Por Sergio Kisielewsky
Raúl Soldi. Sus tres secretos
Margarita Magdalena Soldi
Dunken
156 páginas
¿Se puede narrar la desolación en la infancia? ¿El encierro de dos niñas en un colegio pupilo? ¿El quiebre con todo lazo del mundo afectivo y familiar? La propuesta es de riesgo pero la historia de vida que cimienta toda la obra genera un incómodo asombro. En especial porque se trata de convocar a un padre que en las instancias decisivas estuvo ausente, “permitió†que dos de sus tres hijas fueran a parar a un instituto religioso. El padre en cuestión, Raúl Soldi, atraviesa el libro como un aullido en medio de la intemperie. “Hablar de él es como hablar de una música pocas veces oÃda y al mismo tiempo distanteâ€, escribe Margarita Magdalena Soldi. Y es esa distancia lo que nos acerca al personaje.
Asà nos enteramos de su trabajo como escenógrafo en Argentina Sono Film, donde participó en más de 80 pelÃculas, de su reconocimiento en el paÃs y en el extranjero.
“Extrañar... ¿era igual que morir?â€, se pregunta la autora haciéndose fuerte cuando narra y no cuando explica el porqué de los sucesos.
Confesiones de amor, escenas donde Soldi pinta y se abraza con su madre y el retrato de una abuela compinche completan una idea de Buenos Aires en la década del ‘40. Las dimensiones del internado, la indiferencia de sus compañeros evocan ese designio de Lacan: “La verdad tiene estructura de ficciónâ€. Es lo que ocurre al leer estos secretos.
Mudanzas, encierros, chicas que abren puertas que no deben abrir.
Por momentos, una dimensión cinematográfica revitaliza el texto. Las fotos familiares que contiene el libro estremecen asà como la carta que el pintor envÃa a sus hijas. Un punto de vista personal, infranqueable y por ende indiscutible. La que narra en este caso es la hija pequeña, una y mil veces herida. Una y mil veces sentada a escribir un libro de confesiones. De amor, sin duda.
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