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Sábado, 28 de junio de 2014
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Desmesuras y sentido com煤n

La Roccatagliata con la obra suspendida, la Richmond con ropa deportiva y un barcito, el verde, con contradicciones insalvables.

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Por Sergio Kiernan

La quinta de los Roccatagliata en la avenida Balb铆n tuvo un importante fallo favorable cuando el juez porte帽o Lisandro Fastman confirm贸 la suspensi贸n de la horrible obra en esa esquina. La Asociaci贸n Civil Amigos de la Estaci贸n Coghlan y Basta de Demoler se presentaron pidiendo un amparo para proteger el edificio y bloquear el proyecto, no lo consiguieron y apelaron a la C谩mara. Mientras la Sala Tercera decide el caso, la desarrolladora comenz贸 a cavar y por eso los amparistas pidieron la medida de suspensi贸n. La l贸gica es no encontrarse con un hecho ya consumado cuando la C谩mara decida el fondo de la cuesti贸n.

El caso Roccatagliata tiene puntos en com煤n con el del Ovni de la avenida Caseros por el desprop贸sito del dise帽o de la obra nueva. En Barracas se trata de un edificio inspirado en una CPU, y para peor pintado de verde ne贸n, a colocar entre edificios catalogados y en un Area de Protecci贸n Hist贸rica. El edificio ni siquiera es demasiado grande y ciertamente no es una torre insalvable, con lo que no se entiende por qu茅 los desarrollistas eligieron un dise帽o tan chocante, tan rupturista: 驴son los padres del autor? Si fuera el caso, es hora de una buena charla padre-hijo.

Algo similar ocurre en Coghlan, un barrio bastante preservado y todav铆a residencial. La quinta es una linda casa italianizante de las que ya no quedan en esta ciudad maltratada, y un testigo del pasado rural del barrio. El dise帽o de la obra nueva es simplemente una desmesura que aprovecha que el terreno es en esquina para crear dos 鈥減antallas鈥 de 12 y 27 pisos de altura formando un 谩ngulo recto. En el medio queda la quinta, transformada en una suerte de club house y reducida a una escala de maqueta por la altura de los dos edificios a construir. Justamente, la bronca de los vecinos 鈥搎ue es notable鈥 viene por la enormidad de los edificios que se planean y por su textura simplemente enemiga de todo entorno existente. Los edificios fueron dise帽ados como bloques vidriados de un modernismo inmitigable, sin ninguna concesi贸n ni a la quinta ni al barrio. Por eso, al ver los renders los vecinos entendieron el dise帽o como una provocaci贸n, lo mismo que en Barracas con el Ovni, as铆 bautizado por los que vieron los dibujos.

Como en ninguno de los dos casos se est谩 hablando de una demolici贸n patrimonial 鈥揺n Caseros hab铆a una fea estaci贸n de servicio y en Balb铆n se preserva la quinta, muy maltratada por sus due帽os anteriores鈥 la cuesti贸n central pasa por la escala abusiva y por la creaci贸n de los arquitectos. 驴Es posible que haya que ir a la Justicia para frenar el mal gusto de los profesionales? Y despu茅s se quejan porque no los convocaron para el Museo Malvinas...

La Richmond

El problema del uso de lugares hist贸ricos sigue siendo conceptualmente dif铆cil de administrar, en particular bajo un gobierno porte帽o que cree que ir a Miami es hacer turismo cultural. Si el Estado sirve, entre tantas otras cosas, para arbitrar, ser铆a de esperar que el macrismo asumiera el papel de mediador entre el inter茅s p煤blico y el privado. El Ministerio de Cultura de la Ciudad termin贸 movi茅ndose, a empujones y sin ganas, en el tema de los Bares Hist贸ricos y lo hizo con cierto 茅xito en el caso de los 36 Billares. El nuevo due帽o del local de Avenida de Mayo es la pizzer铆a La Continental y el anuncio de que no van a cambiar nada en el local muestra una astucia b谩sica, la de disfrutar y aprovechar el capital simb贸lico del lugar. Es la misma inteligencia de los que tomaron el Brit谩nico de Parque Lezama, lo limpiaron y lo reabrieron intacto (con ba帽os nuevos, algo que parec铆a imposible). 驴Cu谩nto vale una marca as铆? Lo mismo hicieron quienes tomaron la bella Las Violetas de Rivadavia y Medrano, sin necesidad de amparos ni protestas. El desfile de gente alegre preguntando cu谩ndo abr铆an y asumiendo que no la iban a cambiar hizo que estos gastron贸micos decidieran una restauraci贸n que no ten铆an planeada. La confiter铆a es un exitazo que tomar铆a d茅cadas crear desde cero.

