Para Independiente, el angustioso empate ante Boca fue un traspié desde el resultado. Sumó su cuarto partido sin triunfos y continúa comprometido en la zona baja del promedio. Pero, al mismo tiempo, encontró un panorama alentador desde el juego. El partido fue atractivo, pero sólo por lo que hizo el equipo de Avellaneda. Buscó por todas partes y de todas las maneras, controló la pelota y tuvo las mejores ocasiones; apenas, aunque no menos importante, le faltó afinar la punterÃa.
Minutos antes del comienzo, el Libertadores de América lucÃa casi colmado. Un clima digno de cualquier final se respiraba en el aire. De esa forma asumieron al compromiso los hinchas, que le pusieron un marco espectacular al clásico. De esa forma, también, lo consideraron los futbolistas que, desde el pitazo inicial, demostraron un clara superioridad.
Para el conjunto conducido por Gallego, el duelo ante el elenco boquense fue una pelÃcula repetida. Ayer, como en buena parte de los encuentros que disputó en el torneo Final –por caso, el choque ante Godoy Cruz en la sexta fecha puede ser el mejor ejemplo– jugó bien, fue prolijo y supo marcar una clara superioridad, pero le costó plasmar todo eso en los metros finales. Pagó cara su ineficacia en el arco rival para poder reflejar, en el marcador, lo hecho en el campo. Ante los mendocinos cayó 0-1; ayer, por lo menos, obtuvo un punto, aunque ni los más optimistas se conformaron.
Un pelotazo entre los centrales le bastaba al dueño de casa para crear peligro ante un tibio rival. El retorno de Montenegro –recuperado de una distensión en la pierna derecha– y la presencia de Vargas le brindaron movilidad al ataque. Enseguida, el media punta creó dos chances claras de gol, una de ellas derivó en claro penal de Pérez sobre Leguizamón. El diez tuvo su chance, pero la tiró al tacho con un anunciado remate.
Independiente hizo honor a la máxima del fútbol que reza que los goles que se marran en un arco se pagan en el propio. Silva cabeceó un centro de Sánchez Miño y puso el impensado 0-1. Pero, por irónico que parezca, el Diablo tuvo fe, creyó en sus posibilidades y sus fieles también. Aplaudieron al equipo cuando se fue al vestuario y alentaron en la reanudación.
Cabulero como tantos en el fútbol, Gallego, que en la primera mitad habÃa lucido una chomba roja a rayas blancas, salió al campo de juego con una remera negra, quizá para intentar cambiar la historia. Aunque lo verdaderamente influyente fue el ingreso de Villafáñez para explotar el sector izquierdo, resentido tras la expulsión de Cellay en la primera mitad. AllÃ, el joven mediocampista aprovechó su velocidad y metió el centro que devino en gol de Morel RodrÃguez, que sometió a su antiguo club. En el domingo de Pascuas, ese Diablo, que cada fecha carga con años de historia en su mochila, resucitó con el estruendo del gol. Fue por más, pero volvió a pecar en la definición. Entre aplausos y silbidos, el equipo se fue al vestuario masticando la bronca de un empate muy lejano del trámite real, pero con una mÃnima mueca de tranquilidad.
Comentarios: Pablo Ribera.
Estadio: Independiente.
Arbitro: Saúl Laverni.
Goles: 38m, Silva (B); 62m, Morel RodrÃguez (I).
Cambios: 46m Villafáñez por Fredes (I), 53m C. RodrÃguez por Fernández (B), 56m Somoza por MartÃnez (B), 56m FarÃas por Miranda (I), 71m BenÃtez por Leguizamón (I), 77m Colazo por Sánchez Miño (B).
Incidencias: 11m, Orion (B) le atajó un penal a Montenegro (I); 16m, expulsado Cellay (B).
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