En un principio, la peli se iba a llamar GĂ©minis porque habĂa una idea de que los dos hermanos varones fueran gemelos, cosa que descartĂ©. ReescribĂ muchĂsimo el guiĂłn y fue cobrando importancia la historia de amor entre hermano y hermana. Entonces, durante el proceso de rodaje, el tĂtulo pasĂł a ser Decir tu nombre, por la frase amorosa que le dice JeremĂas a Magdalena, el Ăşnico momento en que se pronuncia el nombre de pila de ella. Pero el tĂtulo no me terminaba de convencer”, dice Albertina Carri, a punto de estrenar GĂ©minis, su Ăşltima realizaciĂłn que llega despuĂ©s de No quiero volver a casa (2000), Barbie tambiĂ©n puede eStar triste (2001, corto de animaciĂłn) y Los rubios (2003). Una filmografĂa llamativamente personal que distingue a la joven directora –ya habituada a festivales y reconocimientos– en el panorama local. Carri acaba de volver del Festival de Cannes donde GĂ©minis, seleccionada para la paralela Quincena de Realizadores, fue muy bien recibida. El estreno en ParĂs de esta producciĂłn está previsto para fines de septiembre.
“Entretanto –prosigue la realizadora–, descubro que entre los egipcios, que fueron los primeros que estudiaron astrologĂa, el arquetipo de GĂ©minis estaba representado por un hombre y una mujer, hermanos, caminando enamorados por una pradera. Porque para los egipcios Ă©se era el amor más puro, la mejor combinaciĂłn entre lo femenino y masculino. AhĂ decidĂ volver al tĂtulo inicial, que aludĂa a lo que vino despuĂ©s: la moral impuesta, el tabĂş. Entre los faraones era corriente que se casaran entre hermanos.”
–La verdad es que Cleopatra, producto en lĂnea directa de una docena de incestos fraternos, saliĂł con alto coeficiente intelectual, contradiciendo la leyenda que reforzĂł la prohibiciĂłn del incesto.
–SĂ, el mito que dice que los hijos salen mogĂłlicos. Es una mentira total.
–Hay pocas pelĂculas de hermanos enamorados: Lástima que sea una perdida, sobre la pieza de John Ford, Vaghe stelle dell’Orsa, que acá se llamĂł Atavismo impĂşdico, de Visconti... Porque el incesto que tiene más rating es el que compromete a madre e hijo, el más escandaloso.
–SĂ, aunque en la telenovela, gĂ©nero que cito en mi pelĂcula porque es un clásico, se suele anunciar dramáticamente que la pareja central son hermanos, por lo tanto no pueden unirse, pero al final resulta que no existe ese parentesco porque hubo algĂşn engaño o se falsificĂł algĂşn dato.
–En Géminis das por iniciada previamente la relación entre Meme y Jere, sin ninguna explicación o dato previo.
–SĂ, empezĂł hace un tiempo, no sĂ© cuánto. ConsiderĂ© que no habĂa nada que explicar.
–El diálogo más demostrativo de los amantes ocurre en el supermercado, cuando ella se pone celosa de una antigua novia de él.
–Por un lado, me parece que es una generaciĂłn a la que le cuesta mucho hablar, no tienen esa práctica. Por otro, creo que a partir del momento en que se convierten en amantes, se les hace más difĂcil verbalizar: claramente, no pueden hablar de lo que les sucede. Han roto un tabĂş, pero es más fácil hacerlo que decirlo. En general, me parece que la gente muy joven usa menos el lenguaje, y cuando hablan, no se centran en el verdadero problema. Más aun en una familia como Ă©sta, donde la madre tiene tanto exceso de palabras. Los chicos hacen un juego parecido al del padre: esconderse en silencio.
–Sin embargo, esa madre que tanto alardea al hacer la puesta en escena familiar, al marcar la coreografĂa, cuando toma la palabra es frĂvola, trivial, no abraza a sus hijos ni dialoga verdaderamente con ellos.
–No, claro, nada que la comprometa. Con la hermana se la pasan hablando de boludeces, pasando por la superficie de las cosas. Pero la madre dibuja bien a esa familia que quiere perfecta. Quise jugar ese personaje un poco en tono de comedia, hasta cierta altura del relato en que la comedia se termina.
–¿Cómo encaraste la creación de espacios cinematográficos en los interiores?
–No trabajĂ© con un guiĂłn tĂ©cnico, aunque hubo decisiones tomadas sobre la puesta en escena. Lo que yo le planteĂ© a Bill (Guillermo Nieto), el director de fotografĂa, muy buen cámara, fue precisamente compartir la cámara. Pero despuĂ©s, cuando le proponĂa esos planos tan complejos, terminaba diciĂ©ndole: “Bueno, ahora hacelos vos bien”. Ya desde la construcciĂłn del guiĂłn estaba la idea de encierro, y que la cámara fuera un participante dentro de ese encierro. Incluso el campo termina siendo un espacio cerrado. La intenciĂłn era trabajar sobre esa clausura del espacio, que rodea a esta familia. Y me gustaba esta sensaciĂłn de que todo es bello y perfecto en la superficie. Hicimos un trabajo riguroso en arte.
–Ese cuidado se trasluce y le da a la pelĂcula una coherencia visual rara en el cine argentino. Un refinamiento formal muy atractivo.
–Me parece que el tema del incesto llevĂł naturalmente a esa forma, porque es un clásico. De modo que lo tratĂ© en esos tĂ©rminos. Por otra parte, el relato remite a la decadencia de la burguesĂa, que ahora ya no se sabe bien quĂ© es: clase alta, media... Esa frivolidad llevada a la máxima expresiĂłn. La madre quiere sostener esa fachada a rajatabla.
