MartÃn Prieto (Rosario, 1961) reunió, en las cuatro secciones que componen su libro Los temas de peso (Vox Ediciones), poemas nuevos y otros incluidos en publicaciones anteriores, como la página de fin de año 1999 del suplemento "Grandes LÃneas" (tal el extenso poema en prosa "La canción del barrio" que constituye la primera parte del libro) o Baja presión (2004), publicado también por Vox. Prieto es profesor de Literatura Argentina en la Escuela de Letras de la Universidad Nacional de Rosario y director del Centro Cultural Parque de España. Perteneció al staff de Diario de PoesÃa y --la historia dirá si además-- al canon de la poesÃa neo objetivista.
Dirigió además el suplemento cultural "Grandes LÃneas", del diario El Ciudadano y la Región, en la primera época del diario, cuando su editor era Pedro Cantini. Esto fue entre los años 1998 y 2000; luego del cierre del suplemento, ambos migraron a la Editorial Municipal (Cantini como director, Prieto como asesor). En todo ese perÃodo escribió Prieto parte de los poemas reunidos en este libro. Algunos refieren a esas actividades ("Otra vez el jefe y yo en la estimulante rutina/ de producir un libro nuevo. El escritorio lleno de carpetas..."), asà como en "La fragancia de una planta de maÃz" (publicado en 1998) el poeta narraba un dÃa en su vida como profesor de literatura. El spleen y el tedio, emociones básicas en sus libros anteriores, se aligeran en este hasta un clima de amable levedad.
El tÃtulo del libro, Los temas de peso, es una ironÃa. "Después de varios años dedicados a la minucia,/ al enfermante relevamiento de los detalles/ decidà abocarme a los temas de peso:/ el amor, la polÃtica, la trascendencia, la gloria", escribe Prieto en el poema que da tÃtulo al libro, y el libro desmiente en cada página este supuesto programa. Se trata precisamente de un libro hecho de minucias, detalles intrascendentes que no tienen ningún "peso" de por sÃ, pero que al acumularse configuran un ejemplo perfecto de esa categorÃa que define el estilo hegemónico en poesÃa argentina en las dos últimas décadas y a la que alguna vez alguien, en una discusión veraniega al pie del blog de Alejandro Méndez, Las Elecciones Afectivas (fuente en absoluto académica, aunque no por eso menos autorizada), llamó "lo sublime banal".
Incluso cuando aborda temas realmente "de peso", como la desaparición de Alberto Pisani en 10 de marzo de 1977, Prieto lo hace desde los rastros mÃnimos: "me dijeron, de él, un mediodÃa: faltan mochila, ropa, documentos, navaja/ y una libreta desastrosa, llena de tres. Volvió,/ como dijo la policÃa que iba a suceder, pero eso les dirÃan a todos...". La función de la acumulación de detalles triviales en la poesÃa de MartÃn Prieto es la construcción de una atmósfera de sinsentido. Si en obras anteriores del autor todavÃa podÃa atribuirse, a ese clima, cierta añoranza del sentido, en estos poemas del verano y de la edad mediana, en cambio, se respira alivio, un suave humor y hasta una módica versión de la felicidad en la levedad resultante del adelgazamiento de las capas de significación que portarÃan los signos: tal serÃa, en el universo de la poesÃa de Prieto, el principal trabajo del poeta ante la realidad representada. Su coartada, por asà decirlo, es el trabajo con la forma. Lo que aporta coherencia a la masa desjerarquizada de referencias a datos sensoriales que configura este universo, es el ritmo, la precisión del corte de verso que aproxima los poemas al criterio estético formalista del arte abstracto. No por nada la tapa del libro es una pintura abstracta de Daniel Scheimberg.
El amor, el primer tema de peso de la lista, aparece en "Diario de un enamorado" como un desencuentro caprichoso, donde el rasgo reconocible de la amada es algo tan irrelevante como el estilo de sus notas periodÃsticas: "Busqué tu prosa turbulenta, tu ansiedad/ por decir todo en las primeras quince lÃneas". Mientras espera una señal, el enamorado hace cosas triviales. "Puse a calentar agua/ para cocinar arroz./ Prendà la radio". Ella nunca aparece ni llama y al fin, sin haber hecho el menor esfuerzo por alcanzarla, él renuncia a la espera. "Te preguntarás por qué no te llamo./ Ojalá todavÃa te lo preguntes". Estas tácticas difÃcilmente lleven al éxito, pero eso no parece importar: "Es no ganar, no ganar nunca,/ morirse sin haber ganado,/ dejarle los números a los nietos/ anotados en un papelito/ y que los nietos no ganen tampoco".
El poema se refiere en particular a la loterÃa, emblema del azar; el azar rige esta autobiografÃa ficticia, y el ritmo del verso libre regula esta épica de la nada.
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