Desde Santa Fe.
Ramón Ziccardi y sus hermanos sobrevivieron al asesinato de su papá y de su mamá en la dictadura. El tenÃa 5 años; Nora, la mayor, 12 y el menor, Hernán, un año y medio. El jueves, al reanudarse el juicio por la megacausa, "Moncho" -asà lo llamaban- relató ante los jueces del Tribunal Oral de Santa Fe los traumas de la masacre, los silencios con que atravesó su niñez y adolescencia y los dolores de la reconstrucción: en 2000, recuperó los restos de sus padres y reencontró a la hermana que habÃa perdido veinte años antes, cuando los separaron. El destino de Norita era otro enigma que Ramón develó al confirmar que ella también se habÃa salvado y hoy sigue exiliada en España. Tuvieron que pasar 39 años para que el hijo del medio pudiera poner su historia en palabras. "Un paso importantÃsimo. Una ruptura con el silencio", dijo. "Porque ese no hablar hizo un callo tan grande que hoy no encuentro otro ámbito para expresar todo lo que pasó. Vengo a dar la cara, a contar la sobrevivencia y el presente. Estoy acá para decir mi verdad", afirmó.
El papá de los chicos, Osvaldo Pascual Ziccardi ("Cholo"), era el lÃder de Montoneros en Santa Fe cuando lo mataron el 19 de enero de 1977, en Ituzaingó y Las Heras, junto con otros tres compañeros de militancia. Su esposa, Cristina Ruiz ("Leda") fue asesinada tres semanas después, el 11 de febrero, en la casa de calle Castelli al 4500, donde vivÃa con los esposos Enrique Cortassa y Blanca Zapata y la hija de ambos, Paula, que es MarÃa Carolina Guallane. Sólo sobrevivieron los niños: Carolina y los dos Ziccardi. Unos dÃas antes, Norita habÃa quedado en otra casa.
Ramón y Hernán fueron adoptados por un hermano del padre y su esposa. Explicó que no tenÃa "recuerdos directos" de aquel verano del '77 ("perdà la memoria"), pero sà "el relato de sus padres adoptivos que me contaron cosas que yo decÃa o hacÃa" en esos años. Una tarde quedó en el asiento del auto mientras su tÃo ingresaba a la casa y la espera derivó en una crisis de llanto. La explicación era que tras el asesinato de su mamá, a él y a su hermano los habÃan encerrado en un vehÃculo. Otro dÃa se quejó porque nunca tenÃa esos juguetes que extrañaba. Y muchas veces, el paso de algún patrullero agitaba miedos y fantasmas.
La abogada querellante Alejandra Romero Niklison le preguntó si sus tÃos habÃan hecho gestiones para recuperar los cuerpos de sus padres. "No", contestó Ramón. "Los recuperamos nosotros en el año 2000, por acciones nuestras. En mi familia jamás se tocó el tema, era algo de lo que no se hablaba, que no existÃa".
La vuelta a Santa Fe, en 2000, le permitió el primer encuentro con Carolina y describió aquella recuperación de los restos de Cholo y Cristina como "un trámite, sin contenido emocional" para él.
Diez años después, en 2010, volvieron a encontrarse con Carolina. "La buscamos nosotros para reconstruir nuestra historia. Fue un encuentro traumático, doloroso, pero fructÃfero", dijo. Y el año pasado, el 23 de agosto, se reunieron por tercera vez, ya frente a la casa de calle Castelli, en la colocación de baldosas de la memoria con el nombre de sus padres, como publicó Rosario/12.
Los Ziccardi creÃan que sus padres habÃan muerto en un accidente. Era lo que le habÃan dicho. Recién en 1997, cuando Carolina comenzó a buscar sus raÃces, ellos también se movilizaron. "¿Cuándo tenés conciencia de que tus padres fueron asesinados?", volvió a preguntar Romero Niklison.
--A los 21 años. Por una búsqueda personal, por afuera de mi familia --dijo Ramón.
--¿Entraste alguna vez al departamento de Ituzaingó y Las Heras o a la casa de calle Castelli --insistió la abogada.
--No.
--¿Te gustarÃa entrar?
--SÃ, hoy podrÃa hacerlo --contestó Ziccardi. El Tribunal ya definió las fechas: el 26 de febrero se realizará la inspección judicial en Ituzaingó y Las Heras (que será la primera en casi 40 años) y el 3 de marzo, en Castelli.
