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Viernes, 19 de octubre de 2012
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dia de la madre

Esa brecha entre la esclavitud y la libertad

En los barrios populares los hijos e hijas son un bien social que se cr铆a en la comunidad, al abrigo de las redes fundamentales para la supervivencia. En la clase media, sin embargo, los hijos son tus hijos y la madre es quien debe sacrificarse o convertirse en malabarista si quiere sostener su vida y sus proyectos. Esta observaci贸n es la que llev贸 a la editora Tamara Domenech a idear un libro con textos de 33 escritoras diversas que tejen desde sus reflexiones sobre la maternidad esa red fundamental para la supervivencia, sea en la clase que fuera.

Por Flor Monfort
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Desde que sali贸 la ley de matrimonio igualitario en nuestro pa铆s, en 2010, mucho se dijo sobre las 鈥渘uevas formas familiares鈥 que asomaban como estructuras visibles que ahora ten铆an marco legal. Lo cierto es que fue la legalidad lo que les dio protagonismo a las 鈥渘uevas familias鈥 pero no existencia. Estaban all铆, mucho antes de tener nombres y apellidos en diarios de tirada nacional, desarroll谩ndose, creciendo y gestando lazos m谩s all谩 de los biol贸gicos, m谩s all谩 de los estrictamente estipulados por alguna carta de presentaci贸n dogm谩tica que establece aquello de la 鈥渇amilia normal鈥 o 鈥渇amilia tipo鈥 y que manda un pap谩 hombre, una mam谩 mujer y la parejita de hijos nene y nena.

El avance en las t茅cnicas de reproducci贸n asistida tambi茅n es un pilar gracias al cual pensar en que esas familias homoparentales tienen la posibilidad de crecer, as铆 como de dar un hijo a mujeres sin pareja o con dificultades para concebir. Las trabas de la adopci贸n y la posibilidad de incluir este tema en la agenda p煤blica para pensar en una ley nacional que agilice los tr谩mites y les d茅 hogar a los ni帽os y ni帽as que lo necesiten tambi茅n es un antecedente que planta bandera. Efectivamente hay nuevas formas familiares y hay que darles espacio para que respiren y se expandan.

La historia de Mar铆a Bel茅n Ochoa, una trans cordobesa a quien un juez le otorg贸 la tenencia definitiva de dos ni帽os de su Holmberg natal que ella protegi贸, cuid贸 y alberg贸 en su casa desde beb茅s (por las dificultades de la mam谩 biol贸gica en cumplir esa funci贸n) es una prueba de ello. Mar铆a Bel茅n vive sola con los dos: a la m谩s chica la conoce desde los 26 d铆as. Hoy tiene 6 a帽os y hace m谩s de 3 que no ve a su mam谩 de sangre. Y para que la Justicia habilite esta posibilidad tuvo que haber decenas de testimonios de un barrio perif茅rico de una provincia argentina que poco sabe de teor铆a queer. Un barrio que aval贸 ese cuidado y que ayud贸 a que fuera posible. Pero como esta historia hay miles. Gente que ha crecido dici茅ndole 鈥渕am谩鈥 a la abuela, porque la madre biol贸gica era adolescente cuando lo tuvo o el hecho de ser madre soltera puso en jaque algo del orden familiar y del deber ser social. Mucho antes del matrimonio igualitario, 茅sas ya eran familias comaternales: criaban chicos y chicas, no siempre en armon铆a, muchas veces acompasando con secretos, mentiras y reproches, pero exist铆an, y la falta de espacio para pensar diverso seguramente las complic贸 pero no fren贸 su existencia.

Algunos a帽os despu茅s de la ley de divorcio, se empez贸 a hablar de familias ensambladas, formadas por los tuyos, los m铆os, los otros y nosotros, pero siempre con el supuesto del binarismo, ese andamio de nuestra cultura para pensar la sexualidad y los g茅neros. El avance de lo queer arras贸 con esa perspectiva y hasta la noci贸n de sexo est谩 cuestionada cada vez que nace una persona intersex en el mundo, pero aun as铆 los lugares de madres, padres e hijos se siguen pensando muchas veces en compartimientos estancos, anclados en un oc茅ano de lugares comunes y perspectivas acotadas de lo que es conveniente hacer o decir. En un mundo con m谩s chicos vulnerados en su posibilidad de acceder a salud y educaci贸n que aquellos que s铆 pueden tenerlas, es dif铆cil pensar que lo biol贸gico y lo formal sean la respuesta de algo, las mejores opciones para ser saludables en la vida adulta, y todas estas historias, estas 鈥渘uevas familias鈥 que no son tan nuevas pero s铆 emergen como verdades de hecho, vienen a poner en jaque la solidez del mandato, la rigidez de la familia tradicional.

