Domingo, 15 de agosto de 2004
De todas partes
De miel y milagros
Matilde Bensignor
Simurg
Buenos Aires, 2004
290 págs.
Por Jorge Pinedo
A diferencia de lo que ocurre por estas playas rioplatenses, en Madrid habitan cerca de cinco mil sefardÃes y apenas unos cientos ashkenazi (buena parte arribados merced a la diáspora argentina), a tal punto que el humor local señala que estos últimos suelen ser los mejores amigos de los judÃos. Asà lo recuerda uno de los emigrados, el psicoanalista (porteño en retiro efectivo) Arnoldo Liberman, al prologar De miel y milagros, el entrañable texto donde Matilde Bensignor se despoja de cualquier vanidad literaria a fin de recuperar la memoria doméstica de un pueblo, el suyo.
Objeto de una doble discriminación: por ser judÃos y, a la vez, connotados como de pocas luces por los “rusos†(los ashkenazi), los “turcos†(los sefardÃes) ostentan con orgullo un bagaje cultural milenario que, como todo pueblo alguna vez trashumante, se entrelaza con sucesivas etnias a través de los hábitos cotidianos: árabes y griegos, armenios e italianos, españoles y moros, caribeños y argentinos. Tradiciones imbricadas en la música y la poesÃa, en costumbres de mesa y vestimenta, en fórmulas gastronómicas e invocaciones, usos del lenguaje y sinonimias, sistemas de parentesco y códigos de intercambio.
Conjunto de usos y valores transmitidos de generación en generación, se instauran al modo de formaciones culturales que arriban bajo la forma de anecdotarios y canciones infantiles, recetas de cocina y rituales religiosos; también al modo de instituciones y ceremonias. Activa promotora cultural, Bensignor urde la trama de un texto en el cual se entrecruzan pinceladas en la antiquÃsima lengua ladina (“Paridura de hiyo, dicÃan las vieyas, cuando se adulzaban. ¿Por qué hiyo y no hiya? A la hiya hay que prepararle el ashugar, darle la dote al mancebo que la elija. Con el varón, todo es colai. Aide, livianez, ahora, cuse.â€) con no menos deliciosas recetas de cocina. Surgen de tal modo los boios, rellenos de verdura; el hojaldrado dulzor del baclabá, la sorprendente mermelada del arrope (¿no era folk del nordeste argentino?), la almendrada tersura de los mogadós para las bodas. Jalones que trazan una alianza entre la raigambre gastronómica, propia de la historia individual, y las vicisitudes colectivas que vienen marcando a todo un pueblo por encima de los motes peyorativos que se adjudiquen internamente. En eterno presente Matilde Bensignor repasa las festividades (Rosh Hashaná, Iom Kipur, Pesaj), las ceremonias (los casamientos, los rituales funerarios, el Bar Mitzvá, el Shabat), los grandes momentos históricos (la Inquisición, la diáspora sefardÃ, la Shoá, el Estado de Israel) sin descuidar las peculiaridades que vibraron dentro de su propia familia, al modo de un eco paradigmático. Un prolijo glosario e Ãndice de canciones ladinas agilizan la lectura del neófito.
Amplitud de perspectiva que aporta elementos heteróclitos que al concatenarse dibujan el mapa simbólico de la patria sefardÃ, enfrentada a esa sÃsmica elección entre la tierra y la fe, donde “la música de Sevilla y Granada siguió sonando en tus entrañas con el canto lejano de una patria prohibidaâ€. Destino de Heine, Spinoza, Disraeli, Maimónides, Alasraqui, Abulafia, Janá y Benveniste, entre tantos Peres, con o sin la zeta marrana.
Una alegrÃa consuetudinaria hace transcurrir la pluma de Bensignor, afianzándose en un género que toma de las memorias, del epistolario, delrecetario, de la recopilación oral; como la propia tradición sefardÃ: de todas partes.
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