"Se siente algo culpable/ quizás un poco traidor/ del deseo irresistible/ de querer hacerse cantor". En clave de payada, Jorge Migoya se satiriza para darle marco al reciente Aquà me pongo a cantar (BlueArt Records), el disco donde sostiene su amplitud estética y musical, pero estrena su faceta como cantautor. Y si bien el formato es el de la canción, las numerosas sendas por las que transitan las composiciones de Migoya se mezclan para darle color y matices a las trece obras en las que el músico rosarino expone su condición de cantante.
Radicado en Francia desde 1978, Migoya llegó a este nuevo proyecto como respuesta a la necesidad de seguir abriendo caminos, según comenta en su diálogo con Rosario/12: "Me parece que todo artista tiene una trayectoria y yo hace años que venÃa haciendo música instrumental. Pero tuve también la experiencia de componer para teatro, inclusive me ha tocado cantar allÃ, y la gente cada vez que venÃa a ver un espectáculo me preguntaba por qué no cantaba más. Entonces me planteé el problema que en un momento dado me tenÃa que plantear, porque siempre he hecho música muy diversa, diferente, hice jazz, rock, música clásica, música contemporánea, pero el único estilo que nunca abordé es la canción propiamente dicha".
Aunque, según él mismo admite, existió también "otra razón menos diplomática". "Estaba un poco cansado de escuchar en las radios de Francia una igualdad musical, donde todos hacen más o menos lo mismo --apunta--. Entonces decidà intentar hacer algo yo, en lugar de criticar decidà hacer, y después que me critiquen a mÃ. Peor a lo que estaba escuchando no podÃa ser, y éso fue una de las motivaciones".
Decidido a incursionar en ese terreno, Migoya fue sorteando diversos desafÃos: "Es interesante la canción, es totalmente diferente a un tema instrumental donde se puede desarrollar una idea. Me gustaba el desafÃo de decir todo en tres minutos. Lo que yo hago no es comercial, pero decidà intentar hacer algo que pueda escucharse en la radio. Al menos como experiencia".
Para el multiinstrumentista (capacidad que deja en claro en Aquà me pongo a cantar, donde interpreta casi la totalidad de los instrumentos), el mayor grado de experimentación tuvo que ver justamente con el costado lÃrico de sus obras. "Yo era incapaz de meter una frase atrás de otra, pero me largué a escribir --explica--. No fue fácil, porque no es mi costumbre, y no soy un poeta, pero estoy contento de haber escrito. Básicamente lo que hice fue partir de la música. Las canciones me permitieron hacer una música que no sé bien lo que es (y es mi problema, porque no sé definirme), pero los temas siempre eran musicales y después traté de ponerles la letra. Eso fue una dificultad mayor, porque tenÃa que meter la frase en la música".
En ese sentido, las de Aquà me pongo a cantar son canciones que terminan esquivando la simpleza. AsÃ, las sucesivas escuchas permiten descubrir las sutilezas del compositor que decidió poner su voz en un lugar de riesgo, exponiéndola por sobre la instrumentación. "Cantar no es mi faceta más conocida --reconoce--. De hecho, la voz era algo que no me preocupaba. Cuando veo a cantantes de ópera, cuando trabajo con ellos, veo que siempre están cuidándose con un echarpe. Pero te das cuenta que la voz es un instrumento muy frágil, que es difÃcil cuidarlo porque es lo primero que se golpea. Y yo no soy cantante, pero me divirtió hacer ésto y ahora tengo que asumirlo".
Por lo pronto, la necesidad de presentar en vivo su nuevo trabajo implicó la conformación de un grupo de artistas que han consolidado sus trayectorias en diversos terrenos. Allà estarán entonces Omar Pogonza (baterÃa), Luis Suárez (flauta y saxo alto), Mariano Suárez (trompeta y flugelhorn), Charly Pagura (bajo), Silvina Gandini (teclados y voz) y Anabelle de Courson (bandoneón y voz), responsables de interpretar aquello que Migoya ideó casi en soledad. Y que, ahora, reformuló para el grupo: "Tuve que escribir todo lo que habÃa hecho. Porque el disco lo grabé solo, me divertà mucho, pero hice todo de oreja. Ahora para la presentación tuve que escribir todo éso, pero además no me aguanté y entonces hice más arreglos, arreglé para caños, para voces. El concierto va a ser la base del disco, pero totalmente arreglado. No pude impedirme continuar escribiendo cosas. Silvina y Anabelle son más que coristas, porque hay un trabajo de voces, arreglos de voces y caños que suenan al mismo tiempo. Es un trabajo que me gustó hacer. No me conformé con transcribir solamente lo del disco, sino que agregué cosas".
Con sus jóvenes canciones y flamantes arreglos, Migoya subirá hoy al escenario del Centro Cultural Bernardino Rivadavia, donde a partir de las 21 ofrecerá un concierto gratuito junto a sus compañeros, ésos que le permiten darle vuelo a la amplitud musical que lo caracteriza, según concluye el rosarino: "Mi idea es reunir gente de distinto ámbitos, que tocan distintas músicas, que vienen de mundos diferentes, y que yo sea una especie de catalizador. Eso me interesa, aporta cosas a la música. Realmente no puedo componer dentro de un único estilo. Quise hacerlo en este nuevo disco, pero no puedo. TendrÃa que torturarme a mà mismo para hacer un único estilo. Sé que para otros no es asÃ, hay grupos o cantantes que hacen el mismo disco con letras y musiquitas diferentes, pero los tipos no se mueven. Hacen una caricatura de sà mismos. No estoy de acuerdo con éso. Soy un músico de alma, estoy enamorado de la música, y me parece que hay otra manera de exprimirla. No me gusta encasillarme, ése no es mi mundo".
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