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Viernes, 27 de abril de 2007
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1掳 de mayo

En primera persona

Una telef贸nica cuenta las dificultades de las mujeres para llegar a un sindicato, una enfermera denuncia la persecuci贸n que sufre desde que se convirti贸 en subdelegada general y dos j贸venes relatan el maltrato y la lucha alternativa de las nuevas trabajadoras precarizadas de los call centers.

Por Luciana Peker

1 鈥淓l desempleo baj贸, pero por la creaci贸n de trabajos precarios鈥

Mara Colcen (24 a帽os) es estudiante de sociolog铆a en la UBA, trabaja en el call center Atento de Telef贸nica y particip贸 del libro 驴Qui茅n habla? Lucha contra la esclavitud del alma. Raquel Gonz谩lez (25 a帽os) es estudiante de periodismo de la Universidad de La Plata, trabaj贸 durante un a帽o y medio en Teleperformance y sigue participando en el colectivo de trabajadores Teleperforados.

鈥揝os una sudaca de mierda que viene a invadir mi pa铆s.

Le dijo un espa帽ol a Raquel Gonz谩lez que atend铆a las llamadas de pedidos de bajas de la empresa Vodafone (una de las m谩s grandes compa帽铆as de celulares de Europa) desde La Plata. Pero ella (que ten铆a que decir que estaba en Madrid) ten铆a indicaciones de sonre铆r aunque su sonrisa no se viera por los auriculares de la vincha fetiche de las teleoperadoras. 鈥淓l cliente llega muy enojado despu茅s de ser paseado durante media hora. Una tiene que tratar de calmarlo, de mantener la sonrisa telef贸nica, de que ande el sistema que siempre se cae, de que la llamada dure s贸lo tres minutos porque si no perd茅s el premio (que es el 40 por ciento de un sueldo que va de los $500 b谩sicos a $900 si las comunicaciones no exceden los 210 segundos) y de que no deje la compa帽铆a鈥, describe Raquel parte del manual de imposibles de los que atienden YA.

Detr谩s de esas voces que atienden una llamada cuando alguien quiere dejar de pagar, reclamar o consultar hay chicas que se desmayan, tienen sus cajitas con medicamentos y permanentemente sufren dolores corporales. A esas voces se las conquista con las frases 鈥渕and谩 tu curr铆culum y consegu铆s el trabajo, pod茅s estudiar y el ambiente laboral es de amistad鈥 y se los despide sin telegrama sino a pura presi贸n y malestar. 鈥淵o empec茅 a tener v茅rtigo, todo me daba vueltas. No sal铆a de casa si en la mochila no ten铆a Benadryl o Anaflex pero no alcanzaba. Un d铆a me par茅 porque me dol铆a el cuerpo mientras le dec铆a a un cliente 鈥榪u茅dese con nosotros鈥. Logr茅 que el cliente no se fuera de la compa帽铆a pero me pusieron en penitencia en una cola que recibe m谩s llamados s贸lo por hablar parada. Por eso me fui, pero sigo luchando en el colectivo de trabajadores Teleperforados. No es una cuesti贸n personal. Hay que visibilizar que el desempleo baj贸 a partir de estos trabajos precarios que son una mentira que te roba el alma鈥, enfatiza Raquel.

