Cuentos elegidos
Guy de Maupassant
Malke
114 páginas
Por Sergio Di Nucci
En la galaxia de la literatura francesa todo avanzó por oposiciones más cerradas que en cualquier otra literatura. La tierra de Descartes, que a menudo los ingleses reducen a un hexágono con irrefrenable tendencia a convertir todo en teorÃa, vio suceder sus movimientos literarios de un modo siempre violento y cortante: el único modo, después de todo, de una cultura analÃtica que ha promovido siempre el disenso, los méritos conflictivos del estar a favor o en contra.
Uno de los crÃticos justamente más filosos y polémicos de Francia es Dominique Fernandez, que hace poco restableció una saludable oposición: si Stendhal representa la exacerbación y los excesos de la vida, artÃstica o no, Flaubert promueve en cambio al escritor profesional, que sacrifica la vida a la obra y convierte a la literatura en un campo cerrado de laboratorio.
Se podrá agregar, sin traicionar a Fernandez, que el mejor discÃpulo de Flaubert, Guy de Maupassant, encarna la operación retorno a Stendhal: jamás la obra por sobre la vida. “Demasiadas putas, demasiadas drogas, demasiado remo y yatesâ€. O en palabras de Flaubert: “No sé nada de los amigos, excepto en lo que atañe al joven Guy. Me ha escrito últimamente que en tres dÃas se habÃa echado 19 polvos. Eso está muy bien, pero tengo miedo de que acabe deshaciéndose en espermaâ€. Los excesos colmaron la vida del discÃpulo luego de la muerte del maestro en 1880. Que sin embargo merced a sus preceptos disciplinarios logró en parte que el joven redactara esa pequeña obra maestra llamada Bola de sebo (1880). En los años que van de la muerte de Flaubert al final de sus dÃas, Maupassant escribió cientos de cuentos y nouvelles que fueron a contrapelo de las enseñanzas del maestro sobre la dignidad del arte, los deberes del artistas, el obligado desdén hacia el burgués, etc.
El argentino Walter Romero ha seleccionado, prologado y traducido de manera precisa y fiel un puñado de relatos de Maupassant. Que no obstante sus advertencias sà terminan por ser felizmente representativos de las dimensiones más vitales del escritor normando: porque están el feroz “La locaâ€, el fantástico –y de resonancias homoeróticas– “¿El?â€, los excitantes “El puertoâ€, pero más, mucho más “Idilioâ€, sobre la leche de la humana (y sexualÃsima) ternura. La edición es bilingüe e incluye el prólogo de Maupassant a su novela Pedro y Juan (1887) que motivó en su momento consternación en los cÃrculos flaubertianos y hoy sigue siendo actual. Como señala Romero: “En el museo del cuento, Maupassant nos ofrece pabellones de angustia y locura, cuadros de costumbres de un gótico doméstico y patético o frescos donde la literatura se anima a cobrarse las miserias bélicasâ€.
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