Todo esto deber铆a ser de sentido com煤n pero no lo es, como lo demuestra el penoso caso de la Richmond. Cuando una empresa mantiene por muchos a帽os un uso y una textura material en un local, logra eventualmente un capital simb贸lico, un agregado a su marca que trasciende por mucho el nivel concreto. En parte, la misma permanencia del caf茅 鈥損or no perderse en casos m谩s complejos como el Bazar Wright鈥 termina siendo su principal argumento comercial. Quien recuerde con un poco de veracidad los 36 Billares tendr谩 que admitir que su oferta gastron贸mica era francamente... poco atractiva. Pero ese caf茅 ten铆a el inmenso valor de poder ser mencionado sin dar la direcci贸n, algo que les pasa a pocos y que explica por qu茅 El Molino sigue siendo extra帽ado a 17 a帽os de su cierre. Que alguien dedicado al comercio no entienda esto es francamente inexplicable.

Con lo que la noticia de que la Richmond ser铆a reabierta como el local de ropa deportiva multimarca que se anunci贸 hace tres a帽os, pero con un caf茅 al fondo y sus revestimientos de madera conservados, es una muestra de despiste. Al parecer, el 煤nico valor que los nuevos due帽os le encuentran al local de una de las m谩s famosas confiter铆as de la ciudad es su ubicaci贸n en la calle Florida y no su ubicaci贸n en el mapa mental de los porte帽os. La ex diputada porte帽a Mar铆a Jos茅 Lubertino protest贸 el anuncio, se帽alando que sigue vigente el amparo del juez Fernando Lima, que obliga a que cualquier cambio de uso sea filtrado por Cultura y 鈥渇undado鈥 (en el sentido de fundamentar) ante la Justicia.

Con lo que lo de tener un local de ropa y zapatillas con boisserie y ara帽as de bronce m谩s un barcito al fondo parece ser un intento de zafar del amparo, darle pie al cambio de rubro y destruir el capital simb贸lico de la Richmond. Una tonter铆a conceptual, comercial y legal.

En Santa Fe

Como hay macristas que creen que las protestas por sus negocios son mera inquina pol铆tica, vale la pena subrayar una movilizaci贸n que est谩 creciendo en Santa Fe para salvar un parque del desmonte. Resulta que el gobierno local autoriz贸 la construcci贸n de cocheras subterr谩neas en el Parque Alberdi, una obra que se realiza igual que en Las Heras y Pueyrred贸n, talando 谩rboles para abaratar costos. Hace quince d铆as se hizo una protesta en el lugar, que reuni贸 a casi mil personas. El s谩bado pasado ya eran dos mil, m谩s murgas, candombes, teatro, chicos y juegos. Fue un momento alegre en apoyo a ambientalistas que asumieron una tarea m谩s triste y peligrosa, la de impedir f铆sicamente que las cuadrillas municipales arrancaran los 谩rboles abraz谩ndolos. Los ambientalistas est谩n acampando en el parque para cuidarlo y frenar las obras.

A todo esto, surgi贸 el tema de que la municipalidad local autoriz贸 la obra sin anuncios previos, sin audiencias p煤blicas y sin registro de protestas, mecanismos democr谩ticos que al parecer no existen en Santa Fe. Como la ONG Centro de Protecci贸n a la Naturaleza present贸 un amparo para frenar el proyecto y ya existen denuncias por amenazas contra los militantes de parte de empleados municipales, la fundamentaci贸n legal de las obras toma mucha relevancia.

Iron铆as

El macrismo present贸 en un diario amigo un poco veros铆mil plan para crear plazas y parques por doquier, midiendo como espacios verdes calles con 谩rboles extra y azoteas parquizadas. El anuncio result贸 poco cre铆ble para los que conocen la pasi贸n cementadora del actual gobierno porte帽o, que incluye hasta levantar los empedrados para remontarlos sobre losas de hormig贸n perfectamente impermeables. Luego, como para confirmar a los incr茅dulos, envi贸 a la Legislatura un proyecto para morderle un par de hect谩reas a la reserva ecol贸gica y darla en concesi贸n a una empresa recolectora de residuos para guardar camiones. Esta idea equivale a anunciar el asfaltado de esas dos hect谩reas, porque donde hay camiones no puede haber barro.

Toda la cuesti贸n ecol贸gica porte帽a es altamente sospechable porque el macrismo es un fen贸meno de superficies, para la foto y para la campa帽a del jefe a la presidencia. El equilibrio de una ciudad como Buenos Aires es una tarea compleja si las hay, ya que la Ciudad Aut贸noma es un fragmento central de una megaciudad mucho m谩s grande. La construcci贸n pol铆tica y f铆sica que implica limpiar, mantener, evitar inundaciones, recortar efluyentes y hacer habitables estas jurisdicciones implica dos cosas que el PRO detesta cordialmente: decirles que no a ciertos negocios y ponerse serio a largo plazo. De hecho, ser铆a c贸mico se帽alar que algunos de los veh铆culos m谩s ruidosos y humeantes, m谩s poluyentes, que se pueden ver en nuestras calles son los camiones de basura con el slogan Buenos Aires Verde. Ni ese detalle cuidan.

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