La ciudad de Seattle, capital del estado de Washington, es de esas que existen medio que por casualidad. Ultima parada en la costa oeste antes de entrar al Canad谩 y famosa por sus aires bohemio-musicales-grunge, naci贸 como un puerto de comercio de pieles en un lugar muy poco elegible para andar fundando ciudades. Era a fines del siglo XIX y hab铆an encontrado oro en el Klondike, la helada tierra adentro del sur canadiense, con lo que Seattle apareci贸 para desembarcar a los pioneros y venderles equipos y alimentos. S贸lo el oro hubiera explicado el lugar elegido, un barranco inc贸modo frente al mar, de suelo esponjoso y constantemente anegable por las lluvias interminables. Pero la ciudad prendi贸 y creci贸, y con los a帽os fue cambiando su topograf铆a a fuerza de nivelar arriba del barranco y rellenar abajo. El centro actual es un gran relleno, que no exist铆a originalmente.
Con lo que la noticia de que los ingenieros del sistema local de autopistas chocaron en ese sector con un objeto enterrado enorme y duro despert贸 todo tipo de especulaciones. La historia comienza con un temblor en 2001 que caus贸 microfisuras en la horrenda autopista que separa el centro del tejido urbano en s铆, la t铆pica tontera que pasaba por 鈥渞enovaci贸n y mejora鈥 en los cincuenta y sesenta. Preocupados y aprovechando para restaurar la ciudad 鈥渃osiendo鈥 ambos sectores, los municipales decidieron reemplazar la autopista elevada por un gran t煤nel de 32 cuadras de largo. Para envidia de Macri, el proyecto va a costar 3100 millones de d贸lares, incluyendo la demolici贸n de la autopista y la parquizaci贸n de los terrenos as铆 liberados.
El t煤nel lo est谩 cavando una de esas gigantescas tuneladoras que se usan para subtes y acueductos, pero una especialmente dise帽ada para cavar m谩s ancho y dejar espacio para cuatro carriles de tr谩nsito. Apodada Berta, la m谩quina parece una nave espacial de cinco pisos de altura, s贸lo que trabaja en la horizontal. El monstruo arranc贸 hace unas semanas su trabajo, triturando el subsuelo blando de Seattle, mientras por atr谩s se iba montando el revestimiento de hormig贸n de la avenida subterr谩nea y se instalaban los servicios. En el fin de semana antes de Navidad, Berta se fren贸 de golpe.
Nadie sabe con qu茅 choc贸, porque es imposible ver hacia adelante de la inmensa m谩quina. La cabina de comando no tiene ni ventanas ni c谩maras, porque nada de eso sobrevivir铆a a la violencia de sus dientes rotativos y las toneladas de detritos que producen. En estos d铆as, los t茅cnicos est谩n preparando una suerte de expedici贸n para que alguien, vestido con un traje protector casi espacial, pase por el intersticio entre las ruedas dentadas y vea qu茅 hay adelante. Pero ni eso puede funcionar, porque el enviado se encontrar谩 con una pared rota de tierra, con lo que es casi seguro que no podr谩 entender con qu茅 choc贸 Berta. Por eso se est谩 preparando una excavaci贸n de quince metros de profundidad para exhibir el objeto y, eventualmente, poder romperlo o extraerlo.
El tema es qu茅 se van a encontrar. Las especulaciones son libres porque, como se dijo, toda esa zona es relleno y es com煤n que aparezca en otras obras todo tipo de cosas, de barcos a casas enterradas. Como Seattle fue un gran puerto de contrabando en la 茅poca de la Ley Seca, los locales ni se inmutan cuando se encuentran colecciones de barriles, toneladas m茅tricas de botellas, autos, cad谩veres o armas. En el museo local recordaron, sobriamente, que nada de esto podr铆a frenar un leviat谩n del porte de Berta, con lo que las apuestas se concentraron en dos variantes.
Una es que la tuneladora se haya topado con una locomotora enterrada, que podr铆a haberla parado en seco. La parte baja de Seattle estuvo anta帽o llena de galpones y muelles de descarga comunicados por una suerte de ferrocarril portuario, con lo que es perfectamente posible que alguien haya usado una locomotora en desuso para anclar el cimiento de un edificio posterior. La otra apuesta es la m谩s posible y la m谩s aburrida: que sea una gran roca. Seattle estuvo hasta hace diez mil a帽os bajo una capa de hielo de casi un kil贸metro de altura, que al retirarse destruy贸, alis贸, cav贸 y arrug贸 la topograf铆a, y dej贸 tiradas por todas partes piedras de tama帽o colosal. No ser铆a de extra帽ar que una quedara con el tiempo a quince metros de profundidad.
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