SALTO AL VACIO

Tamara Domenech es licenciada en Comunicaci贸n Social, artista visual y escritora. Desde 2010 dirige Ediciones Presente, una editorial independiente que ahora publica la antolog铆a Literatura y maternidad. All铆 Domenech re煤ne textos de 33 escritoras de distintas generaciones que hablan de su experiencia con la maternidad pero no s贸lo de ellas como madres, porque hay algunas que no lo son, sino de su devenir mujeres como hijas, nietas, hermanas, compa帽eras.

El a帽o pasado, Domenech fue mam谩 por segunda vez (Rita tiene 4 a帽os, Seraf铆n va a cumplir 2) y esa experiencia le despert贸 una observaci贸n que hab铆a tenido en 2004, trabajando en villas y barrios perif茅ricos como planificadora comunicacional y gestora cultural en un programa que se llama 鈥淏ibliotecas para armar鈥, que depende del Ministerio de Cultura de la Ciudad. Se trataba de construir bibliotecas en distintos espacios que ya funcionaban en esos lugares: en casas particulares, en comedores, etc. 鈥淔ue muy impactante. Las mujeres despu茅s del 2001 se pusieron a la cabeza de una reestructuraci贸n existencial, estaban al mando, eran la vanguardia del salir adelante despu茅s de la crisis. Muchas de estas mujeres abr铆an directamente las puertas de sus propias casas para crear comedores populares, dec铆an 鈥渄onde come uno comen dos鈥, les daban de comer a sus hijos y a los del barrio sinti茅ndolos propios. Mujeres que se sobreponen pese a que todo el contexto es hostil, que se superan a s铆 mismas, que establecen redes con otras mujeres, que avanzan鈥, dice y cuenta que esta experiencia le dispar贸 la idea porque la llegada de su segundo hijo, perteneciendo a la clase media y viviendo en el contexto de una ciudad, la shocke贸 por completo. 鈥淵o crec铆 en Gonet, un barrio de La Plata, y hasta la juventud viv铆 all谩. Me pareci贸 sumamente desequilibrante la idea de ser madre y que no existiesen redes m谩s fuertes entre las mujeres en las cuales poder compartir aquello que vivimos. A la vez sent铆a fuertes identificaciones con otras: amigas, conocidas, que est谩n o estaban pasando por la misma situaci贸n, mujeres profesionales, escritoras, artistas, que estaban tan desbordadas como yo pero que no buscaban respuestas, sino que aceptaban resignadamente esa ausencia de contenci贸n. Cada vez que nos junt谩bamos a conversar era hacerlo sobre los mismos temas, y no pod铆amos desarticular ese discurso de la pesadumbre, por decirlo de alguna manera, y crear un dispositivo capaz de contenernos a todas en algunos proyectos.鈥 Su utop铆a inicial fue alquilar una casa entre todas y que pudieran usarla como espacio donde dar clases, talleres, etc., pero que a la vez sirviera para albergar a los hijos e hijas de todas. La idea era que se fuesen turnando para cuidar a los chicos mientras las dem谩s trabajaban. 鈥淯na especie de colectivo, porque adem谩s implicaba invertir el mismo dinero que por ah铆 pon铆amos en una ni帽era. Yo quer铆a que fuera una casa de puertas abiertas pero qued贸 en la nada, les pareci贸 imposible. Creo que sintieron que hacerlo implicaba un quiebre demasiado grande en sus rutinas. Yo creo que nos tendr铆amos que poder arriesgar m谩s. Para m铆 es una idea genial, de hecho tengo el proyecto escrito que les mand茅 por mail una madrugada... Alquilar un lugar tambi茅n me parec铆a interesante porque no era 鈥榥os juntamos las madres y cerramos las puertas鈥, sino abrir puertas a partir de la experiencia de cada una y reapropiarse de esta imagen de otros sectores sociales de tener las puertas abiertas y sumar a otras y otros que estuviesen pasando por estas experiencias. En las villas no s贸lo hay otra concepci贸n de la maternidad sino tambi茅n de la fiesta. Festejar un cumplea帽os, por ejemplo, no implica un problema econ贸mico, no hay sal贸n, cotill贸n y dem谩s temas a resolver, se hace y listo. En la clase media todo es m谩s enroscado. Mi propuesta ten铆a tambi茅n que ver con recuperar el sentido de la fiesta y festejar sin importar la coyuntura y sin depender de estos lugares que cuestan una fortuna, porque mucha gente no abre las puertas de su casa porque vive en departamentos donde si hay m谩s de 10 personas se desborda todo. La socializaci贸n del tema var铆a tambi茅n en relaci贸n con las clases sociales. No es lo mismo crear un dispositivo, como propon铆a yo, a partir del cual esto se pueda compartir, que hablar cinco minutos con una madre mientras esper谩s que tu hijo o hija salga de la escuela. Son dos cosas totalmente distintas.鈥

