desde Santa Fe
Una causa judicial que investiga el destino de un militante polÃtico de la Juventud Peronista, Mario Osvaldo Marini, que estuvo preso del Ejército 25 minutos y ya lleva 32 años desaparecido puede convertirse en el paradigma de la represión en vÃsperas del golpe de 1976, cuando aún gobernaba la provincia don Carlos Sylvestre Begnis y el poder militar comenzaba a superponerse al poder civil. La esposa de Marini pidió al juez federal Nº 2, Francisco Miño, que declare "la inconstitucionalidad de las leyes de obediencia debida y punto final" y ordene la detención de dos golpistas: El ex jefe del Area 212, coronel José MarÃa González y un subordinado de éste, el teniente coronel Carlos Adalberto RodrÃguez Carranza, a quienes acusó por la "desaparición forzada y secuestro seguido de muerte" de su marido, el 9 de diciembre de 1975. González fue el interventor militar que desalojó a Sylvestre Begnis de la Casa Gris la noche del golpe de Videla y RodrÃguez Carranza se desempeñó como jefe de PolicÃa de la provincia en los dos meses siguientes, hasta mayo de 1976.
La investigación judicial se inició hace dos años, el 30 de mayo de 2005, por una denuncia de la esposa de Marini, Ana MarÃa Cavadini, pero esta semana ella se presentó como querellante en la causa ante la aparición en el Archivo de los Tribunales Federales de un documento clave: el acta del operativo militar del 9 de diciembre de 1975 que acredita la emboscada y detención de Marini, en su propia casa, por un grupo de tareas "adscripto al Area 212 que actuaba bajo el control operacional del Ejército". "Es la prueba del secuestro", dijo el abogado patrocinante, Jorge Pedraza. Lo curioso es que el acta acredita que Marini fue atrapado a las 21.30, y se escapó a las 21.55. Estuvo preso sólo 25 minutos y ya lleva 32 años desaparecido. "Una fábula que oculta la verdadera trama ya que seguramente Mario fue asesinado en la mesa de torturas", afirmó Pedraza.
Los Marini se habÃan casado a principios de 1975 y tenÃan un bebé de un mes y medio, Germán. Los tres vivÃan en una casa humilde, en Jujuy 3618 (hoy Pasaje Andrade), en el sur de la ciudad. El 9 de diciembre de 1975, Ana MarÃa, paseaba con su bebé por el bulevar Gálvez, cuando vio que alguien comenzó a seguirla. Tomó un colectivo en la esquina de República de Siria y llegó a su casa con su hijo en brazos, alrededor de las 19.
No habrán pasado más de diez minutos, cuando el grupo de tareas irrumpió en la vivienda. Eran seis hombres, fuertemente armados, sin uniforme y a cara descubierta, que "en ningún momento exhibieron orden de allanamiento ni identificación alguna", recordó Ana MarÃa en su relato. Le preguntaron por su esposo, revisaron la casa, comprobaron que no estaba y, siempre a los gritos, le dijeron que no se moviera, aunque no le taparon la cara. Afuera habÃa otras tres personas en un automóvil que "también formaban parte del operativo", agregó.
Los represores dejaron la casa en penumbras. Sólo quedó encendida la luz de la cocina para no despertar sospechas. Y esperaron que llegue Marini. Media hora después, cuando el "Grillo" se asomó por la puerta "se le abalanzaron encima, lo tiraron al piso boca abajo, lo apuntaron con armas y le preguntaron de dónde venÃa". Seis contra uno, muy difÃcil que alguien pueda resistirse. Además, Marini no medÃa más de 1.65.
Pasaron unos minutos, cuando la sacaron de la casa con su bebé y allà pudo ver que los otros tres represores seguÃan a bordo de un auto en la calle. En un momento, pidió volver porque se habÃa olvidado el chupete de Germán, pero se topó con una orden: "¡Si volvés a entrar, sos boleta!", le gritaron los de adentro.