--¿Cómo se enteró tu familia que ustedes estaban en Santa Fe?
--Por una carta de mi mamá que contaba el asesinato de mi papá (el 19 de enero de 1977) y pedÃa que buscaran el cuerpo. Y del asesinato de mi mamá por un llamado telefónico --recordó Ramón. Los vinieron a buscar sus dos abuelas y un tÃo.
--¿A dónde fueron a buscarlos?
--A un cuartel militar. Y cuando nos retiraron, le preguntan por una beba que estaba con nosotros (que era Carolina). Ellos contestaron que no sabÃan quién era.
--¿Cuánto tiempo pasó hasta que los buscaron?
--El asesinato de mi mamá fue el 11 de febrero y nos buscaron el 24 de febrero.
Los Ziccardi habÃan llegado a Santa Fe a principios de 1976, vivÃan en una casa de barrio (posiblemente en Barranquitas) que "tenÃa garaje y un sótano", contó Ramón. Estaba "cerca de una vÃa", a pocas cuadras de una escuela primaria a la que Norita iba caminando.
Cristina y sus tres hijos estuvieron juntos en esa casa hasta el asesinato de Cholo. Esa noche se fueron. "Pasamos horas dando vueltas", recordó Ramón. En el juicio, ya se develó parte del itinerario y quiénes los ayudaron: Nora quedó en otra casa y Cristina y los dos chiquitos al amparo de los Cortassa.
Recién en 1998, Ramón se enteró que tenÃa una hermana en España. Lo supo por los ex compañeros de Cholo y Cristina porque "en mi familia, todas las historias que tenÃan que ver con mis padres y con Nora dejaron de existir. A Nora la volvà a ver en 2001. Para ella fue el reencuentro con un hermano y para mi con una persona desconocida" --apuntó Ramón.
--¿Te comentó sobre la militancia de tus padres?
--SÃ, estaba al tanto --contestó. En esa época, él comenzó a reconstruir también los lazos con la familia de su madre. "Cuando conozco a Nora, empiezo a tener recuerdos, que venÃan acompañados por ataques de pánico y depresión".
--¿Cómo se entera Nora del asesinato de tu papá?
--Por mi mamá, ella se lo dijo.
--¿Y del asesinato de tu mamá?
--Se lo cuenta una tÃa con la que se va a vivir a España --contestó.
Ramón cree que Norita estuvo bastante tiempo en Santa Fe, hasta que viajó en colectivo a Buenos Aires, a la casa de una tÃa, con quien convivió un año y luego marchó a España. Hoy hace su vida.
--¿Hablaron de este juicio?
--SÃ, a ella le cuesta mucho recordar.
--¿Le puede servir de algo este juicio?
--SÃ. Pero la veo muy vulnerable, porque a todo recuerdo lo debe procesar sola.
Ramón dijo que en la reconstrucción de su historia fue vital su esposa, quien lo alentó y acompañó en ese tránsito y con quien tiene dos hijas de 11 y 6 años. Cuando ellas cumplieron los años que tenÃan él y su hermano en la masacre del 77, volvieron los pesares.
--¿Tus hijas saben por qué no tienen a sus abuelos?
--Saben hasta donde pueden saber.
--¿Y este juicio las puede ayudar a saber?
--SÃ. Y sobre todo las situaciones fÃsicas de su padre que ellas no entienden -contestó Ramón en obvia referencia a los traumas de la masacre.
--¿Y para vos que significa este juicio? --preguntó Romero Niklison.
--Un paso importantÃsimo. Una ruptura con el silencio. En mi familia, ellos sabrán por qué no hablaron. Por dolor o por miedo. Pero ese no hablar hizo un callo tan grande que hoy no encuentro otro ámbito para expresar todo lo que pasó, dar la cara, contar el presente y la necesidad de sobrevivir. Con esos recuerdos y dolores vine acá, a decir mi verdad --dijo Ramón.
Fue allà cuando entregó a los jueces las fotos de familia que habÃa traÃdo para incorporarlas a la causa. Una es de julio de 1976. "Estamos todo: papá, mamá, Norita, Hernán y yo. No estábamos escondidos. Era una familia que vivÃa su vida", contó. La otra es de noviembre de 1977, donde los hermanos Ziccardi ya están con sus padres adoptivos, diez meses después de los crÃmenes. "Como si nada hubiera pasado".
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