La paradoja de Terminator no es la paradoja de los viajes en el tiempo. La de los viajes en el tiempo es la paradoja sobre la que se sustenta Terminator y que la primera pelÃcula salvaba con un guión inteligente: el hombre que viajaba del futuro para cambiar el pasado, no sólo no alteraba la historia sino que, con su mismo viaje, hacÃa realidad el futuro. La segunda pelÃcula, que fue menos una secuela que una remake con la que James Cameron hizo una demostración de prepotencia tecnológica, borroneaba aquella premisa inicial haciéndonos creer que el futuro estaba abierto, que la humanidad todavÃa podÃa salvarse. Terminator 3: La rebelión de las máquinas regresaba a su tesis determinista original, mostrando que el Apocalipsis no habÃa sido detenido, sino tan sólo demorado. Terminator: Las Crónicas de Sarah Connor, la flamante serie de televisión, desdibuja todo lo anterior cayendo en la gran paradoja que acechó sobre toda la saga pero que las pelÃculas conseguÃan mantener a raya (o de la que nos distraÃan, al menos) a fuerza de nervio narrativo, de alguna emoción. Esa paradoja puede resumirse en una pregunta: ¿por qué dar tantas vueltas mandando robots del futuro justo a tiempo para eliminar a Sarah Connor (que era la madre de John Connor, el futuro lÃder de la resistencia contra la toma de la Tierra por las máquinas) cuando serÃa mucho más fácil y efectivo enviar a sus cyborgs asesinos un par de generaciones más atrás y cortar definitivamente el árbol de los Connor?
Armada a pura reiteración, la serie televisiva se ubica, en la lÃnea cronológica de la saga, entre la segunda y la tercera pelÃcula, en la fuga de Sarah y la adolescencia de su hijo John. Como el Apocalipsis que proponÃa la pelÃcula original (que ya tiene 24 años) estaba ubicado en el lejano 1997, la serie empieza apenas después de esa fecha pero enseguida pega un salto al 2007. Ese salto temporal provee la única lÃnea dramática potencialmente interesante de esta historia: Sarah (que ya no es Linda Hamilton, sino la linda pero pétrea Lena Headey) hace fast-forward hasta una época en la que, le informan, habrá muerto, fulminada no por uno de esos cacharros metálicos con patas sino por un cáncer. Conoce su fecha de terminación, por ponerlo en los términos de la serie, y sabe que queda mucho por hacer. El resto son repeticiones e incongruencias: a Sarah y a John los persiguen más Terminators del futuro, pero a su vez los acompaña y protege una nueva Terminatrix. Por alguna razón, los nuevos robots no tienen la personalidad del viejo Arnold Schwarzenegger pero sà cierta capacidad para hacerse pasar por personas reales, ligeramente desafectadas.
Si los primeros episodios de Las crónicas de Sarah Connor no hacen avanzar la trama en lo más mÃnimo, para dentro de un año se anuncia lo que, si sale bien, deberÃa haber llegado hace rato, salteándose la serie e incluso tal vez hasta la tercera pelÃcula: Terminator Salvation amenaza con narrar finalmente el Apocalipsis tan esperado, el alzamiento de las máquinas, la destrucción de la humanidad y la fundación de la resistencia por un John Connor interpretado por Christian Bale, un actor que sà sabe ponerles sangre a sus personajes. Por ahà se rumorea también que el nuevo Terminator (ahora que el viejo está ocupado gobernando uno de los estados más ricos del mundo) podrÃa ser Josh Brolin, que viene de una gran racha (Gángster americano, Sin lugar para los débiles), asà que promete ser un duelo refulgente. Lejos de tanta chatarra metálica, de una saga que fue brillante y que los productores se empeñan en reciclar hasta la última esquirla oxidada.
Terminator: Las crónicas de Sarah Connor, los miércoles a las 22 por Warner Channel.
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