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Domingo, 12 de octubre de 2008
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No pertenecer

Lafcadio Hearn convenci贸 a sus editores de ser enviado a Oriente por este libro escrito sin haber pisado China. Cautiv贸 a muchos. A Borges entre ellos.

Por Sergio Kiernan

Fantasmas de la China
Lafcadio Hearn

Traducci贸n de Marcos Mayer y posfacio de Pablo De Santis
La Compa帽铆a
157 p谩ginas

Chiquito, miope, fe贸n y de lo m谩s t铆mido, Lafcadio Hearn fue un escritor marcado por la dificultad de pertenecer a algo. Su madre era una griega fr铆a de ascendencia maltesa, o sea una brit谩nica colonial. Su padre era un m茅dico bastante s谩dico de ascendencia irlandesa, apenas menos colonial. Y 茅l naci贸 griego, en la isla de Lafcada, lo que le dej贸 un nombre rar铆simo hasta para los victorianos y una nacionalidad inglesa que nunca us贸. Pese a que se educ贸 en Dubl铆n, pese a que no perdi贸 su acento mitad y mitad, y pese a que nunca escribi贸 m谩s que en ingl茅s, Hearn desapareci贸 de esas islas apenas pudo. Su breve vida acab贸 en Jap贸n, con el nombre de Koizumi Yakumo y con una familia que al final s铆 lo quer铆a.

Si Hearn no hubiera ido a Oriente nadie nunca hubiera o铆do de 茅l, con lo que le debemos una a la editorial Harper & Brothers. Para cuando le pagaron el largo pasaje, en 1889, Hearn ten铆a treinta nueve de edad y veinte de exilio. Viv铆a en alg煤n rumbo de Estados Unidos 鈥攎谩s que nada en el sur, donde se cas贸 con una negra, acto de coraje y provocaci贸n rar铆simo en la 茅poca鈥 con largas estad铆as en el Caribe. Hearn era periodista de los malos, de los que se mor铆an literalmente de hambre y escrib铆an con prosa rebuscada, tortur茅 e imitada del peor Poe. Pero lo que ten铆a el inglesito era una tenacidad perruna. Para convencer a la Harper de enviarlo a Jap贸n, se present贸 como un experto en esa cultura. La prueba era que dos a帽os antes, en 1887, hab铆a publicado el breve, encantador y curioso Fantasmas de la China, su cuarto libro y el primero a recordar.

No extra帽a que la editorial se haya dejado enga帽ar: Hearn no hablar铆a chino y trabajar铆a con traducciones de la literatura de un pa铆s que nunca pis贸, pero la atm贸sfera que logr贸 es perfecta. M谩s de un siglo despu茅s, la nueva editorial La Compa帽铆a, dedicada a rescatar piezas literarias, acaba de publicar una traducci贸n de Marcos Mayer que permite apreciar la notable potencia de Hearn y entender la lealtad de por vida que le dedic贸 a sus libros un cierto escritor ciego de Buenos Aires.

Lo que Borges le rob贸 sin piedad a su colega fue el tono de ciertos cuentos y la manera impasible de contar aventuras ex贸ticas sin caer en Salamb贸 o en Salgari. Un ejemplo: 鈥淓n el cap铆tulo 38 del libro sagrado, Kan-ing-p鈥檌en, donde se trata de la Recompensa de la Inmortalidad, puede encontrarse la leyenda de Yen-Thin-King. Han transcurrido mil a帽os desde la muerte del buen Tchin-King; pues fue en el apogeo del per铆odo Tang cuando vivi贸 y muri贸鈥.

La pasi贸n de Borges por Hearn 鈥攜 por Saki鈥 es perfectamente entendible para quien lea estas leyendas. Las seis historias colocan al lector en un planeta diferente donde lo que pas贸 hace un siglo se comenta como lo que pas贸 ayer, actitud cuerda en una tierra donde se cobran impuestos y se env铆an cartas desde hace tres mil a帽os. Hearn entra con el suficiente exotismo de nombres impronunciables y objetos indescriptibles, se detiene en las texturas 鈥搇os durazneros en flor, la seda crujiente鈥 y se para en el lugar exacto para ser un traductor de culturas.

Los fantasmas chinos no son, sin embargo, las t茅tricas criaturas de nuestra imaginaci贸n. Son esp铆ritus que se niegan a irse porque tienen algo m谩s que hacer por aqu铆 o porque les da lo mismo. Se enamoran y tienen hijos con los mortales, se enojan y muerden, exigen que se respete el equilibrio del Tao y se enderecen entuertos.

Hearn termin贸 peleado con la Harper y se dedic贸 a ense帽ar ingl茅s y literatura en Jap贸n, y a seguir escribiendo. Se cas贸 y tuvo tres hijos en una relaci贸n tan 铆ntima que invent贸 con su mujer un idioma privado. Hearn muri贸 en Tokio a los 54 a帽os. Su hijo mayor le dedic贸 un libro de enorme cari帽o.

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