La llevaron con su hijo hasta la ComisarÃa 1ª (25 de Mayo y Primera Junta), en el microcentro, donde pasó la noche. Esperó que también trajeran a su marido, pero fue en vano. Al otro dÃa, un policÃa le comentó que lo habÃan llevado a la ComisarÃa 4ª y que ellos no tenÃan nada que ver, que el operativo estaba a cargo de los militares.
Una semana después, la interrogó otro militar que le dijo que Mario "se les habÃa escapado", lo que le pareció imposible por la magnitud del despliegue militar y cómo lo habÃan reducido. Luego, y ante sus súplicas a los policÃas de la ComisarÃa 1ª, uno de ellos le comentó que se rumoreaba que Marini habÃa muerto en la sala de torturas, de un paro cardÃaco.
Ana MarÃa estuvo detenida cuatro años y medio a disposición del Poder Ejecutivo. Con el correr del tiempo supo que su casa habÃa sido desmantelada. Le robaron todas sus pertenencias: la ropa, la vajilla, los libros, los regalos de casamiento, los electrodomésticos. Un botÃn de guerra.
Pero ahora, apareció en el Archivo de la Justicia Federal de Santa Fe el expediente que se originó por el operativo del 9 de diciembre de 1975, cuya existencia Ana MarÃa desconocÃa y que describe con lujos de detalles cómo fue su detención y la de su esposo. En las primeras páginas, hay un acta del operativo en la casa de Jujuy 3618, donde consta la hora del allanamiento (19.55), la llegada de Marini (21.30), el posterior traslado de Ana MarÃa a la ComisarÃa 1ª y cierra con una supuesta fuga de Mario. "A las 21.55, dice el documento se escucha que frente a la finca allanada estacionan no menos de dos vehÃculos. Por tal motivo, el personal actuante procede a apagar las luces y tomar posición para actuar, escuchándose conversar a varias personas en un tono fuera de lo normal. Dado que la situación se prolongaba se requirió una verificación de lo sucedido, siendo en esas circunstancias en que cinco o seis sujetos que se desplazaban en un automóvil Peugeot 404 de color claro y en una moto estacionada a escasos metros del inmueble, se dieron a la fuga por calle Jujuy en dirección al oeste. Al retornar a la normalidad y encender nuevamente las luces,secomprueba que también habÃa logrado darse a la fuga Mario Osvaldo Marini", agrega.
"Esta es la prueba irrefutable de que Marini fue apresado por un grupo de tareas del Departamento Informaciones de la PolicÃa de Santa Fe (el tristemente célebre D2) que actuaba bajo 'el control operacional' del Ejército", señaló Pedraza. "Y el relato harto confuso de una posterior fuga, ayudada 'por autos que pasaron frente a la casa', no resiste el menor análisis. A esta fábula ni siquiera se la puede llamar 'ley de fuga', ya que seguramente Mario fue muerto en la mesa de torturas y luego tuvieron que fraguar los acontecimientos porque habÃan actuado a cara descubierta, sin tabicar o encapuchar a mi clienta, lo que en ese perÃodo de transición todavÃa era factible", explicó el abogado.
Pedraza pidió entonces la detención del coronel González y del teniente coronel RodrÃguez Carranza para que sean indagados por los presuntos delitos de "privación ilegal de la libertad, tormentos, homicidio y asociación ilÃcita". González "era la máxima autoridad del Ejército en Santa Fe (en diciembre de 1975) y ningún operativo militar y/o disposición final de los detenidos se hacÃa sin su conocimiento y orden". Y RodrÃguez Carranza era "oficial o jefe de Operaciones del Comando de ArtillerÃa 121" en esa misma fecha y firma el sumario militar-policial del procedimiento, donde consta que detienen a Marini y lo eleva primero a la PolicÃa Federal y luego al Juzgado Federal de Santa Fe", concluyó el querellante.
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