Uno vivió humillado y ofendido,
se sintió negro, paria,
risible minorÃa,
adventista, croata,
o bicho raro.
Uno aguantó silencios,
miradas bocayunior,
sonrisas riverplei
y condolencias.
Uno sufrió, mintió,
dijo no es nada,
se congeló el amor en un descenso,
honestamente quiso sacudir su carga.
Uno debió explicar con voz de tÃo
que habÃa una vez un Lauri,
y habÃa un Guaita,
y habÃa una delantera,
y habÃa un sueño dragón y una princesa
y habÃa un rey Estudiantes de La Plata.
Uno dejó colgada durante veinte años
la foto de Zozaya,
porque sÃ, porque bueno, por costumbre,
porque le daba no sé qué sacarla.
Y un dÃa la sacó
como se sacan
los relojes viejos,
el diploma de sexto,
o las nostalgias
(estaba desteñida y amarilla,
y en la pared quedó como una marca
o un fantasma).
Uno se fue,
se rechifló del fútbol,
por despecho
se volvió criticón y sociológico;
se dedicó al latÃn, al mus, a la polÃtica,
al ajedrez, al sánscrito, a la siesta,
a la literatura, a Beethoven,
o simplemente a nada.
Y se indignó
y habló del opio de los pueblos
y la revolución
que se vacÃa en el vicio de las canchas.
Y aguantó como un hombre,
y vio a su hijo colgar la foto de RattÃn
(justo en aquella marca)
y lo vio bostezar
de tanto cuento viejo y tanto Lauri,
tanta caperucita y prÃncipe encantado
y tanto rey Estudiantes de La Plata.
Uno vivió humillado y ofendido,
se sintió negro, paria,
risible minorÃa,
adventista o croata.
Entonces,
¿se dan cuenta
por qué ando asÃ,
bastante bien últimamente,
con sonrisa de obispo
y con dos alas?
* Veterinario, vendedor, ceramista, investigador y, más que nada, poeta y escritor. Cacho Costantini nació el 8 de abril de 1924 y murió a los 63 años, el 7 de junio de 1987, después de haber sobrellevado en México 7 años 7 meses y 7 dÃas de exilio en los negros tiempos de la última dictadura militar. Consecuente militante de izquierda, conjugó su compromiso social con originales técnicas narrativas. Escribió novelas, cuentos, poemas y obras de teatro que fueron traducidas a varios idiomas. Las obras más conocidas son De por aquà nomás y De dioses, hombrecitos y policÃas. Pincha desde la cuna, escribió este poema –que hoy recobra vigencia– poco después de que Estudiantes de La Plata se consagrara campeón intercontinental, en 1968.
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