Participé de la organización de la convocatoria, fui una de las 23 personas que trabajaron en eso. La magnitud que tuvo superó todas nuestras expectativas, fui feliz viendo a tantÃsimas personas juntas con, aunque más no sea, un consenso mÃnimo, repudiar los femicidios. Creo que lo del miércoles 3 de junio puede inscribirse en la rica tradición de las movilizaciones populares argentinas. El tema de la violencia machista atraviesa a todas las clases y a todas las ideologÃas.
Supongo que, entre otras causas, la masividad de la concentración se debió a la difusión mediática de los tremendos casos de los últimos años, a parte de la agenda polÃtica de la última década, más la violencia que efectivamente padecen muchÃsimas mujeres. Creo que esas mujeres vieron de manera contundente no sólo que no es naturaleza ser maltratada sino que un muy amplio sector de la sociedad condena esa violencia y las acompaña en su reclamo de justicia y en su esfuerzo por salir de esa situación. Ahora el Estado nacional debe tomar medidas fuertes, como dotar de presupuesto suficiente a las instituciones públicas que trabajan contra la violencia machista.
Presupuesto suficiente significa personal calificado, lÃneas de teléfono adonde pedir ayuda que respondan inmediatamente, refugios –muchos más que los que hay– para quienes tienen que huir de sus casas junto con sus hijxs, cursos de capacitación para reinsertarse en la vida laboral y asistencia psicológica y jurÃdica gratuita, entre muchas otras cosas. Además, invertir la ecuación: no es la mujer la que debe estar condenada a llevar el botón antipánico pegado a la mano todo el dÃa. Que el agresor que tiene una orden de restricción de acercamiento sea monitoreado electrónicamente.
* Escritora y periodista.
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