Primavera Verano ten piedad de nosotros, faldita negra traslúcida apenas venial en tu doble tul fruncida a la cintura, que no sufre, debajo ruedo adornado por puntillas frivolité, alabado shangtung, ante tus ojos pudorosa blusita traslucida negra.
Los rezos de moda grabados con la voz de la actriz Marilú Marini y dirigidos por Lucrecia Martel hicieron de soundtrack y marco para el manifiesto de alta costura de la colección verano ’07 de Pablo RamÃrez.
El eje fue el vestido negro y los avÃos de mercerÃa dark exquisita para siluetas estivales sirvieron de ejercicios de estilo sobre cómo mostrar la piel en dÃa de calor extremo con recursos de alta costura y sin facilismos.
Los resultados, desde vestidos transparentes de lÃnea trapecio con enaguas color piel a otros con crinolinas colosales por momentos deformes, tuvieron a las modelos con tocados blancos de monjas raras en su belleza, gafas de nerd y vendas a modo de guantes.
Para conocedores del estilo del diseñador, cierra un ciclo iniciado con Casta, su colección debut; las monjas ahora muestran su sexualidad y hasta se permiten quebrar la reglas de reclusión para asistir a cocktails.
El homenaje de MartÃn Churba a la policromÃa y las siluetas de las cholas afincadas en el Bajo Flores plus los coloridos del artista Gary Hume fue otro de los momentos más cautivantes.
Las versiones muy elaboradas y modernas del aguayo, el macramé intervenido con recursos textiles avant garde, presentadas el dÃa dos, coincidieron con la denuncia en los noticieros de esclavismo de la marca Kosiuko a talleres de esa zona.
En su descripción de tipologÃas y subtramas, resignificó la tradición boliviana en pantalones, vestidos y camperas e incorporó el delantal de trabajo y la falda de la chola niña, y la realización significó la colección más madura en desarrollos del diseñador.
El epÃlogo, esas ropas trasladadas a mujeres reales según la firma de cosmética Dove, fue ovacionado por la mayorÃa, aunque dejó perplejos a otros, tal vez porque las modelos y el estilismo eran tan bellos e inciertos en su versión libre del folclore y porque lo genial de asistir a una pasada de 15 o 30 modelos es olvidarnos de la realidad durante el lapso.
De la investigación sobre los dÃas de campo de comienzos de siglo XX, los retratos de Margaret Cameron e innovaciones cada vez más exquisitas sobre cortes láser para esbozar pétalos ficticios, calados y bordados sutiles, la diseñadora Cecilia Gadea mostró vestidos en tonos crudo, blanco y negro, con énfasis en espaldas descubiertas. También hubo chaquetas cortas a modo de complementos y trenchs en denim con trazos modernistas y algunas piezas de moda masculina, que significaron una de las apuestas más elegantes y menos pretenciosas. Un efecto similar de jardÃn encantado, aunque con recursos disÃmiles, fue provocado por los coloridos vestidos soleros con técnicas de ao poà de Juana de Arco. La diseñadora Mariana Cortez tuvo como argumento a las habitantes de una ecovilla imaginaria en la ribera del rÃo Paraná. Los bordados también se reflejaron en pequeños bastidores a modo de fondo de pasarela. Entre las modelos irrrumpieron mujeres reales, vinculadas con la gastronomÃa, la cocinera y conductora Narda Lepes con vestido de ñandutà y RocÃo, creadora del bar Oui-Oui ou, con vestido largo simulando un exótico delantal.
La apuesta de Pesqueira remite a visos de algodón con prints de hojas, sutiles experimentos con volúmenes, algunas insólitas chaquetas petit y remeras con iconografÃa del artista Diego Gravinese (pareja de la diseñadora y autor además de las fotos de la campaña), trajes de baño con tejidos de punto y hits de la banda Victoria Mil. Kukla, marca abocada a las estampas coloridas, continuó entallando cinturas. La puesta tuvo al Dj Stuart y carteles simulando tipografÃas de conciertos de rock. Los tonos citaron fotografÃas coloridas del experto en hip hop Jamel Shabazz.
Las hermanas Posse citaron labios, corazones y plumas del arte pop en cinco familias de estampas y tonos crudo, marrón, fucsia, violeta, verde y rojo.
Los bodies y los vestidos con efectos de tela arrepollada, plus un tono cada vez más sensual, emergieron en la colección de Cora Groppo, con zapatos de meretriz en tonos de papel glacé rojo, azul o dorados, mientras que la propuesta de Fiocca, Borboletta, rescató la morfologÃa de la mariposa.
Los vestidos de silueta globo de Mariana Dappiano, en su mayorÃa blanco o ceniza, citaron huellas y hablaron de la identidad. La campaña consistió en macros fotográficos de distintas partes del cuerpo con sus pliegues y marcas únicas y sus investigaciones textiles tomaron formas espiraladas de huellas digitales y componentes de las cadenas de ADN.
En su colección debut en la pasarela, Rosa y Juana Benedit, creadoras de texturas procesadas a mano, desde un taller hogar en San Telmo que visitan mujeres elegantes como Dominique Sandá, citaron las siluetas de la década del cincuenta.
El mundo de la música country y los coloridos de Edward Hopper y la bizarrÃa de David Lynch fueron algunos de los ejes. Con sus faldas con volúmenes extremos, superposición de telas y tules y algunos dejos de batones de barrio, aportaron frescura sin poses fashionistas.
En ondas, Marcelo Ortega, diseñador de Unmo, se rigió por los sonidos y la historia del Theremin (instrumento creado en los veinte por León Theremin y que pudo apreciarse en vivo junto a remixes electrónicos). El estilo hip-hopero de otras colecciones cedió paso a construcciones más sexies y elegantes, con siluetas entalladas en sus propuestas masculina y femenina. Vestidos en soft cotton para el dÃa, o los asimétricos para noche, como chaquetas cortas en rojo o negro o jeans espigados o rackleados.
Kostume citó una paleta de colores semejante a la de Unmo, y rescató la austeridad de sus comienzos, con faldas de tablas delanteras y prints pictóricos en los tops.
Mientras que Hermanos Estebecorena puso más acento en sumar alternativas de trajes para los ejecutivos que suelen seguir la marca que en la puesta. El único gag fueron auriculares y canales musicales rescatados del mundo de la aviación comercial que sampleaban cotizaciones de la ropa con música electrónica.
A modo de consuelo para los románticos, ése fue el tÃtulo de la colección para verano de Ay not dead, la marca diseñada por Noel Romero y Angie Chevallier. Como introducción a la sucesión de vestidos y enteritos strapless con prints de cerezas y flores, talles enfatizados en las cinturas, accesorios de charol y cautivantes combinaciones de color y algunas estampas de cuchillos, se vio un corto de Ruy Krigier y Gary Pimiento, con escenas de moda en la tienda, varios gags y momentos gore. Fue una colección con mucha gracia y frivolidad necesaria.
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