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Lunes, 24 de junio de 2002
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Una ciudad ut贸pica

Cr贸nicas de una ciudad.
Historias de escritores vinculados a La Plata
Ram贸n D. Tarruela
La Comuna Ediciones
La Plata, 2002
159 p谩gs.

Por Mariana Enriquez
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El libro 鈥揹ice Ram贸n Tarruela en la introducci贸n a Cr贸nicas de una ciudad鈥, intenta ubicarse en un perfil desmitificador, rastreando los pasos de algunos escritores que han estado en La Plata, recreando sus actividades, trabajos, estudios, militancia, pol铆tica, amistades.鈥 Y el libro es exactamente eso. Sin pretensiones, se trata de una investigaci贸n hist贸rica de fuentes orales y escritas que, cronol贸gicamente, recoge los a帽os platenses de escritores que van desde Almafuerte hasta Ricardo Piglia.
En algunos casos, como el de Ezequiel Mart铆nez Estrada, Ernesto Sabato o Pedro Henr铆quez Ure帽a, la investigaci贸n no revela casi nada, porque de todos ellos se conoce su trabajo y paso por la ciudad. En otros, como los de Piglia, H茅ctor Tiz贸n y Manuel Puig, la reconstrucci贸n es mucho m谩s interesante por lo casi desconocida. Se sab铆a del paso de Rodolfo Walsh por La Plata gracias al pr贸logo de Operaci贸n Masacre, pero Tarruela se encarga de ponerle nombre al bar donde estaba Walsh la noche del 9 de junio de 1956 (Rivadavia), de ubicar el caser贸n donde viv铆a y de ofrecer datos como que la revista Hechos del Mundo donde Walsh public贸 un reportaje a la viuda de Vicente Rodr铆guez (uno de los fusilados de Jos茅 Le贸n Su谩rez) fue secuestrada despu茅s de un operativo policial en los puestos de diarios de la ciudad. De Manuel Puig se sab铆a su relaci贸n con la ciudad, pero Tarruela ampl铆a el relato reconstruyendo las visitas del escritor a la casa de sus abuelos, en la calle 43, y sus matin茅s en el Cine Select, donde habr铆a conocido a Greta Garbo viendo La dama de las camelias junto a su madre.
La Plata, parece decir el libro, no es una ciudad cualquiera. Por su condici贸n de capital de la provincia de Buenos Aires y por su universidad, es un lugar de paso y b煤squeda, en algunos casos de iniciaci贸n. Tarruela cuenta, por ejemplo, los a帽os en que Ricardo Piglia estudiaba Historia y se acercaba a la militancia anarquista, o c贸mo Almafuerte fue velado en la C谩mara de Diputados de la Provincia, de la que hab铆a sido prosecretario. Para muchos escritores, la ciudad signific贸 su iniciaci贸n en la militancia pol铆tica junto a los estudios universitarios. As铆, Ricardo Piglia empieza a abandonar la ciudad con la dictadura de Ongan铆a. H茅ctor Tiz贸n, estudiante de Derecho, decide mudarse a Buenos Aires despu茅s de que un comisario le dijo que era 鈥渃liente fijo鈥 en las comisar铆as, porque su militancia en la Uni贸n Reformista (agrupaci贸n de Derecho que reun铆a a radicales, socialistas y comunistas) lo hab铆a destinado a todas las listas policiales de la ciudad. Para algunos, lugar de paso inici谩tico; para otros lugar de retiro y muerte (es el caso de Benito Lynch), la ciudad siempre fue lugar de movimientos pol铆ticos y culturales.
Y, por supuesto, de cruces. Es cuando Tarruela encuentra y cuenta esos cruces que el libro, sencillo y sin ambiciones, se enriquece. H茅ctor Tiz贸n sol铆a visitar a Benito Lynch cuando el autor de 鈥淓l potrillo ruano鈥 estaba ya muy viejo y atend铆a a pocos en su mansi贸n. En los 鈥60, Ricardo Piglia militaba en el anarquismo con Osvaldo Papaleo (antes de su paso al peronismo) y una vez a la semana se juntaba en el bar La Modelo a leer textos marxistas, junto a N茅stor Garc铆a Canclini y Jos茅 Antonio Castorina, de Filosof铆a. Piglia tambi茅n asist铆a a las clases sobre marxismo de Silvio Frondizi y ve铆a pel铆culas en un cineclub organizado por estudiantes de cine como Rolo Diez, Edgardo Cozarisnky y Lalo Panceira.
M谩s conocido es el cruce Sabato-Henr铆quez Ure帽a-Mart铆nez Estrada, el primero como alumno y los otros como profesores en el Colegio Nacional, y muy divertido es el de Malena Delledone, la madre de Manuel Puig, que vio dar una conferencia a Albert Einstein en el Colegio Nacional en 1925.
Es objetable, en cuanto a la organizaci贸n del libro, la caprichosa separaci贸n en partes. La primera, por ejemplo, titulada Fines del siglo XIX, s贸lo tiene un cap铆tulo, dedicado a Almafuerte. Las cr贸nicas, por su estilo agradable, logran una simpleza que la complicada estructura enreda. Pero es valorable que las historias se presenten sin aspiraciones desmesuradas y con un marco hist贸rico breve y claro. Por momentos cae en lo anecd贸tico, pero el resultado de todos modos es parejo, amigable y agradable de leer.

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