Jueves, 17 de enero de 2002
Convivir con virus
Por Marta Dillon
Es en vano, no se puede hablar de otra cosa. Vayas donde vayas, se escucha siempre lo mismo, patacones, pesos, dólares, bancos, no tengo un mango, no tengo un cobre. Las últimas son el hit indiscutido. Todos los planes parecen haber sido arrastrados por una bancarrota generalizada que se llevó hasta las monedas para la cerveza que antes se tomaba sin demasiado esfuerzo en cualquier esquina. ¿Cuándo volveremos a hablar de amor? ¿Cuándo nos preguntaremos otra vez qué se puede hacer esta noche? ¿Qué tal si empezamos ya mismo? Sé perfectamente que hay tareas urgentes, organizarse, pensar no ya lo que no queremos si no lo que sà queremos, cómo serÃa el lugar en el que quisiéramos vivir, a qué conjunto de cosas podrÃamos llamar patria –si es que esto es necesario–. Pero tal vez podamos tomar algún atajo para aliviar el momento, aunque parezca escapista o sin sentido. ¿Y si cada vez cada vez que vamos a decir dólares decimos, por ejemplo, sexo? Sexo libre, sexo paralelo, sexo oficial. ¿Paridad para el sexo? ¿Sexo flotante? No me van a decir que la cosa no cambia bastante y hasta es capaz de mejorar el peor humor. PodrÃamos buscar reemplazo para otras palabras remanidas en los últimos tiempos. Cacerolazo podrÃa ser reemplazado por orgÃa, partusa, fiesta o cualquier otro equivalente. Ya que la clase media está tan sublevada, se podrÃan proponer otras maneras de soliviantarse, de descubrir sus poderes ocultos, las múltiples posibilidades que esperan una vez que se dejó la cama en plena madrugada, arrastrado por un tam tam ritual que podrÃa anunciar también nuevas formas de encuentro. AsÃ, el Gobierno estarÃa cercado por la partusa de la clase media que seguramente asustarÃa el doble al mojigato matrimonio Duhalde. Es cuestión de contenerse, sellar la boca con cuatro candados antes de volver a decir no tengo un mango y cambiarlo por, por ejemplo, estoy caliente. ¿Cuántos romances podrÃan favorecerse con estos pequeños reemplazos en el lenguaje corriente? En lugar de salir a la calle porque no hay un mango, se saldrÃa porque sobra calentura. Y siendo una de las pocas cosas que abundan, bien podrÃa intercambiarse o apaciguarse mutuamente. No es cuestión de despolitizar ahora todo el discurso pero, ya sabemos, en épocas de crisis hay que encontrar placer en esas cosas que permanecen a pesar de todo. Además estarÃa bueno politizarlo realmente y no monetarizarlo como sucede hasta ahora. Ya que estamos atrapados en este ardiente verano, bien podrÃamos arder, pero por otras mejores y más húmedas razones.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.