Meses ha que escuchamos hablar del conflicto en el Hospital Garrahan, dig谩moslo, como el tel贸n de fondo de algo por venir pero que no llega del todo. Y si uso el plural es porque todav铆a existe una ilusi贸n de nos, que en algunos medios se escucha nombrar como gente y en otros, no muy distantes unos de otros, como ciudadano normal (no, ciudadana, no). Ese nos, entonces, se debate entre tomar posici贸n por 鈥渓os ni帽os鈥 o por 鈥渓os trabajadores鈥 (ni m谩s ni menos que 鈥渘os鈥) cre铆dos como se ha buscado que creamos, que los intereses de ambos est谩n en conflicto y que el lugar com煤n, perd贸n, el sentido com煤n indica que no se puede poner en riesgo la atenci贸n de los peque帽os s贸lo porque unos y unas cuantas inescrupulosas pretenden ganar sueldos que superan el costo de una canasta familiar 铆ntegra. Pero, ay, las cosas suceden puertas afuera del hospital y lo malo, lo peor es lo que no puede ni siquiera llegar hasta ese centro. Mientras escribo, hace escasos minutos, muri贸 una ni帽a en Catamarca. Lo dice un cable con pocos datos extra, apenas que ten铆a una enfermedad respiratoria, que no ten铆a m茅dico cerca y que lleg贸 en estado desesperante al centro de salud que pudo, muy, muy lejos de su casa. Esta vez no hubo un Avelino que empujara la mula con mejor suerte, no hubo padre coraje ni largas historias en programas de cable que dieran cuenta de los pasos a trav茅s de la monta帽a. Es l贸gico, son 19 ni帽os y ni帽as que mueren por d铆a por causas evitables 鈥搇l谩mese otitis, bronquitis, hambre鈥 en diferentes puntos del pa铆s. Y s铆, tambi茅n es verdad que baj贸 la mortalidad infantil, pero siempre que promediemos Buenos Aires 鈥8 por mil鈥 con Corrientes 鈥30 por mil, casi Kenia鈥. En 19 lugares del pa铆s hay profesionales m茅dicos y no m茅dicos que ven c贸mo se escurre el derecho a la salud como un hilo de agua sucia que filtra entre tanto barro sin paro mediante. Ah铆 tambi茅n hay gente, ciudadanos normales, inertes, desjerarquizados m谩s all谩 del t铆tulo conseguido, que trabajan en salas y salitas perif茅ricas con sueldos que ni llegan a los que se desprecian en los hospitales de Buenos Aires. Separados, eso s铆, cada uno o una en su sala de barrio o de pueblo, impotentes. Qu茅 s茅 yo, que me disculpen a m铆 tambi茅n el lugar com煤n, o el sentido com煤n que es tan pat茅tico de ostentar, pero ac谩 el problema del derecho a la salud tiene poco que ver con trasplantes o enfermedades complejas. Tiene que ver con una miseria m谩s cotidiana a la que asistimos sin ver porque verla todos los d铆as ser铆a insoportable, repetitivo, un lugar com煤n del buen sentimiento. Y entonces andamos as铆, indignados e indignadas por el paro medi谩tico y sus derivaciones pol铆ticas, porque al fin y al cabo esto tambi茅n es parte del palacio y ah铆 las cosas huelen mejor que en la periferia. Es que nosotros somos as铆, 驴vio?, gente com煤n con deseos comunes. Queremos ver al Diego y que el cielo se caiga, porque total, Dios sigue siendo argentino.
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