"Qué se puede hacer salvo ver" y los paréntesis siguientes proponen "(pelÃculas)". La acepción final de la oración dependerá del ánimo lector, de la sensibilidad de oÃdo, o del ojo que mira. Entre música, palabras y pelÃculas, todo un mundo donde perderse, permanecer y dejarse llevar. "No sólo fue disfrutable componerlo, sino también todo el proceso de grabación; con los músicos se armó un combo alucinante", dice la artista rosarina Sandra Corizzo a Rosario/12, en el marco de un nuevo álbum que combina, entre muchos más nombres, colaboraciones musicales de Virginia Morelli, Claudio Cardone y Salvador Trapani, bajo la coordinación técnica de Ariel Migliorelli.
¿Desde qué lugares llegaste al disco?
TenÃa ganas de hacer un disco en estudio, pero no sentà que Mi jardÃn (2008) debÃa serlo. Me parecÃa que el criterio estético de aquel disco era el ser espontáneo, por eso fue grabado en vivo, con las versiones que me parecÃan haber descollado más. Cuando comencé a observar qué cosas habÃa en Mi jardÃn saqué varios tips, y uno de ellos tenÃa que ver con que tenÃa muchas cosas relacionadas con el cine. Pensé entonces en hacer un disco con canciones de pelÃculas, y empecé a anotar libremente qué canciones podÃan ser. Aunque también empecé a pensar en componer, hasta que el proyecto finalmente se transformó en canciones inspiradas en pelÃculas. Algo que en principio parecÃa tan directo, empezó a disparar flechas para otros lados, sobre todo en relación con mi momento personal. La composición se dio a partir de la observación de cosas que miraba en la tele o con pelÃculas que recordaba o preferÃa. Todo empezó a vincularse entre sÃ, sin que me diera cuenta. Pensé en llamar al álbum PelÃculas pero, por supuesto, ya estaba el álbum de La máquina de hacer pájaros. Inicialmente pensé en la canción "Qué se puede hacer salvo ver pelÃculas" como un tema a incluir, pero no me sentÃa conforme con una versión mÃa, asà que terminé por utilizarlo como tÃtulo. Por un lado, porque esa canción tiene un llamado a la etapa del proceso militar, que fue muy doloroso para el paÃs, y a su vez porque encontré -y me doy cuenta ahora- un paralelo con el proceso personal por el que yo estaba atravesando; entonces, y a través del cine, terminé yendo desde lo general a lo particular. Ahà comenzaron a aparecer pelÃculas que jamás hubiera elegido como preferidas: Novia fugitiva, por ejemplo, la vi entera el otro dÃa.
Pensaba en el criterio de selección, son pelÃculas muy recientes.
¡De cable!
También eclécticas.
Es que yo también lo soy, por eso me gustó esa idea. Aparecen esas pelÃculas, pero también Las alas del deseo, que sà es una de mis preferidas, asà como Antes del amanecer y Antes del atardecer, o El dÃa de la marmota. Sexto sentido, por ejemplo, la vi en el cine hace un millón de años, pero lo que me gustaba y siempre asocié, era la idea del tipo que se entera de que está muerto luego de que se pasa toda la pelÃcula proyectando su mambo en el pibito. Todas las canciones son una excusa para hablar de mà o de un universo personal, de un "mundo según Wayne".
Es algo que se nota desde el mismo diseño de tapa.
Claro, porque hablé un montón con Pablo Bernasconi, que es un capo del diseño y la ilustración, y le dije que se trataba de un mundo pequeño, como si fuera un ojo en sà mismo, que está lleno de informaciones, de data. Pablo pudo hacerlo, ¡es un genio!
La misma idea también está presente en el videoclip de "De pelÃcula" (de Gonzalo Rimoldi y Melisa Lovera).
SÃ, sobre todo con las islitas y la soledad.
¡Y a partir de la pelÃcula La llamada!
Bueno, a esa también creo que no la vi entera, pero la canción es una reflexión sobre las pelÃculas de terror, o sobre el terror; en realidad estoy hablando de la familia, de la humanidad, de esto de trasladar de generación en generación dolores. Si bien desde un lugar muy irónico, no estoy hablando de algo gracioso. Ese tema es terrible, y tiene una melodÃa muy alegre.
Hay un contrapunto en ese sentido.
Está hecho a propósito, con intención. También está cantado aniñadamente, para que genere más miedo, como pasa en las pelÃculas de terror cuando escuchás a una nenita que canta "la, la, la...".
Como en la canción de cuna de El bebé de Rosemary.
¡Claro! Hasta el dÃa de hoy es algo que me pone mal, porque está muy bien hecho. Yo pretendÃa ironÃa, y por eso la compuse como una sonatina, es por eso que ahà tocó (Guillermo) Vadalá, porque me pareció que era el único bajista que podÃa hacer una lÃnea tipo Bach con el bajo. La nena termina diciendo "murió y con su suerte se llevó... la mÃa".
Uno recuerda pelÃculas desde un montaje propio, y la pelÃcula que resulta no tiene por qué tener que ver con "aislarse".
Lo que terminan por demostrar las canciones es que por más que quieras cortarla en determinado momento y no pensar más, es imposible, y eso es un elogio al cine, porque no hay forma de que sea pasatista. El cine te lleva para adentro por más que quieras ponerlo afuera, no podés evitar sentirte atraÃdo por escenas que te llaman, y esas escenas están adentro tuyo, o por lo menos es lo que creo yo. A mà King Kong me pasó desapercibida, pero justo la escena donde ella se despierta y se da cuenta de que haciendo gracia se puede comunicar con el mono me gustó. Podés ver lo que te están mostrando o también una metáfora de cosas, me parece que eso es algo constante y que tiene que ver con la manera de percibir el mundo. No pasa sólo al mirar cine, sino ante todo lo que te rodea, la música entra por ese lugar, porque es un canal de expresión; en realidad, uno podrÃa hacer un tema con cualquier cosa, lo importante es percibir.
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