Mientras en la Argentina se demuele todo con impunidad, los ingleses siguen dando lecciones de c贸mo manejar el patrimonio. Son un buen modelo, porque no hay pa铆s que los supere en el rigor y la extensi贸n de la misma definici贸n del patrimonio construido, y en la viveza a la hora de utilizarlo cuerdamente para que siga vivo y, ya que estamos, sea rentable. Un ejemplo entre muchos es el del Landmark Trust, una instituci贸n voluntaria y no estatal que acaba de festejar cuarenta a帽os salvando edificios sin perder un penique. Su historia y su actualidad sirven para ver c贸mo se hacen las cosas en un pa铆s civilizado.
El Landmark Trust fue fundado en 1965 por Sir John Smith para salvar una casa y continu贸 creciendo. Ya establecido como ONG de referencia, el Trust comenz贸 a administrar fondos p煤blicos: el Estado ingl茅s dedica lo recaudado de una de sus tantas loter铆as a la preservaci贸n de edificios, en forma directa o por medio de ONG. El resto vino de mangazos sin fin, inversiones ingeniosas y rentables, donaciones y un par de ideas comerciales m谩s que atinadas.
Es que el Landmark Trust entendi贸 prontamente que no todo es museo y comenz贸 a alquilar algunas de sus propiedades en una variante de turismo rural como el de las estancias argentinas. Por ejemplo, hace a帽os el Trust logr贸 comprar Auchinleck, la casa de campo de James Boswell en Ayrshire, incluida buena parte de su mobiliario original, una alegre mezcla de piezas de los siglos XVII a XX. Ayrshire fue escenario de largas tenidas entre Lord Auchinleck, padre del gran escritor, y su biografiado c茅lebre, Samuel Johnson, y para mantener el ambiente el estudio contiene hoy copias l谩ser de diarios y panfletos pol铆ticos de 茅poca, adem谩s de las obras completas de Boswell. El bello caser贸n georgiano y sus jardines se alquilan a un n煤mero reducido de turistas o a una familia.
Este tipo de ambientaci贸n se extiende a un amplio rango de edificios que permiten experiencias variadas. En las casas del Trust se puede vivir como un campesino medieval 鈥揳unque con ba帽o鈥, un noble, un vicario victoriano o un dandy de la Regencia. Se puede estar en medio del campo, en pueblitos o zonas urbanas, en predios que van de lo 铆nfimo a lo grandioso. Las restauraciones son justamente eso, restauraciones, y no 鈥減uestas en valor鈥, 鈥渞eciclados鈥 o 鈥渞eutilizaciones鈥, como se estila tramposamente por ac谩. Y no es cosa de que a estos ingleses les sobre el dinero sino de prioridades: en la Argentina, la soluci贸n a un piso de pinotea en mal estado es tantas veces gastar un dineral en sacarlo y reemplazarlo por uno de cemento alisado, porque est谩 de moda, en lugar de gastar mucho menos en unas horas de carpintero. Parece que arreglar algo en lugar de tirarlo por algo a nuevo no es cool.
Los que visitan las cuarenta propiedades restauradas y abiertas al p煤blico del Trust se encuentran con detalles estupendos, de esos que lo retrotraen a uno a la 茅poca del edificio. En una humilde morada campesina puede verse un viejo vestido, muy usado, que fue utilizado hace doscientos a帽os para emparchar un techo. En el castillo de Clytha puede verse, en el vano de una puerta, donde apareci贸 durante los trabajos de restauraci贸n, una inscripci贸n grabada a punta de cuchillo en la piedra que explica que William Jones lo construy贸 鈥淐on el prop贸sito de aliviar mi mente afligida por la p茅rdida de la m谩s amada esposa鈥. Estos detalles con encontrados por el prolijo trabajo de documentaci贸n que se realiza antes de tocar las propiedades o porque simplemente se las deja como est谩n.
El Trust, como se ve, no necesariamente se dedica a salvar edificios 煤nicos o de gran antig眉edad o valor. El centro de su trabajo es preservar para el futuro los lugares donde se puede tener una cierta experiencia, un momento en particular que precisa necesariamente de un edificio. Entre nosotros tambi茅n hay gente que, bendita sea, piensa as铆. Por ejemplo, los G眉iraldes, que preservaron los edificios de su campo all谩 por Areco y dejaron como estaba el viejo comedor. El visitante termina una noche de invierno tomando la sopa de una enorme pieza de loza blanca, de esas de cuchar贸n-ba帽adera, alrededor de una mesa ampl铆sima, a la sombra de aparadores cargados de enseres y platos, iluminado por una instalaci贸n el茅ctrica de cables de tela exteriores, con llaves de porcelana. Y luego, a tomar mate en una galer铆a que un gaucho alsinista no echar铆a a menos.
Una de las haza帽as del Landmark Trust es el rescate de The Grange, el ex贸tico caser贸n que Augustus Pugin construy贸 en Ramsgate en el siglo XIX. Pugin se tom贸 siete a帽os para dise帽ar y construir su casa, creando un verdadero cat谩logo del neog贸tico que defend铆a con amor e inventando desde los vitrales de cada ventana hasta el dise帽o de los empapelados, pasando por los muebles y las yeser铆as. The Grange iba a ser transformado en departamentos 鈥揺n Gran Breta帽a es imposible demoler algo as铆, por ley鈥 hasta que el Trust consigui贸 un buen dinero de la loter铆a y lo rescat贸, intacto.
Y mientras en Gran Breta帽a esta ONG festeja sus cuarenta a帽os, en Buenos Aires se est谩n haciendo polvo dos de los 煤ltimos petit hotels que nos quedaban (uno en Callao 1600, otro en Rodr铆guez Pe帽a 1600). Son tan pocos los restantes que en pocos a帽os m谩s habr谩 que ir a Par铆s a ver uno n
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