Liniers es noticia local y de modo dual. Por si no fuera suficiente el estado de ánimo benéfico que sus tiras de prensa promueven dÃa a dÃa, todavÃa mejor es zambullirse en los túneles del Parque de España para disfrutar de la retrospectiva Liniers es MacanudÃsimo, y más aún acercarse al cine El Cairo para ver el documental que lo retrata. "¿Un documental? ¿Sobre mÃ? No es muy interesante mi vida. Dibujo nomás", se queja el autor desde los globitos de diálogo del cartel.
Liniers, el trazo simple de las cosas ha sido filmado por la realizadora Franca González entre Argentina y Canadá, con coproducción del Incaa (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales). "La verdad es que me puse muy contenta cuando supe que la pelÃcula se iba a estrenar en Rosario. Liniers es un tipo muy leÃdo en todas partes, no sólo en Argentina, y si sólo se estrenaba en Buenos Aires me hubiese dado mucha pena. HabÃa mucha gente de Rosario que estaba pidiendo verla. Es una pelÃcula que realmente quiero mucho y que me llevó tres años hacerla", comenta a Rosario/12 la directora.
¿Cómo surge el interés cinematográfico por Liniers?
Surge de un modo casi azaroso, porque a fines de 2006 Liniers y yo ganamos una beca para ir a vivir casi tres meses a la ciudad de Montreal. Fue una beca que daba el Consejo de Artes y Letras de Quebec y la SecretarÃa de Cultura de la Nación para dos artistas de distintas disciplinas, cada uno con su proyecto particular. Con Liniers nos conocimos en la casa de Montreal; una de las condiciones de la beca, justamente, era la de vivir juntos. Asà que llegamos en marzo de 2007 con un frÃo tremendo. Si bien pensé que la primavera harÃa las cosas más sencillas, los 25 o 30 grados bajo cero eran bastante dramáticos, por lo menos para mà que tenÃa que salir a filmar con cámara, micrófono y trÃpode. Era extremadamente duro, mientras que Liniers, viste, estaba ahÃ, calentito, al lado de la ventana, viendo cómo nevaba y haciendo dibujitos desde muy temprano (risas). Él se levantaba alrededor de siete y media de la mañana, y en esa especie de burbuja se la pasaba todo el tiempo creando e inventando cosas. Te dirÃa que los primeros tiempos para mà todo era muy difÃcil. Hasta que en un momento pensé en lo excepcional que era disponer de la posibilidad de tener al protagonista de un posible documental si bien todavÃa no lo pensaba como tal conviviendo con uno mismo. En un documental el tema de la intimidad es algo bastante difÃcil de conseguir, y lo que comenzó como un juego terminó como una propuesta de filmar esa misma vida cotidiana, donde cada uno hacÃa lo que le gustaba. Cuando terminó la beca, Liniers y su mujer se quedaron seis o siete meses más en Montreal, mientras que yo volvà a Buenos Aires. Ahà fue donde realmente empecé a empaparme mucho más de sus trabajos, de su obra, y se me ocurrió hacer una especie de contracara respecto de Montreal. La pregunta era: ¿qué iba a pasar al regreso, luego de que dos personas que por una cuestión externa tuvieron que vivir juntas y habÃan llegado a ser amigos? HabÃa que ver qué sucedÃa en Buenos Aires, donde Liniers es un tipo conocido, con una perspectiva de vida absolutamente distinta de la que yo le habÃa conocido. Él volvió sabiendo que iba a ser papá en unos meses, asà que la idea fue justamente plantearle a su retorno la realización del documental con todo este material. Lo más trágico de todo fue que el señor dijo que no, que no querÃa, que no le interesaba, que no le gustaba mostrar nada de su vida privada, ni de cómo hacÃa su trabajo, ni que tampoco la gente lo conociera ni siquiera a nivel fÃsico. Asà que el documental parte de ese fracaso inicial, para luego ver de qué manera poder hacer una pelÃcula sobre él pero sin él, o utilizando otros métodos de producción para que lo terminara aceptando. Fue un proceso larguÃsimo. De algún modo, la pelÃcula es un retrato subjetivo, pero atravesado por este vÃnculo que nace de un modo bastante extraño.
¿Y cómo es el personaje Liniers, el que tu propia pelÃcula dibuja?
Creo que es un personaje que transmite, sobre todas las cosas, su alma. Es más fácil asirlo a Liniers a través de su obra que cuando hace de sà mismo, que a través de su representación de sÃ. Creo que, además de ser una persona absolutamente talentosa y creativa en lo suyo, es muy inteligente. Esa posibilidad que tiene, tan maravillosa, de poner en dibujitos la vida cotidiana. Yo, a su vez, terminé siendo también personaje en una de sus historietas; fue un juego de retroalimentación muy interesante. Por ejemplo en Canadá, sin saberlo, a veces las cosas que nos impactaban del mundo exterior eran las mismas, y cada cual lo traducÃa a su lenguaje, a su modo. Creo que esas miradas cruzadas son las que quedan también en la pelÃcula.
¿En qué consiste Inviernos, tu próximo film?
Estoy en la etapa de investigación. El tÃtulo es en plural porque remite a la búsqueda de personajes que sobreviven al invierno, pero en dos pueblitos extremos del continente americano. Uno bien en el norte de Quebec y otro en el sur de Argentina, en el corazón de Tierra del fuego, el pueblo se llama Alrededores de Tolhuin. Es una correalización con una directora de cine documental canadiense, Carole Laganière. Vamos a tratar de cruzar las miradas de los personajes y sus vÃnculos con el lugar donde les toca vivir. En el norte de Quebec la gente tiene una cultura del invierno con una identidad muy propia. Hay gente que tiene antepasados de doscientos o trescientos años de vida en ese lugar, que saben cómo sobrellevar. En el caso de Tierra del Fuego la mayor parte de la gente que está ahà vino de afuera, sea por una necesidad económica o por un cambio de vida profundo; tienen que apropiarse de un territorio diferente y no saben demasiado bien cómo enfrentarlo. Es muy interesante observar que tenemos tantas cosas en común; es sorprendente cómo, sin querer, te encontrás con identidades y culturas que se tocan por tantas partes.
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