La hora indicada, las luces apagan, la pantalla se ilumina, y la máquina del tiempo comienza. Vida como primer eslabón, más voz de Nito Mestre y sucesión de tapas de tantos vinilos posteriores. Asà también con La máquina de hacer pájaros, Seru Giran, y todo lo que haya tenido como alma a Charly GarcÃa.
Entonces, cuando aparece su figura, con un séquito de diez enfermeros devenidos Prostitution, para situarse tras el piano, con un contraluz que lo beatifica, los recuerdos se disparan. Este cronista viaja internamente y evoca la primera de las veces en que pudo ver un recital suyo. Con ocho años y en Santiago del Estero. 1983. Muchos cassettes compilados de Sui Géneris (de esos que habÃa por montones en disquerÃas), uno que se llamaba Lo más de Seru Giran (el de las cuatro fotos, ¿tapa violeta?), algún vinilo, daban vuelta por la cabeza de este niño. El escenario era un estadio de básquet pleno de sillas plásticas. Más de dos horas de recital --con esa banda insuperable que GarcÃa tuvo, más Fito en teclados y de espaldas al público, rostro que este niño reconocÃa por la foto blanca y negra en Tiempos difÃciles- y la gente que no bailaba, apenas se paraban y aplaudÃan. GarcÃa decÃa, con manos colgantes -que algún anestesiado de cerebro no tardó en entender como "mariconas"-: "Bailen, loco, bailen. Yo soy como Cristo, me sacrifico por ustedes", y adoptaba rictus de cruz. Pero la gente no bailaba. A Clics Modernos se lo acusaba de "comercial", se enterarÃa este niño después. También de que la gente no acostumbraba a bailar demasiado en tiempos de dictadura. "Ahora hay que bailar", repetÃa Charly GarcÃa.
Del flashback al presente. Apenas iniciado el recital y tanto es lo que se cifra. Apenas segundos y los recuerdos embriagan. Cada partÃcipe del espectáculo del viernes, seguramente, con historias que contar. Entre tantos recitales, grupos, discos, canciones, anécdotas, GarcÃa es lo que cada uno elige de él y, a través de él, elegir cómo contarse a sà mismos. Como un espejo de Alicia y en el que se llora. De "guerrillero suigéneris" (¿oxÃmoron?) a vicio inoculado. Con ausencias presentes y queridas: "mi amigo se fue, pero la canción sigue", dice antes de Rezo por vos, con fotografÃas de amistad con Spinetta.
GarcÃa está más flaco y más gordo. Se le cae el pantalón al caminar y tiene panza redonda. Camina como pantomima en cámara lenta. Y la banda suena perfecto. Diez prostitutos que nunca pedirÃan algo semejante a Santa Cecilia. A quien honran y tributan a través de viola, violÃn, chelo (Alejandro Terán, Christine Brebes, Julián Gándara), bajo, baterÃa, guitarra (Carlos González, Toño Silva Peña, Kiuge Hayashida), teclados y primera guitarra (Fabián Von Quintiero, Carlos GarcÃa López), acompañamiento vocal (Rosario Ortega), percusión y bandoneón (Fernando Samalea).
La formación es ordenada, etiquetada en guardapolvos/pilotos/uniformes, con Von Quintiero alto y en el medio, batero y percusiones varias a la derecha, GarcÃa a la izquierda --con mano vocal de Ortega a su lado-, guitarras y bajo en el centro. Y Samalea que es un show en sà mismo, parecido como es al Profesor Locovitch, dando golpes rÃtmicos a cabeza y caderas de maniquÃes blancos.
Hubo intermedio cinéfilo, nada raro en GarcÃa, su música, sus shows. El invitado fue Un perro andaluz (1929) de Luis Buñuel y DalÃ, con fragmentos de letras del músico desde el off de Graciela Borges. El momento del corte de ojo fue esperado con impaciencia por el cronista. El resultado: aseverar que la impresión del público sigue intacta. También hubo espacio para El dÃa que paralizaron la Tierra (1951), de Robert Wise, a través de la voz alegórica de Juan Alberto BadÃa. Platos voladores, la energÃa que se detiene, el planeta al borde de su cataclismo inconsciente, pero la música con la capacidad de salvar todo. AsÃ: El dÃa que apagaron la luz. O la voz lugosiana de un GarcÃa que, mÃmica Ed Wood mediante, amenazaba con "Pull the strings!".
Se ha elegido no decir nada, o apenas, de las canciones oÃdas. Pero es un dato consabido. Por ejemplo, quien esto escribe tuvo acceso rápido a la lista de temas. Mejor fue no leerla y guardarla. Esperar la sorpresa para saber, luego, que no necesariamente se respetó el ordenamiento pautado. El repertorio de Charly GarcÃa habla por sà mismo. Cualquiera de sus canciones es un paseo, una espera deseada. Caracterizada durante este recital por la variación temporal, por la convivencia sin cronologÃa entre canciones de Rock&Roll Yo, Yendo de la cama al living y Sui Géneris.
Entonces, ¿qué más decir? Que fue una fiesta de amistad y de cariño. La música sonó muy bella y Santa Cecilia seguro está contenta. Tras dos horas y media, Charly GarcÃa se despide del público y dice "Gracias". Luego agrega: "¡Gracias a la música!"
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.