Por esas cosas de la música me tocó presenciar el golpe de Estado que le hicieron al gobierno de Hugo Chávez en Venezuela en el año 2002. A pesar de la larga trayectoria en materia de golpes y dictaduras que nuestro continente tristemente tiene, un nuevo actor venÃa emergiendo entre las sombras y cobró su dimensión más monstruosa en aquel acontecimiento del 11 de abril, del que fui testigo. El golpe no solo habÃa sido perpetrado por polÃticos y militares orquestados desde Estados Unidos sino que tenÃa como principal protagonista a los medios de comunicación opositores (que eran la mayorÃa). No solamente arengaban desde sus pantallas: fueron los principales ideólogos de lo que fue uno de los más breves y fallidos golpes de la historia. En ese momento sentà que estaba frente a un fenómeno que si bien no era nuevo, estaba ocupando el trono que el belicismo de una época habÃa dejado vacante. Y estábamos ante una de las más peligrosas formas de dominación contemporánea que pudiéramos imaginar: ¡La dictadura mediática! Tal vez en un sentido menos cruenta que la sanguinaria historia que recorre nuestro continente, pero con un nivel de penetración ideológica y dominación colectiva mucho más efectiva e implacable. Y que tan bien logró instalar la cultura neoliberal y su valores, haciendo su trabajo fino al interior de nuestros hogares. Lo invisible e imperceptible de su mecanismo fue y es una de sus fortalezas; controlar e imponer el sentido común de una época, su coronación.
Por eso quiero compartir mi alegrÃa por esta concreción de la Ley de Medios, ¡que no es joda! Es una de las más fuertes derrotas con las que este imperio mediático ha sido golpeado, no solo en nuestro paÃs sino tal vez en el planeta. Y no es exagerado; ojalá algo de lo que esta ley significa se propague y disemine por la mayor cantidad de paÃses posibles, ya que a una amenaza global como la dictadura mediática se la combate sólo de la misma manera: globalmente. Tal vez en este momento no podamos dimensionar la magnitud de esta victoria, que si se aplica sin concesiones va a ser un momento de inflexión para nuestra historia y un impulso para que en otros rincones del mundo se atrevan a dar esta batalla que forma parte de la gran guerra de nuestros tiempos. ¿Será la guerra mediática la Cuarta Guerra Mundial? En todo caso, se me ocurre parafrasear la consigna que Obama usó en su campaña. pero con intereses bastante opuestos: Yes we can! Yes we can, carajo!!! La omnipotencia de ese gran monstruo mediático que parecÃa imperturbable, ¡también puede tambalear! Y eso abre una brecha por la cual -esperemos- muchos otros paÃses hermanos transiten para jugársela a fondo. Porque si de algo depende el destino e independencia de nuestros pueblos, es de la lucha contra esta tiranÃa que anda llorando en los rincones porque hace unos dÃas fue noqueada en la República Argentina. Y nos deja el desafÃo de construir una identidad más libre, soberana y mestiza. Pero por sobre todas las cosas, de autorÃa propia. Como decÃa Bob Marley: "se puede engañar a la gente alguna vez, pero no se puede engañar a toda la gente todo el tiempo". Hoy el muro empieza a fisurarse, y la palabra a repartirse. Y aunque todavÃa falta, estamos mucho más cerca.
* Cantante de Actitud MarÃa Marta.
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