驴Por qu茅 pens谩s que esa trama que se arma tan naturalmente en las villas o en barrios populares no puede replicarse en las clases medias de las ciudades grandes?

鈥揧o creo que tiene que ver con una fatalidad de la clase social a la cual pertenecemos. La clase media que tuvo acceso a un sinf铆n de cosas tiene adem谩s m谩s intereses particulares, en vez de pensar qu茅 nos asemeja y nos une al otro. Me parece que es un problema, yo por lo menos lo siento as铆, el hecho de que cada uno est茅 tan pendiente de la mismidad y de la cosa peque帽a. Es un segmento particular, porque por supuesto hay gente de clase media que son militantes o que trabajan en organizaciones sociales o que simplemente se arman diferente, pero la mayor铆a tiene esta cosa m谩s ego铆sta y autorreferencial que los limita a pensar la maternidad y paternidad como algo privado, cerrado. Pero adem谩s es un tema de pol铆tica p煤blica: en los CGP no hay programas de contenci贸n a las mujeres que est谩n transitando ese proceso, no hay charlas, desde el momento en que una mujer decide ser madre hasta la crianza. Cuando fui madre por segunda vez me acerqu茅 a una salita de mi barrio para averiguar, y hay una visi贸n tan sesgada de lo que significa ser madre que lo 煤nico que hay es gimnasia para embarazadas, como si eso colmara todos los interrogantes que una mujer tiene en el momento de ser madre. Faltan desde el Estado m谩s planes, programas, etc., que contengan a la mujer que decide ser madre, ya sea biol贸gica, adoptiva, de familias ensambladas.

Para vos el segundo hijo fue el quiebre, cosa que en general no se dice de la maternidad, salvo algunas excepciones: el trabajo que implica, las renuncias que trae, los nuevos espacios que abre. Hay todo un imaginario sobre el cual se desprende que ser madre equivale al para铆so.

No se habla del trabajo que implica la crianza y el sostenimiento de un hogar. Creo que desde las pr谩cticas y los discursos cotidianos hay que empezar a visibilizar esta cuesti贸n, seguir diciendo que el lado B de la maternidad es muy fuerte. La maternidad est谩 absolutamente idealizada. Se dice muy poco del desborde emocional y existencial que implica un hijo, la poca ayuda que muchas veces tenemos las mujeres cuando damos a luz: los abuelos no son los abuelitos de antes, tambi茅n trabajan, est谩n cansados, etc. Tambi茅n hay una cuesti贸n econ贸mica en juego de la que se habla poco, y respecto de la culpa, tampoco se llega a hablar totalmente. A ver, 驴cu谩l es el problema con que un chico est茅 todo el d铆a con otra persona, si esa persona lo cuida bien? Porque parece que dejar a un chico con alguien es grav铆simo y sobre eso tambi茅n hay distintas versiones desde la 鈥渁cademia鈥 si quer茅s o desde la literatura especializada. Y creo que tenemos que seguir levantando la bandera de que una mujer para ser una buena madre tiene que poder seguir haciendo su vida, eso es fundamental, cueste lo que cueste. Una se puede dejar llevar por la emoci贸n o el cansancio, pero hay que tener un eje y preguntarse: 驴qu茅 madre quiero ser yo? 驴Una madre que siga sus intereses? 驴Una madre gozosa o una madre sufriente?

LITERATURA COMO ESTRATEGIA

A pesar de la negativa general, Domenech no quiso dejar completamente el tema de lado. Fue convocando a diversas escritoras y ellas a su vez le fueron recomendando a otras que pod铆an estar interesadas. Fue recibiendo los textos, los edit贸 y en un momento, con dos hijos y esa falta de red de la que habla y que quiere problematizar, sinti贸 que eso era todo lo que pod铆a dar. 鈥淎 m铆 me gusta trabajar con un a帽o de anticipaci贸n, me interesa que las etapas de la gesti贸n cultural se cumplan: convocatoria, edici贸n, producci贸n, etc. Convocamos a una fil贸sofa especialista en maternidad y g茅nero, Mar铆a Marta Herrera, para presentarlo y complejizar el tema desde otro campo, pero tal vez es algo que termine ac谩, con el libro, no lo s茅鈥, dice y aclara que la idea, m谩s all谩 de que prospere o no, es construir una red de voces que suenen un poco m谩s fuerte, porque muchas veces todas estas cosas son dichas casi como en un murmullo por las mujeres, desde 鈥渘o doy m谩s鈥 hasta 鈥渓o quiero matar鈥.

