Desde Santa Fe
Un sobreviviente de la dictadura que declaró esta semana en el juicio a los represores santafesinos aportó un documento que prueba su secuestro en un centro clandestino conocido como La Casita, donde padeció 20 dÃas de suplicios, encapuchado. Luis Eduardo Baffico entregó al Tribunal Oral Federal la copia de una declaración que le arrancaron en el camastro de tormentos, el 13 de abril de 1977, y que dos años después, el 16 de noviembre de 1979, el Ejército envió al Juzgado Federal para incriminar a otro detenido en una causa. La nota de remisión la firmó el entonces segundo jefe del Destacamento de Inteligencia Militar 122, mayor BenjamÃn Ernesto Cristoforetti. "Tocá este papel y firmalo porque es tu pasaporte a la vida", recordó Baffico que le dijo uno de sus torturadores. Y él lo firmó. Ese represor era un tal "Nicola" que según Baffico operaba como "el jefe o el encargado" del chupadero. En 1984, otro testigo declaró ante la Conadep que "Nicola" era "un sargento mayor retirado, adscripto como personal civil (en el Destacamento de Inteligencia) que se encargaba de alquilar las casas operativas y tenÃa estrechas relaciones con los directivos de la CervecerÃa Santa Fe". Tres querellantes en el juicio, Anatilde Bugna, Patricia Traba y Ana MarÃa Cámara, lo mencionaron con otro apodo: "El TÃo" y dijeron que era el suboficial mayor (R) del Ejército, Nicolás Correa, ya fallecido, que integró la plantilla de asesores del ex gobernador Jorge Obeid (1996 1999) y se jactaba de haber sido jefe de personal de la CervecerÃa Santa Fe durante el régimen militar.
Baffico fue secuestrado el 24 de marzo de 1977 al mediodÃa, frente a la estación del Ferrocarril Belgrano, en bulevar Gálvez. Lo rodeó un grupo de tareas que integraban "cuatro o cinco personas", dijo. Lo empujaron en la parte de atrás de un auto y le pisaron la cabeza contra el piso del vehÃculo. Recuerda poco del viaje, pero cree que fueron 15 o 20 minutos. "Es difÃcil precisarlo, me retorcÃan los dedos, me pegaban todo el tiempo", afirmó.
Llegaron a una casa de campo, donde lo desnudaron y estaquearon de los tobillos y las muñecas en un camastro. Ya lo habÃan encapuchado. "Me envolvieron el cuerpo con una cadena y me introdujeron la punta en el ano. Y comenzaron a picanearme con corriente eléctrica. Cuando la electricidad tocaba la cadena era como tener cuarenta o cincuenta picanas a la vez", dijo. "Creo que me desvanecà varias veces. HabÃa uno que me ponÃa un estetoscopio en el pecho y siempre decÃa: "Dénle nomás". A ese supuesto profesional le debo haber escuchado muy pocas palabras, pero me quedó la idea que tenÃa una tonada cordobesa. Incluso, algunos dÃas después volvà a escuchar esa tonada porque le comentó a otro de ellos: "Qué bien que me hace esto a mi, cómo aprendo acá". Y pensé que podÃa ser un profesional de la medicina. No sé si era médico o uno de los torturadores", dijo.
En el camatro de torturas, Baffico dijo que estuvo entre tres y cinco dÃas atado con la cadena. "Perdà la noción del tiempo. Lo que sà recuerdo es cuando me desatan, no podÃa mover los brazos, me habÃan quedado atrás. Y fue "Nicola" el me trajo los brazos para adelante y me dio un trago de agua". Según Baffico, ""Nicola" era el jefe o el encargado" del centro clandestino y también pudo reconocer a otro de los interrogadores, al que "le decÃan "Pollo". Eso son los dos nombres que tengo certeza de haber escuchado", precisó. Bugna, Traba y Cámara ya reconocieron al "Pollo" como uno de los imputados en el juicio: el comisario Héctor Colombini, un ex oficial del Departamento Informaciones (D2) que durante la dictadura operó como enlace con el Destacamento de Inteligencia Militar 122, según admitió su propio jefe, el coronel Domingo Manuel Marcellini. Colombini "era el contacto que tenÃamos en la PolicÃa para obtener información", dijo Marcellini.
Baffico mencionó también un tercer nombre de "una persona que conocÃa de afuera" y que, a pesar de que habló poco, pudo reconocer por la voz "porque habÃa sido compañero de militancia. Le deciamos "Gregorio" y su apellido, Quiroga. Yo lo escuché hablar con monosÃlabos cerca de mÃ, como si confirmara o no lo que yo decÃa", agregó. "Durante estos 3 a 5 dÃas que estoy estaqueado, me torturaron con picana y cadena.
Los genitales eran dónde más me aplicaban picana. Más tarde, ya estando en la comisarÃa 4ª, me observo que tenÃas cascaras de quemaduras en el glande y en el prepucio que hoy se conservan y en la pierna derecha me queda una quemadura, a pesar de que me habÃan envuelto las manos y los pies de donde estaba atado"
¿Otras personas fueron interrogadas en el mismo lugar?- le preguntaron
No, en ese recinto, no. Sà en otros lugares de la casa. Incluso, cuando me sacaron del lugar que era una especie de garage me pusieron en un pasillo con una cadena atada a un lavatorio y ahà siento que son interrogados con tormentos otros detenidos. Escuché los mismos gritos y el ruido de la picana. Eran voces femeninas y masculinas.
¿Escuchó alguna máquina de escribir?
SÃ, sà -contestó Baffico. Y recordó el dÃa que apareció "Nicola" y le dijo: "`Tocá este papel y firmalo porque es tu pasaporte a la vida'. Y firmé sin ver absolutamente nada, en esas condiciones podÃa firmar cualquier cosa".
A la mañana, Baffico habÃa testimoniado en el Juzgado Federal en la megacausa que investiga crÃmenes de lesa humanidad y ahà se topó con la declaración que le habÃan arrancado en el centro clandestino. Tiene fecha del 13 de abril de 1977. Y dos años después, el 16 de noviembre de 1979, el segundo jefe del Destacamento de Inteligencia Militar 122, mayor BenjamÃn Cristoforetti la remitió al Juzgado Federal para incriminar a otro detenido. Fue recibida por el entonces secretario del Juzgado, VÃctor Brusa, a las 12 (cargo 4311) y el juez federal Miguel Angel Quirrelli dispuso incorporarla a la causa "Rigalli, Sergio Orlando y otro s/infracción ley 20.840". Baffico reconoció su firma. "Esto prueba que yo estaba secuestrado, es la constancia de que no estaba reconocido", dijo. Y pidió al Tribunal que la incorpore como prueba en el juicio a Brusa y a sus compañeros de banquillo: Colombini, Juan Calixto Perizzotti, MarÃa Eva Aevi, Mario Facino y Eduardo Ramos.
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