–El incesto produce ondas concĂ©ntricas: el hermano, cuando se entera de la relaciĂłn sexual entre Jere y Meme, piensa que a Ă©l tambiĂ©n podrĂa tocarle algo...
–Creo que en vez de un incesto, podrĂa haber habido otro tipo de trasgresiĂłn que tirase abajo la leyenda familiar que esta madre ha construido. SĂ, es una escena fugaz pero brava, muy violenta la del hermano mayor, que con su casamiento con una española se ha salido del cĂrculo, ha hecho su mĂnimo quiebre. Pero viene a casarse, acepta toda la ceremonia que impone la madre.
–En Géminis hay otras situaciones sospechosas o que bordean el incesto.
–SĂ, la de la amiga de la madre cuyo marido la engañó con una alumna es virtualmente incestuosa, y bastante comĂşn. TambiĂ©n está la deducciĂłn que se hace respecto del embarazo de la hija adolescente de la mucama. La madre piensa que el padre es el responsable, y es probable que asĂ sea. Por supuesto que hay una diferencia enorme cuando existe abuso de poder, de autoridad. Otra cosa es el incesto consentido entre pares, como Meme y Jere.
–En la televisión, además de la novela, también se ve ese documental de los osos panda que prefiguran la tragedia.
–Esa madre animal que no puede con dos ositos a pesar de su gigantismo. Cuando la madre descubre a Meme y Jere hace exactamente lo mismo.
–Sin duda, una escena muy complicada, difĂcil de dirigir...
–La verdad es que quedamos todos temblando, muy difĂcil. A mĂ me gusta mucho en esa escena cĂłmo se ve la desesperaciĂłn de la madre, que los separa y los une. Es el relato de la pelĂcula: los quiere alejar y los vuelve a juntar todo el tiempo. Muy inquietante.
–¿No te dio una pizca de miedo que Cristina Banegas, gran actriz, estuviera tan asociada a esas madres terribles de la televisión?
–SĂ, le han tocado esos personajes que siempre hace muy bien. Di muchas vueltas porque la madre era un personaje clave. A Cristina siempre la apreciĂ© como actriz, en La señora Macbeth está genial. Cuando la conocĂ personalmente, ahĂ mismo definĂ que ella era la madre, SĂ, me daba un poco de miedo la asociaciĂłn con las otras madres, pero nunca tuve la sensaciĂłn de que nos estábamos repitiendo. QuedĂł muy bien su personaje de comedia que se vuelve tragedia.
–Por su lado, MarĂa Abadi y Lucas Escariz son un autĂ©ntico hallazgo, reĂşnen todas las condiciones precisas.
–Ese casting fue realmente arduo. De hecho, en un momento estuve a punto de abandonar porque no aparecĂan los hermanos. Se hizo por avisos en diarios, escuelas de cine y de teatro, entre modelos... Pasaron 900 chicos y 600 chicas, una locura. Y encontrĂ© lo que buscaba: Lucas es JeremĂas, con esa cosa lánguida, ambigua, de mirada al vacĂo. MarĂa, con rasgos de inocencia y a la vez una presencia impactante. Norma Angeleri, que es la directora de casting, me hacĂa selecciones y yo iba viendo las pruebas. Porque no tolero estar en el casting, me hace daño, me deprime. Lucas es modelo, no tiene formaciĂłn actoral y, sin embargo, le marcás algo y enseguida se encuentra a sĂ mismo en situaciĂłn, una extraña intuiciĂłn. MarĂa es muy inteligente y sensible. En realidad, estoy satisfecha con el casting en general: lo de Julieta Zylberberg haciendo a una española era una jugada, y creo que funcionĂł.
–Daniel Fanego, como de costumbre, está perfecto. No cualquier actor de su talla habrĂa aceptado un rol un poco a la sombra, pura interioridad.
–Bueno, cada actor que leĂa el guiĂłn decĂa que el papel era muy pasivo. Nadie se animaba a hacerlo, es increĂble. Pero Fanego, que es un actorazo, tuvo esas agallas para hacer a un dĂ©bil. No quieras saber la cantidad de actores que dijeron que no, tanto miedo les daba actuar esa pasividad. Tremendo. Me parece que habla muy mal de ciertos machos, como intĂ©rpretes, como personas... Por suerte, aceptĂł Fanego y me gusta muchĂsimo ese padre que solo cuando la madre se baja del caballo puede acercarse con gestos de ternura. AhĂ, por primera vez, ella se deja cuidar.
–Con un tratamiento y sobre todo con un cierre de gran ambigüedad, replanteás un tabú que sigue siendo muy escandaloso.
–Dejo que el espectador tome sus propias decisiones. Nos han mentido mucho sobre el tema. Además de los egipcios, hubo otras culturas que aceptaron el casamiento entre hermanos. Vivimos inmersos en construcciones culturales sin cuestionarlas, sin mirar hacia afuera. A mĂ me llama la atenciĂłn cuando me hablan de GĂ©minis en tĂ©rminos de familia disfuncional. Para mĂ resulta una expresiĂłn redundante, porque pienso que toda familia es disfuncional. Más todavĂa: creo que una familia funcional serĂa lo peor.
–¿Te interesan otras formas de familia fuera de la institucional básica, como las que se pueden dar en equipos de trabajo, grupos de convivencia?
–SĂ, pero me parece que habrĂa que inventar otra palabra por todas las connotaciones que ya sabemos. Ese nombre ya condiciona. Hay un filĂłsofo francĂ©s muy moderno que habla de las familias desmigajadas. Este tipo de familias desparramadas que son las que verdaderamente cambian la historia. TambiĂ©n están las familias agregadas, donde hay muchos apellidos distintos, vĂnculos más libres.
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