Ropa interior
Wendy Guerra
Bruguera
75 páginas
El 8 de septiembre de 1985, al mismo tiempo que caĂa desde lo alto de un rascacielo para estrellarse contra el asfalto neoyorquino, la silueta más enigmática del arte tambiĂ©n realizaba su Ăşltima obra. La aĂşn misteriosa muerte de Ana Mendieta inspira un poema incluido en este libro que empieza diciendo: “En breve Ă©l me asomará al balcĂłn para obligarme a ver el mundo”. Y no serĂa exagerado decir que inspira gran parte de la arquitectura lĂrica de esta obra que podrĂa definirse como una mezcla de body art y land art literarios. En Ropa interior, justamente, la cubana Wendy Guerra –muy firme en esa ruta de la nueva literatura hispanoamericana, a partir de Todos se van (2006), ganadora del Premio Bruguera de Novela– parece tatuarse poemas en su cuerpo y en su geografĂa en un valioso libro (su primer volumen de poesĂa publicado fuera de Cuba) en el que se muestra y se oculta a la vez.
Ya el rojo que impregna tapa y contratapa parece llamar a la sangre con que Mendieta no sĂłlo denunciaba en sus obras las violaciones fĂsicas a las mujeres sino que tambiĂ©n sublimaba su escisiĂłn de Cuba, paĂs del que se fue a los 13 años junto a su hermana mayor.
“Me he lanzado dentro de los elementos mismos que me produjeron, usando la tierra como mi lienzo y mi alma como mis herramientas.” Las palabras son de Mendieta pero podrĂan corresponder a Wendy Guerra refiriĂ©ndose a este libro en que el cuerpo y la geografĂa se incrustan en versos más bien largos, modernos y luminosos que, sin embargo, tienden a una de las máximas de la poesĂa: ser lo más expresivo posible de una forma econĂłmica. “Deportes de invierno en que somos/ la gloria de nuestros propios territorios derretidos”; “He perdido mis aretes disueltos en el jabĂłn de una lujuria breve”.
Ropa interior abreva, por otro lado, en lecturas de AnaĂŻs Nin, francesa pero hija de cubanos y muy signada tambiĂ©n por la isla. De una manera explĂcita –el epĂgrafe recupera la anĂ©cdota de sus cartas donde AnaĂŻs cuenta que un editor le dijo: “Madame, llĂ©vese toda su ropa interior, no nos interesa su libro”– y de una forma implĂcita con “Lo peor del incesto”, poema que cierra el libro y hace acordar mucho a la autora obsesionada por su padre.
Manteles que no prenuncian comidas, la insistencia de la nieve –a tono, quizás, con el mitolĂłgico recuerdo de una supuesta nevada en La Habana el 28 de diciembre de 1932– mucha sal y un anillo de bodas perdido irremediablemente son algunos de los elementos de esta serie poĂ©tica en la que el amor es algo tan intricado como el viaje, que siempre termina siendo un movimiento interno, inverso, religioso y, por eso mismo, permanente, tal como dice el hermoso “Exceso de equipaje”: “Si me dejaran llevar todo lo que extraño/ si me dejaran cargar la isla y el milagro/ no tendrĂa a dĂłnde regresar/ no volverĂa a mĂ ni a tus recuerdos”.
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