Mara Colcen Di Marzo tiene 24 a帽os y un nombre que no es Mara Colcen Di Marzo (el nombre que eligi贸 para esta nota) porque sigue trabajando en el mismo call center desde hace tres a帽os. Tres a帽os es una exageraci贸n en estos empleos creados para expulsar y reemplazar. Pero Mara sigue en su puesto no s贸lo por necesidad (con ese sueldo puede terminar la carrera de sociolog铆a en la UBA), sino tambi茅n por convicci贸n. 鈥淣o voy a dar el brazo a torcer鈥, dice ella que tiene un brazo, justamente, con tendinitis por los efectos colaterales del exceso de mouse e infraestructura precaria. Mara es una de las autoras del libro 驴Qui茅n habla? Lucha contra la esclavitud del alma, editado por Tinta Lim贸n (que se puede bajar en Internet de www.lavaca.org y www.teleperforados.com.ar) y una de las participantes del conflicto gremial en la empresa Atento de Telef贸nica (que atiende llamadas de distintas compa帽铆as) en el que se reclamaba reconocer a los operadores como trabajadores telef贸nicos (por la historia del oficio, condiciones laborales y sueldos de ese sector) y desconocerse como empleados de comercio (una afiliaci贸n que precariza m谩s su contrato laboral). Esa lucha gremial empez贸 el 8 de marzo del 2004 鈥搃ncluy贸 huelgas, asambleas, tomas y otras medias鈥 y todav铆a no termin贸. 鈥淧ara m铆 quedarme es una forma de resistencia鈥, explica Mara. No es raro sino habitual, que sean mujeres, como Mara y Raquel, las 鈥渉olasusana鈥 precarizadas. 鈥淓l sentido com煤n dice que la mujer es amable, servicial, simp谩tica y aguanta que le griten y los pocos hombres que hay, en su mayor铆a, son gays鈥, dice Raquel, que desaf铆a el molde de mu帽eca telef贸nica. Para que Made in Argentina no sea una marca de explotaci贸n 鈥搒udaca鈥 garantizada.

El lunes 30 de abril se realizar谩 una caravana de escarches de pasantes, mensajeros, encuestadores, teleoperadores, deliveries, cadetes y telemarketers, organizada por la Coordinadora de Trabajadores Precarizados, que saldr谩 de Av. de Mayo y Per煤 a las 17.

2 鈥淗ay persecuci贸n gremial, pero yo voy a seguir luchando鈥

Florencia Ieno (32 a帽os, soltera) es licenciada en Enfermer铆a y trabaja en la sala de terapia intensiva del Hospital Brit谩nico. Es subdelegada general del Hospital Brit谩nico, denuncia que no cobra su sueldo 铆ntegro desde que fue elegida hace diez meses y que est谩 enjuiciada por la empresa para quitarle sus fueros gremiales.

Aunque la comparaci贸n sea tan televisiva como los tiempos que corren, cualquiera que haya visto 鈥淓R Emergencias鈥 (o que haya pasado por la espera en una sala en donde todo lo que queda es esperar) puede imaginar que el trabajo en terapia intensiva no puede llevar ocho horas sin consumir a quien pulsa el territorio en donde la vida y la muerte juegan la 煤ltima pulseada. Florencia dice que, hace seis a帽os, cuando empez贸 a trabajar en terapia intensiva ya se trabajaba mal 鈥搊cho horas鈥, pero se cobraba bien. Ahora, se cobra mal (una enfermera que empieza gana 1070 y otra con antig眉edad puede llegar a 1700 pesos) y reci茅n a fin de a帽o se logr贸 el tope de siete horas laborales. 鈥淵 esto en un hospital que cobra una cuota a los usuarios y dice que los aumentos son para subir los salarios鈥, remarca. A pesar de que Florencia Iena trabaja en una instituci贸n privada ella se帽ala que cada vez las condiciones son peores, con menos trabajadores, poca infraestructura y m谩s tareas. Pero que la enfermedad no est谩 s贸lo del otro lado del mostrador. 鈥淐ada vez hay m谩s casos de depresi贸n, estr茅s y ataques de p谩nico entre administrativos, peones y enfermeros por la sobrecarga laboral鈥, se preocupa Florencia. Que siempre se preocup贸 por ir a las asambleas. Pero nunca hab铆a militado en pol铆tica, sino que su identidad se centraba en ser cristiana evang茅lica. 鈥淐reo en la b煤squeda de lo justo, pero no es que oro, le pido a Dios y ya est谩, sino que una tiene que buscar el camino hacia la justicia鈥, propone. Por eso, convirti贸 su fe activa en compromiso. En junio del 2006 decidi贸 postularse en la Lista Naranja, junto con Edgardo Tyntenfisz, para conducir la comisi贸n interna del Hospital Brit谩nico. Y gan贸. O es un decir.

