Un mecanismo de defensa tÃpico de las mujeres que circulamos por el espacio público (y nunca libremente, pocas veces despreocupadas, desentendidas o dueñas) es tragar la bronca ante el avance masculino, que aunque sea verbal y no fÃsico se materializa en amenaza y hostilidad. Tragar la bronca y seguir caminando, porque las que probamos contestar, escupir al piso o pegar un alarido de furia sabemos que la mayorÃa de las veces la respuesta suma al castigo, por eso el mejor consejo de abuela parece ser “seguà caminandoâ€, un gesto indiferente para dejar flotando en el aire lo que mal se llama “piropoâ€. Algo de esa escena naturalizada puso en jaque esta semana una joven de 20 años llamada Aixa Rizzo.
Hace un mes una cuadrilla de Edenor trabajaba todos los dÃas en la cuadra de su casa. Primero la seguÃan con la vista, en ese acompañamiento con la cabeza que de generoso no tiene nada, sino más bien es el preludio del acoso a secas. Y luego, muy pronto, con las frases hechas tÃpicas para la ocasión. La más obvia y gastada “te vamos a romper el ortoâ€. Hoy cuenta el dÃa a dÃa de esa pesadilla que terminó en custodia policial y una denuncia ante la fiscalÃa de su barrio (y que prefiere no dar a conocer porque la patota sigue allÃ, a pesar de que algunos medios lo difundieron) en un video que al cierre de esta edición contaba con 100 mil visitas, miles de demostraciones de apoyo en su Facebook personal y la catarata de comentarios misóginos de siempre en los que acompañan las notas periodÃsticas.
Pero si hay algo que queda claro es que un poco de este espÃritu de hartazgo que nos une a tantas cada vez que un cuerpo de mujer aparece como desecho, molido a patadas, tirado en la basura, se materializa también en la acción de Aixa. Y no hay pasión, ni amor ni arrebatos de enamoramiento en ninguno de ellos. No hay halago ni reparación en el piropeador, y mucho menos cuando viene en banda. No solo dijo basta sino que se animó a sacar el gas pimienta que llevaba en la cartera y activarlo contra los violentos, los que la amedrentaron apareciendo de a muchos para encerrarla. “¿Y con esta qué hacemos?â€, cuenta ella que se preguntaron unos a otros, y que cuando ella contestó con el dichoso disparo la trataron de loca, exagerada. ¿Algo que no haya vivido cualquiera que haya osado responder, darse vuelta, tirar un vaso de vino encima de un prepoteador serial?
El periplo posterior de Aixa consistió en hacer la denuncia, una fiscalÃa que al principio se resistió a recibirla y después aceptó ponerle una custodia, y finalmente un oficial de la Metropolitana que ordenó que la custodia se retirara e incluso insinuó que la denuncia podÃa invertirse y Aixa ser acusada bajo el rótulo de “lesionesâ€. Después el video y la viralización inmediata. Mientras tanto, los muchachos de Edenor entonan a coro “Si nos organizamos cogemos todos†y ella pone el cuerpo para contestar y seguir difundiendo su historia, esa que vivimos todas, todos los dÃas y que hasta ahora permanecÃa casi invisible para los grandes medios, muchos de los cuales reivindican esa frase que pretende ser una alabanza. Como siempre, el comienzo es difÃcil, la sombra de la duda se posa sobre la ¿loca? que osa defenderse con el recurso que tiene a mano, y allà están los que siguen estirando las voces que se animan a avanzar sobre nosotras. Pero Aixa les pone freno a todxs, con la frescura de una generación más empoderada: “Que la cultura de la violación existe y que hay una impunidad total está más que claro†termina su video, y ya no quedan dudas: algo está cambiando y no hay vuelta atrás.
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