempre, la Argentina tiene el anacrĂłnico privilegio de haber sido hogar –hace más de 65 millones de años– de un llamativo y diverso conjunto de dinosaurios (de los reales y verdaderamente feroces): se sabe asĂ que por lo que ahora es La Rioja –vaya casualidad– deambularon los antepasados más distantes de estos “lagartos terribles”; que en NeuquĂ©n –tambiĂ©n– rugieron y anidaron los dinosaurios que dieron origen a las aves y que los “dinosaurios argentinos” (si es que tal nombre les cabe polĂticamente) fueron los más gigantescos del grupo (como es el caso del Gigantosaurus, el Argentinosaurus y el Megaraptor).
Como se ve, pues, en lo paleontolĂłgico, el repertorio nacional es tan amplio como nacionalmente ignorado, al punto de que sus admiradores confesos (y aquellos que prefieren mantener su irrefrenable fanatismo en privado) hace tiempo que reclamaban a gritos una compilaciĂłn somera o una guĂa de fácil lectura –aunque no infantil– que sintetizara de una vez por todas la biografĂa de estos monstruos de antaño made in Argentina. Se entiende, entonces, por quĂ© el Ăşltimo libro del paleontĂłlogo argentino Fernando Novas (investigador del Conicet y jefe del Laboratorio de AnatomĂa Comparada del Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia) deslumbra desde la mismĂsima primera página: al fin y al cabo, los dinosaurios a los que alude (ayudado por las gráciles ilustraciones de Jorge González y Gabriel LĂo) como el Eoraptor (“ladrĂłn del amanecer”), el Saturnalia (“reptil de Carnaval”) o el Tehuelchesaurus (“dinosaurio Tehuelche”) para el imaginario comĂşn podrĂan llegar a pasar como emblemas de lo autĂłctono (como el dulce de leche, la birome, el colectivo y el mate, aunque en su caso bañados de melancolĂa y tristeza) en vez de recordar lo que realmente fueron: demenciales moles de poder y dominaciĂłn que cubrĂan el mundo y que, pese a ello, no pudieron sustraerse a una fuerza aĂşn mayor, la fuerza del tiempo y la extinciĂłn.
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