¿Qué harÃa usted si, a los 40, lo único realmente suyo que le quedara en la vida fuese su auto? Este condicional bastante fáctico sintetiza El Taunus verde, contundente novela realista de Pablo Gavazza que utiliza el lenguaje y el imaginario de la ciencia ficción para indagar en las profundidades del alma de un depresivo. Un alma que es más bien muda y plana, como la llanura por donde F. (el protagonista) circula en el auto del tÃtulo. Gavazza logra, en esta segunda novela suya, narrar una tragedia sin el menor dramatismo en la voz. Ésta es a la vez cálida y distanciada, con cierto aire al cine del director francés Claude Lelouch: influencia a la que se alude en forma explÃcita a través de una pelÃcula que parece ser el único lazo que les queda a los dos protagonistas entre sÃ.
A los cuarenta, F. arrastra por inercia lo que pudo construir en su juventud: el departamento y la mensualidad familiar, restos de la carrera de Medicina que jamás terminó, y su noviazgo eterno con la cada vez más distante Gabriela. El entorno inmediato de F. es abordado por el autor con una técnica objetivista, mientras que los lugares imprevistos por donde vaga caprichosamente en sus ausencias, como también los personajes que lo acompañan o con quienes se encuentra en sus extrañas y gratuitas aventuras, le deben mucho más a un costumbrismo pintoresco e incluso al realismo mágico. La novela se vuelve naturalista poco antes del final, y objetivista nuevamente en un final muy Lelouch, escueto y de altÃsima eficacia. La articulación entre géneros y estilos es fluida, sin estridencias y con pasajes expresionistas casi abstractos, de austera densidad poética. Sólo sobra el por fortuna magro prólogo. Asà descrito, suena como el mundo de Roberto Arlt, pero es más y menos que eso.
El diagnóstico del protagonista como depresivo es una conclusión a la que puede (o no) llegar por sà mismo el lector luego de leer el libro; nada en éste es excusa ni explicación ni melodrama. El lenguaje cientÃfico está presente como elemento expresivo, formando parte de la función poética. Y la desesperación de F. es paradójicamente serena. Para su entorno, F. es algo asà como un loco lindo. En su tiempo libre (que es todo su tiempo), F. se obsesiona con unas sencillas fórmulas de Sir Isaac Newton y con una mecánica cuántica básica de divulgación, todo lo cual él cree que le permitirá volver atrás en el tiempo. Con suave ligereza que disimula el trasfondo, la novela alude a la teorÃa del caos, la resonancia y otros restos de discurso cientÃfico vueltos mitos populares. Y, con ambigüedad caracterÃsticamente discreta, juega con la posibilidad de que la fantasÃa de ciencia ficción del protagonista no exista únicamente en su cabeza.
Pablo Gavazza nació en la ciudad de Córdoba en 1957. Es médico, egresado de la Universidad Nacional de Rosario. No por casualidad elige la Facultad de Medicina de esta ciudad y sus zonas aledañas para ambientar la acción de la mayor parte de sus dos novelas publicadas. La primera, Amores eternos. Una momia en Rosario, obtuvo el Primer Premio del Concurso de Novela "Manuel Musto" 1997 y 1998 de la Editorial Municipal de Rosario y UNR Editora, certamen que tuvo como jurado a Angélica Gorodischer, Sergio Delgado y Alberto Giordano. Ahora se le suma esta flamante y rotunda El Taunus verde, publicada por la editorial rosarina Ciudad Gótica. Ambas obras cuentan la historia de un antihéroe que busca algo y no lo encuentra. Ambas juegan libremente con los horizontes de expectativa creados por géneros populares: en la primera, era el policial. En ambas se mezclan el amor, la muerte y el esfuerzo vano por detener la desintegración como una versión crasamente material y positivista de la eternidad. Gavazza participó, junto a Raúl Feroglio y otros, en las revistas alternativas rosarinas Barlovento (fundada en 1982) y La Lombriz (fundada en 1986). En 1989 compuso con Feroglio el musical Hay historia. El propósito de la obra era difundir la historia de la ciudad de Las Parejas, localidad natal de Feroglio.
Uno de los personajes secundarios de El Taunus verde es Capponari, viajante de comercio que vende una pomada de menta (una de ésas para caÃdas y torceduras, que además sirve como fijador y como cera de lustrar) por los pueblos cuya historia también escribe y comercializa, ya que es "un poco escritor". Para Capponari, que fabrica él mismo la pomada a partir de una receta de sus ancestros italianos, todo es un "rebusque". Nada tiene valor y todo tiene precio, incluso la identidad. De los personajes secundarios, él y "la morocha" son los que adquieren mayor espesor más allá de la pincelada costumbrista o del probable autorretrato (para lo segundo, véase la descripción del del médico). Capponari es inofensivo pero a la vez inquietante, casi un doble oscuro del ocioso del Taunus. Y "la morocha" permite el acceso a una epifanÃa carnal.
En la novela se menciona una visita del protagonista a la fábrica Ford. El lector deberá echar mano de sus competencias extraliterarias para reparar en que Ford fabricó también el Falcon verde, infame vehÃculo de la represión durante la última dictadura. Por vÃa de esta clave se subraya cómo El Taunus verde remite a un genocidio mucho más silencioso: la desaparición de los proyectos, la desintegración de los lazos, la incapacidad de acción, la economÃa informal como patética sobreadaptación a una idea omnnÃvora de mercado. La crisis de los cuarenta del protagonista y su caÃda en picada son también la crisis eterna y la caÃda a pique del paÃs. Y Gavazza denuncia todo esto sin un solo gramo de obviedad, sino con la elegancia de una fórmula de Sir Isaac Newton.
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