Cualquier conjetura ensayada con mapas, rutas y consejos de revistas se desvanece al pisar tierra desconocida. Un mundo de sensaciones como un aleph geográfico y social se despliega tras el desconcierto. Es que el mapa no es el territorio. Y para tener la manija del éxodo existe Sayvin, un club para viajeros hecho por viajeros. “No estamos haciéndolo por dinero, si fuera asà nos pondrÃamos una taquerÃaâ€, dice Juan Roca, mentor e ideólogo de este emprendimiento que comenzó hace cinco años en Playa del Carmen, en el Caribe mexicano.
En 2009, Juan tenÃa 21 años y un flamante tÃtulo de Licenciado en Publicidad. En la búsqueda de la oportunidad fue a Estados Unidos por un canje laboral. El intercambio no funcionó y volvió a Buenos Aires con una deuda por cobrar. Entre la incertidumbre de la edad y el vacÃo del fin de la facultad, se agarraba la cabeza: “¿Qué voy a hacer de mi vida?â€. Cuando cobró la deuda sacó un boleto de avión a Nueva York. Pensaba quedarse un mes pero sólo estuvo una semana, hasta que en la quietud de un subte parado en medio de la noche le bajó una epifanÃa. “Eran las 2 de la mañana, adelante mÃo habÃa un cartel ‘Visitá México’â€, cuenta Juan. Lo tomó como una señal. Salió a la superficie, se metió en un bar, pidió wifi y compró un pasaje a México.
Llegó a Playa del Carmen y no recorrió nada. Ni Chichen Itza ni un cenote. Ahora le parece raro haberse plantado en un solo lugar, siendo que su negocio es turÃstico. “Iba a cumplir 22 y me fui a Cozumel. Se me habÃan alineado un montón de ideas y dije: ‘Quiero un lugar donde un viajero tenga todo, un especie de supermercado del turismo’â€, pensó. Empezó con un evento de David Guetta, hace cinco años. Faltaban cuatro dÃas para el show y Juan se vio en la engorrosa situación de haber hecho castillos en el aire. “HabÃa prometido al productor del recital una compra imposible y no nos visitaban ni dos personas por dÃaâ€, cuenta. Restó la comisión de las entradas y obtuvo el mejor precio. “Perdà mucho dinero porque se aprovechó de mà el productor, que sabÃa que ya habÃa hecho la preventa. Pero fueron 1500 dólares súper invertidos porque si devolvÃa los boletos me iban a odiar, tenÃa que cerrarâ€, explica.
A partir de ahà todo fue en ascenso. Se mudaron a una oficina más grande al lado de Coco Bongo, el boliche más taquillero del condado. CaÃa gente de la nada a buscar precios, descuentos, hacÃan cola para preguntar por cualquier cosa, desde médicos hasta vuelos. “Y no tenÃamos nada para darlesâ€, sincera Juan. Hasta que empezaron a conseguir beneficios para que los miembros de Sayvin accedan a snorkels, bicicletas, cámaras GoPro, guitarras, carpas.
Ahora, junto a Yamila Safe y Lasho Glez Loria, Juan inauguró la segunda oficina en Islas Mujeres, donde siguen armando circuitos para visitantes de todo el mundo, mantienen la aplicación para celulares y atienden todas las consultas. Pero el vuelo no termina ahÃ: “Estamos desarrollando un sistema de realidad virtual: vamos a ser la primera agencia a nivel mundial que permita experimentar un viaje a distancia, como una realidad paralela que incluya tacto, olores. La televisión ya dejó de sorprendernos. Hay tanta tecnologÃa que necesitamos otras experienciasâ€.
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