A partir de ah铆, seg煤n denuncia, nunca m谩s volvi贸 a cobrar su sueldo entero. 鈥淓l primer mes me descontaron 150 pesos por no trabajar las horas en las que yo estaba reunida con el mismo jefe de Recursos humanos que despu茅s me descontaba el sueldo. En realidad, en el hospital hist贸ricamente los delegados se dedicaron a hacer s贸lo su tarea gremial. El tema es que no hac铆an nada y cuando nosotros empezamos a repartir volantes y hablar con los trabajadores empez贸 la persecuci贸n gremial a trav茅s de las excusas de las inasistencias. La discriminaci贸n contra esta conducci贸n es clara en comparaci贸n con otras gestiones, y tampoco somos defendidos por el gremio鈥, critica. Y confiesa: 鈥淓ste tiempo me sostuve a trav茅s de algunas colectas y del cuidado privado a un paciente. Pero tengo muchas deudas y si bien mi pap谩 (Rub茅n Dar铆o) me apoy贸, mi mam谩 (Mabel) trabaja en un taller de costura y yo tengo que ayudarla. Por eso, esto me gener贸 mucho conflicto a nivel familiar. Ella me dec铆a 鈥楨st谩s loca鈥 o 鈥樎縌u茅 estas haciendo con tu vida?鈥, hasta que comprendi贸 que para m铆 en este conflicto se juega el derecho a la libertad sindical鈥. 鈥淢is compa帽eros me dicen: 鈥楺u茅 ovarios que ten茅s鈥, yo no me bancar铆a lo que vos te banc谩s鈥. Pero ellos se bancan problemas psicol贸gicos o ataques de p谩nico por la sobrecarga laboral. La empresa quiere aleccionar al resto de los trabajadores para que no se organicen. Pero yo voy a seguir en la lucha.鈥

3 鈥淐uando mis hijos crecieron pude ser delegada鈥

M贸nica Ingravidi (48 a帽os, separada, cuatro hijos) es despachadora de aver铆as de Telef贸nica de Argentina, delegada gremial y secretaria de G茅nero e Igualdad de Oportunidades de la CTA bonaerense.

鈥撀緿e qu茅 trabaja tu mam谩?
鈥揇e despachadora de aver铆as.

El oficio suena raro y, sin embargo, M贸nica Ingravidi lo es. Ser despachadora de aver铆as es trabajar en la parte t茅cnica de la reparaci贸n de abonados de Telef贸nica de Argentina. Pero M贸nica sabe lo que es trabajar en telefon铆a desde que ENTel era acusado de elefante y las privatizaciones iban a terminar con el monopolio y los abusos de los servicios p煤blicos. M贸nica tiene cuarenta y ocho a帽os y es despachadora de aver铆as hace veintid贸s y desde la mitad (once) que est谩 divorciada y sabe lo que es trabajar y organizar sola una casa. 鈥淪omos nosotras quienes seguimos cumpliendo todos los quehaceres dom茅sticos, nos encargamos de los chicos, de los gatos y de todo lo que hay alrededor鈥, abarca M贸nica. Y cuando M贸nica habla de chicos, habla en un plural en serio: ella tiene cuatro hijos, dos varones (Jonathan, de 27 y Juli谩n, de 14) y dos mujeres (Tamara, de 23 y Constanza, de 18), como si su propio cuerpo hubiera buscado la equidad que ahora busca como secretaria de G茅nero e Igualdad de Oportunidades de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) en la provincia de Buenos Aires.

