Página/12 :: no :: El arte de los perdedores

“Un millón de bandas malas no habla sobre un millón de bandas malas, habla sobre lo que pasa cuando vas a ver un millón de bandas malas.” La frase encabeza el tumblr creado por la ilustradora Lucía Brutta, en el que se suceden viñetas que reflejan escenas de fiestas subterráneas picantes. Bien picantes: hay piñas, djs que juntan sus cosas y rajan, vasos voladores, alto bondi. “Es una idea que venía masticando hace tiempo. Voy a ver bandas, y hay un montón de personajes y detalles para narrar”, dice Lucía, que además tiene un taller de serigrafía donde, junto con su socia, hacen trabajos en tela y papel, y también fanzines de historietas: uno personal llamado Caca y otro colectivo llamado Qué Hammmmmbre!. Da clases de dibujo y tiene un trabajo administrativo “de mierda”.

Parecería que lo que pasa cuando vas a ver un millón de bandas malas se resume en piñas, pero no. También está la confusión de los protagonistas –Brutta y sus amigos–, el anhelo de un buen momento que parece inalcanzable y la ansiedad por saber qué sigue. “Es una primera historia corta como para empezar. Van a pasar otras cosas, seguramente igual de decadentes, pero la idea es que sean unos doce capítulos con historias autoconclusivas”, anticipa.

En la complejidad de tomar nota y retener diálogos ajenos, Brutta cuenta que muchas veces escribe cosas que luego no entiende. “El domingo vi cómo un punk le comía la cabeza a una monja en un bondi. Tengo que acordarme de eso. El chabón le decía: ‘Pero vos, ¿le escribís al Papa y le preguntás cosas?’ y hacía el gesto de escribir en un teclado. No escuché mucho lo que hablaban, pero era una buena escena.”

La misma casa en la que vive Lucía Brutta es hogar de otros tres amigos historietistas. Juan Pablo Valdecantos, Martín Lietti y Razz. Todos se conocieron en los Venga a Dibujar, que empezaron siendo encuentros semanales en La Vecindá de Caballito –una casa con movidas culturales, bandas, talleres, fiestas– abiertos a quienes quieran, sepan o no dibujar. “Muchos de los que venían eran personas que estaban en las fiestas y veían a un grupo de frikis bebiendo y dibujando fanzines que se hacían en el momento”, explica Razz. Con el tiempo se formaron varios proyectos entre los que apareció Qué Hammmmmbre!, una revista de “historietas anecdóticas”.

Ahí confluyen de ocho a diez autores por número, con sus estilos, técnicas, la personalidad de cada uno y su forma de hacer las cosas. “Creo que tenemos en claro que todo es más sencillo grupalmente, más allá de lo que cada uno quiera hacer”, entiende Razz.

Tanto en el trabajo de Razz como en el de Brutta, el desparpajo de las líneas y los trazos remiten a un abanico de influencias tan amplias como Esteban Podetti o Peter Bagge. “Me gustaba mucho la ¡Suelteme!, que era una revista que sacaban Podetti, Fayó, Parés, y toda esa gente que había aparecido en la Fierro. También Iván Riskin, Powerpaola, Juan Panno, Muriel Bellini y Ernan Cirianni. Lo que me gusta de ahora es que hay mucha gente que no tengo la menor idea de quiénes son, muchos chicos y chicas nuevos, todo eso alrededor influye para bien.”

¿Cómo definirías tu estilo?

–No sé, me gusta estar haciendo cosas y que alrededor haya gente haciendo las suyas. En esa relación aprendo a hacer lo mío también. La forma es tratar de hacer lo mejor posible, que nunca sale y por eso hacés otra cosa nueva y así. La ansiedad es mi estilo, jajajá.

Para Razz resulta más estimulante el aprendizaje entre pares que el académico. “Desconfío cada vez más de la Academia. Cuando aprendés Historia del Arte solés aprender del arte occidental, de los ganadores, de los conquistadores. Los fanzines son lo opuesto a eso. A nadie le interesa, están por ahí tirados, son fotocopias... El arte de los perdedores, pero perdedores que están muy vivos.”

* Facebook.com/quehammmmmmmbre

* Unmillondebandasmalas.tumblr.com

Otra entrega de zines para la mochila

El arte de los perdedores

Así definen a los fanzines los hacedores de Un millón de bandas malas y Qué Hammmmbre!.