Domenech observa la plaza como un espacio de salvaci贸n, una pasada de descanso y tambi茅n una mediaci贸n para tanta intensidad. 鈥淟a casa tiene esa cosa de armadura de las horas, que no es todo hermoso, es al rev茅s a veces. Hay momentos muy lindos pero est谩 ese otro momento: esperar a que alguien llegue, que alguien llame, alguien que te saque de esa demanda y asistencia permanente. Una persona que no duerme y tiene que asistir a otra todo el d铆a est谩 definitivamente en una situaci贸n de borde. Por eso yo hablo tanto de la red, que fue mi intenci贸n con este libro, al menos en t茅rminos simb贸licos: lo importante de la contenci贸n, de compartir.鈥 Siguiendo con las met谩foras de las clases sociales, Domenech observa que en la plaza se pone en juego el sentido de la propiedad. 鈥淓stoy en la plaza mirando a mi hijo, que es mi propiedad, que nada le pase a MI hijo, como si hablara de mi casa, mi auto, mis cosas. Esto para m铆 es una trampa. Cuando yo trabajaba en las villas, era 鈥渟铆, 茅ste es mi hijo pero yo no dejo de mirar a los otros鈥, como si los lazos fuesen diferentes, lo sangu铆neo en un punto se desdibuja y est谩 lo afectivo, la solidaridad, la noci贸n de grupo. La construcci贸n de un lazo que no est谩 dado por la sangre ni por la propiedad. En los comedores populares comen todos y si necesitan apoyo escolar se busca para todos. Se crean espacios de pertenencia independientemente de la coyuntura de cada familia. Las decisiones para la clase media son ten茅s o no ni帽era, doble o simple escolaridad. Todo termina quedando en un plano de debate que para m铆 es la antiutop铆a de la maternidad鈥.

驴Qu茅 ves en el libro que puede cambiar las cosas?

鈥換ue se abre un mundo. Para m铆 fue importante pensar un proyecto, hacerlo y luego vemos. Hay cosas que hay que hacerlas para ver qu茅 es lo que pasa. La impresi贸n que me dejaron los textos es de poca identificaci贸n, pero me parece interesante en t茅rminos conceptuales que el material exista, que este espacio est茅 abierto y leer qu茅 tipo de materiales producen estas mujeres, de este contexto sociocultural y con estas premisas. Porque hay cierta cosa de que de esto no se habla, como si lo que una tuviese para narrar debiera ser bello y ya, est谩 estereotipado qu茅 se puede y qu茅 no sentir.

Tuve una necesidad de escuchar a otras mujeres. Y creo que una se empieza a re铆r cuando dice cosas de verdad, cuando la deja de caretear. El kilo de m谩s que tu marido te deja de ver es el discurso hegem贸nico, ojal谩 fuera solamente eso: algo tan fr铆volo, tan pasajero. Me parece que de lo que se trata es de una revoluci贸n, lo que significa querer ser madre y no en sentido biol贸gico. Hay muchas personas que siguen con su vida como si no hubiese pasado nada, como si no hubiese habido una irrupci贸n. La maternidad es la libertad y por momentos es la esclavitud y hay que transitar esa ambig眉edad por lo menos de manera airosa. Y lo que no viene a hacer la maternidad es a realizar ni completar nada, que 茅se es otro circulante: que la mujer est谩 hecha cuando es madre. La maternidad es el comienzo de algo, no es la realizaci贸n de nada. Y es la construcci贸n de un v铆nculo con otro que no se sabe c贸mo va a ser. Un hijo es una compa帽铆a que se dese贸. Es sentir una fuerza y una potencia, a sobreponerse de lo que sea.

Literatura y maternidad se consigue en:
Cobra, Aranguren 150, Caballito.
Purr Libros: Santa Fe 2729, local 32.
La Internacional Argentina. Padilla 865.
Club Editorial R铆o Paran谩. V茅lez S谩rsfield 395, Rosario.
M谩s info: edicionespresente.blogspot.com.ar

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