Ella quiere arreglar algo m谩s que las aver铆as de los tel茅fonos. Por eso, es delegada de Foetra sindicato Buenos Aires. Pero para poder dedicarse a la lucha gremial tuvo que esperar a poder despegarse de su rol de mam谩. 鈥淪i bien siempre fui activista gremial, hace cuatro a帽os que soy delegada y esto tiene que ver con la libertad que empec茅 a tener cuando mis hijos/as comenzaron a crecer.鈥 M贸nica sabe por experiencia propia que la igualdad de oportunidades todav铆a es un camino y no una realidad y, tambi茅n sabe, por su propia historia, que la opresi贸n laboral siempre fue una piedra interpuesta en el camino de la libertad. 鈥淓l camino para ser

delegada tiene que ver con mi historia personal. Mi padre, Jos茅, falleci贸 a los treinta y ocho a帽os por trabajar en condiciones insalubres en una imprenta. En ese momento, mi madre, Luisa, una mujer que solo conoc铆a el 谩mbito privado, tuvo que empezar a trabajar en un taller de costura y soportar la hostilidad de una sociedad que, por un lado, fomentaba la maternidad, y por el otro ofrec铆a condiciones precarias de trabajo a las mujeres que ten铆an hijos鈥, relata.

La injusticia ya tiene generaciones que pueden contarla. Sin embargo, no est谩 ni en la agenda, ni en la tapa de los diarios (como en Espa帽a, por ejemplo, donde se dispuso por ley que las empresas fomenten a las mujeres a ocupar puestos de poder) y sigue siendo una excepci贸n. 鈥淟legu茅 a ser delegada porque mis compa帽eros (soy la 煤nica mujer en un edificio con cuarenta varones) creyeron que pod铆a defender sus derechos, acompa帽arlos y contenerlos y porque vieron que ten铆a fuerza y estaba dispuesta a luchar contra la injusticia鈥, enumera M贸nica. 鈥淭odav铆a hay tan pocas gremialistas porque la sociedad delimit贸 que esto es cosa de hombres. Pero, adem谩s, nuestro propio desempe帽o en el trabajo, en el hogar y en la actividad gremial implican el costo de una tercera jornada que no todas est谩n dispuestas a pagar.鈥

Sin embargo, si no fuera por las M贸nicas gremialistas 鈥搎ue poco se escuchan鈥 nadie hablar铆a de las deudas pendientes. 鈥淓l trabajo precarizado, la mano de obra barata, las jornadas extensivas de trabajo, el acoso laboral y sexual, las amenazas a la representaci贸n gremial. Es cierto que el trabajo nos da la posibilidad de proyectarnos, pero nos tenemos que preguntar qu茅 tipo de trabajos queremos para todas鈥, nombra en voz alta, con la misma voz con que reclama un aumento del 25 por ciento. Y busca arreglar la aver铆a de la desigualdad en su trabajo, que es mucho m谩s que un trabajo como telef贸nica, delegada y secretaria de g茅nero. 鈥淟as dificultades para articular maternidad y trabajo hacen que nos sea doblemente costoso llegar a puestos de poder porque todav铆a no se reparten las tareas de la crianza de los hijos/as y los quehaceres dom茅sticos para que las mujeres nos desempe帽emos con m谩s libertad en el 谩mbito p煤blico鈥. Lo dice M贸nica, que hace veintid贸s a帽os es despachadora de aver铆as y tuvo que esperar a que sus hijos crecieran para dejar de delegar la defensa de la igualdad y ser delegada de sus derechos. Lo dice M贸nica, que tiene un oficio raro. Pero est谩 para arreglar lo que no se escucha. Algunos la llaman despachadora de aver铆as.

Siete de cada diez argentinas sienten discriminaci贸n laboral 驴En el mundo del trabajo hay diferencias entre hombres y mujeres?

S铆: 68%
No: 31%
No sabe: 1%

Fuente: Encuesta sobre 1600 casos de mujeres (de 18 a 69 a帽os) del area metropolitana de Buenos Aires, Gran Cordoba y Gran Rosario, realizada por el Equipo Latinoamericano de Justicia y G茅nero, entre marzo y abril del 2006.

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