El miércoles, el estreno de la pelÃcula Peter Capusotto y sus 3 dimensiones, de Pedro Saborido y Diego Capusotto, fue la excusa para que Rosario/12 dialogara con el actor sobre tres personajes que interpreta en la pelÃcula y en el programa Peter Capusotto y sus videos. "Violencia Rivas desmitifica el supuesto relato único masculino", reflexionó Diego Capusotto. "Inclusive, muchas veces, será porque la hacemos nosotros que somos hombres, tomando hasta posiciones casi masculinas. Asà como el hombre coloca todo en un objeto y puede decir y hacer referencia genital a 'Agarrame ésssta', la misma mina dice lo mismo tomando esa especie de rictus masculino, se lo apropia y desconcierta al mundo masculino que no esperaba eso de una mujer".
Rompe con las expectativas. En eso es punk.
¡Claro!
Ahà estás rescatando el punk como habilitador de esa situación.
Lo que pasa es que nosotros lo ponemos en un lugar inverosÃmil porque la época no hubiese permitido una mujer asà y que esa mujer además tenga la posibilidad de tener una aparición pública. Esa mujer hubiese sido casi prendida fuego medievalmente. En el imaginario y en lo ficcional nosotros vemos esta cosa de que todo es posible.
¿Bombita RodrÃguez también es un imposible realizado en la ficción?
- Bombita RodrÃguez toca otro tema que es mucho más complejo. Bombita ha resultado de una mirada polÃtica de todo eso que fueron los '70, de la posibilidad de transformación, de la tragedia en la que devino eso. Es una lectura posible, aún desde la ficción y aún utilizando el humor, de un momento trágico de la historia argentina. Que fue esperanzador y que terminó trágicamente, a eso me refiero. Y cada uno toma de Bombita lo suyo. También Bombita termina, si se quiere desde la ficción y desde la supuesta parodia, realzando un momento de la militancia polÃtica en la Argentina. A lo mejor porque tiene una relación con lo que sà hoy sucede, que hay más presencia en la militancia, a diferencia de hace 10 ó 15 años, de sectores jóvenes.
Se lo recibe muy distinto según se haya vivido o no los setenta.
Pero hay gente que vivió los setenta que puede tener de esa época, en Bombita, una mirada humorÃstica, no sé cómo llamarlo porque yo no vivà esa época, porque también fue una época de mucha persecución, de mucha sangre, de muchos muertos...
Pero también era una época muy parecida a lo que muestra Bombita. ExistÃa la chica o el muchacho que escuchaba música pop y militaba.
Además no hay una ficción de ese momento, no hay un invento de ese momento sino que hay cosas que sabemos con Pedro que sà ocurrieron y que las podemos hilar en este formato de ficción y que hasta a veces han generado una especie de debate: cómo ver la realidad desde otro lugar pero sin perder la capacidad de debate sobre lo que ocurrió. Independientemente de que eso sale porque a nosotros nos parece inverosÃmil: el caso de Palito Ortega que cante canciones de la resistencia o de organizaciones polÃticas revolucionarias de los años setenta, también a partir de ahà comenzamos a hacer una construcción de lo que nos pasó a nosotros, teniendo doce o trece años, como volver hoy con cincuenta años de alguna manera a ver nuestra propia mirada, y después de todo lo que pasó en el paÃs, colocarla ahà en Bombita y en esas situaciones ficcionales por las que atraviesa el personaje. Dado lo que pasó históricamente, probablemente Bombita tenga un peso que exceda su lugar de ficción o su lugar de personaje dentro de un programa cómico. Por lo que toca, por lo que roza, por lo que se construye polÃticamente o por lo que se ha destruido polÃticamente también.
Se lo puede leer como un sÃmbolo, hasta de cierta inocencia.
También, porque hay algo en la polÃtica que es la intencionalidad de un mundo mejor y después la imposibilidad de llevar a cabo algo transformador socialmente, que tiene esa complejidad entre el querer hacer y el poder hacer y lo que se te coloca enfrente para que eso no sea posible. Todo eso después termina derivando en una tragedia, como terminó pasando. Y lo que es peor, con unos asesinos imponiendo orden.
Ese orden es después el que representa Miki.
Es "el orden al que hay que volver", dirÃa Miki Vainilla. O lo que desprende Miki Vainilla es éso.
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