EL JARDINERO FIEL 7 puntos
(The constant gardener) Gran Bretaña 2005
Dirección: Fernando Meirelles
Guión: Jeffrey Caine
FotografÃa: César Charlone
Intérpretes: Ralph Fiennes, Rachel Weisz, Danny Huston, Bill Nighy, Archie Panjavi, Pete Postlehwaite.
Duración: 125 minutos.
Salas: Monumental, Village y Showcase.
En esta semana el nombre de Ralph Fiennes, una de cuya últimas memorables actuaciones fue la que logró junto a Julianne Moore en El ocaso de un amor de Neil Jordan, está asociado a dos estrenos. En uno de ellos ofrece una de las máscaras de los grandes villanos de la historia del cine, el que asume en el nombre de Lord Voldemort, en esta nueva entrega de la supertaquillera Harry Potter. Y en un rol totalmente diferente, desde una caracterización que nos permite seguir el itinerario de otros de sus tantos personajes, Ralph Fiennes es -desde la letra de la novela de espionaje internacional de John Le Carre- Justin Quayle, un diplomático muy inglés que entrega sus horas al cuidado amoroso de sus plantas. Y a partir de ciertos impensados desvÃos se verá en la pista de un seguimiento que va abriendo, simultáneamente, a momentos de su historia personal y a la expresión de un alegato, en el mundo hiperglobalizado de nuestro tiempo.
Nacido en 1931 en Inglaterra, John Le Carre, igualmente reconocido por sus novelas El espÃa que vino del frÃo y El sastre de Panamá -también como esta llevadas al cine- tiene su propio dossier personal, el oficio de agente secreto, en los años de la Guerra FrÃa. En esta su última novela la acción transcurre en Kenia "metáfora del Tercer Mundo", según sus declaraciones, y el blanco de ataque -desde una perspectiva que apunta a desocultar rostros y nombres de la alta sociedad inglesa- son las industrias farmacéuticas que controlan los Ãndices de población y muerte. Variables en un mundo hecho a la medida de las multinacionales y que experimentan con los nativos de distintas comunidades (también en nuestro paÃs esto acontece y no hay mayor control sobre estas amenazas cotidianas) las supuestas "propiedades benéficas" de ciertos fármacos y drogas.
Con la participación del mismo director de fotografÃa de la aplaudida Ciudad de Dios, el profesional mejicano César Charlone, El Jardinero fiel es una propuesta fÃlmica que fue rodada originalmente en los formatos de 35 y 16 mm, pasándose luego a digital para finalmente volver al 35 mm. Y esto sin lugar a dudas es uno de los rasgos estilÃsticos de este film que va modulando sus tonos respecto de ciertas texturas; lo que particularmente permite acentuar un caracterÃstico tono de cine verdad y cine documental. De igual manera, al apelar a diferentes variaciones de luz y cromatismo permite que se quiebre todo rasgo de linealidad.
Si bien el film se apoya sobre la estructura del género, con la presencia de un personaje que tiene algunas analogÃas con un concepto de heroicidad, en situación permanente de riesgo, no obstante es tan fuerte su tono de denuncia que se grita desde un crispado suspenso al que uno, como espectador, finalmente recibe como algo muy esperado en aras de ese develamiento y esa tan necesaria denuncia que escuchamos en una protocolar hora final. Y es que todo este planteo, ya vigente no obstante en algunos exponentes del cine de denuncia, se pueden reformular en este film a partir de cómo su director ha trabajado con los recursos expresivos. En particular, en la manera en que fragmenta y secciona las coordenadas temporales.
Como señalábamos al principio, el film abre una doble direccionalidad. Una desde la vida Ãntimas del protagonista que un dÃa, con cierto asombro, verá llegar a ingresar una mujer (con quien en principio no tiene conexión alguna) a los espacios de su cotidianeidad. Y es desde ella, desde todos los interrogantes que su actitud va provocando, que su conducta, en tanto un diplomático inicialmente reconocido, experimentará un violento giro y empezará a comprender la manera en que ella, Tessa, frente a él Justin Quayle, entiende que el vivir cobra un alto sentido.
Frente a un film como El jardinero fiel, nombre que dibuja pausadamente la silueta de un hombre que hace de las plantas su forma de vida, su primera gran significación; frente a un tÃtulo que igualmente trae el epÃteto del original "constant", uno puede llegar a pensar que el ritmo del film se debe pensar desde la aguda conservación de una mirada detenida. Sin embargo, si bien estos componentes están allÃ, en los primeros momentos del film, será a partir de un trágico hecho que el relato comenzará a plantearse como una fuga; que nos va permitiendo reconocer en los cruces de cada camino las imbricaciones entre una historia de amor que se comienza a resignificar desde otra orilla y el thriller polÃtico; aspectos que están presentes en las novelas de su autor, John Le Carré, y en los films ya realizados sobre las mismas.
CrÃtico demoledor de la administración de Bush y Blair, John Le Carre acusa directamente a los sistemas polÃticos y económicos del Primer Mundo de corromper a paÃses como Africa y otros latinoamericanos del Tercer Mundo. Tras afirmar en una entrevista hecha por el diario El PaÃs de Madrid y reproducida por Página/12 el pasado 15 de noviembre, que las declaraciones de Bush sobre la forma de vida de su pueblo "es una expresión fundamentalista y la idea de que esta forma de vida es exportable" continúa el autor le resultan obscena. El autor de La Casa Rusia afirma: "El jardinero fiel aporta información sobre el terreno en un momento en que nos engañan, nos mienten y pasa la verdad por el centrifugado de la conveniencia polÃtica. En este mundo de noticias virtuales, el documental de ficción nos acerca a la verdad (asà él entiende este film), rellena ese hueco que quedó vacÃo de conocimiento, dada la anomia de la información recibida en la forma en que se nos transmite actualmente".
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