NORDESTE (Francia-Bélgica-Argentina, 2005) 8 (ocho)
Dirección: Juan Solanas
Guión: Eduardo Berti y Juan Solanas
FotografÃa: Félix Monti.
Música: Eduardo Makaroff, Dino Saluzzi.
Intérpretes: Carole Bouquet, Aymará Rovera, Ignacio Ramón Jiménez, Mercedes Sampietro, Emilio Bardi.
Duración: 104 minutos.
Sala: Monumental.
Pareciera que el formato elegido por este joven director, radicado en ParÃs, hijo del reconocido y polémico realizador Fernando Solanas, le impusiera a nuestra mirada una idea de un horizonte sin lÃmites, donde el gran protagonista es el silencio. Un silencio que desoculta un estado de resignada miseria y en donde sólo algunos pueden llegar a sobrevivir. Desde una mirada de otro, de un extranjero, uno de los entrecruzados puntos cardinales, va asomando a partir de una búsqueda que se interna en un golpeante nudo gordiano que deja ver, de manera entreabierta, otro de los flagelos que asolan esta latitud, siempre al sur del RÃo Grande.
Con un tiempo que recupera el propio devenir de lo temporal, en un espacio que acusa las profundas marcas del accionar caudillista, que identifica todo un gran sector con sus jefes y herederos, de este paÃs, el nuestro, el film de Juan Solanas deja fluir una incontenible y progresiva tristeza que vuelve amenaza cualquier situación, Ãnfima, de respiro. A cielo abierto, y en una intención que rompe los lÃmites de la pantalla, Nordeste va instalando un sentimiento de ausencia, de lánguida espera, de lo inminente, en el orden de lo trágico.
Tal vez sea Formosa la provincia demarcada, desde un guión que fue escrito entre ParÃs y Buenos Aires, desde la mirada de dos jóvenes guionistas que orillan cuarenta años, en ese intento de recuperar un cine de compromiso social, que pone el acento, fruto de una prolongada investigación, en el tráfico de niños, definidos cada uno de ellos, según se escucha, cruelmente, en el film, medidos y evaluados como piezas de cambio, compraventa "en el mercado".
Aquella actriz de Buñuel en Ese oscuro objeto del deseo, Carole Bouquet una de aquellas mujeres que poblaba la febril imaginación de su personaje, compone a esta ejecutiva francesa que un dÃa decide viajar a la Argentina, con miras a iniciar un contacto, fuera de la ley, para adoptar un bebé. Es este deseo el que va llevando a un primer quiebre, por otros intereses, en Buenos Aires Capital y de ahÃ, a partir de otro contacto, al Nordeste. En su andar, ubicada ella en una de las residencias del lugar, se irá cruzando con distintos personajes que la llevarán a tocar la miseria con sus propias manos y a participar de una terrible y cruel historia de amenazas y despojos.
Historia de humillaciones, Nordeste confronta dos mundos diferentes y hace blanco ahà en donde la dignidad humana es atacada, violada por encubrimientos y ambiciones de polÃticos y estancieros. Hay dos historias que se van tejiendo en la mente del espectador y que destilan, silenciosamente, un aroma enrarecido que adopta la forma de una columna de humo negro. Historia de sujetos desposeÃdos, de distintas edades, que deben violentar su propio cuerpo, los caracteres de los personajes nativos de Nordeste se van destruyendo desde una voz, en medio tono, de denuncia y de actitud solidaria.
A diferencia de la retórica que hizo propia y con ese sello la obra de su padre, Juan Solanas elige un tono pudoroso, una atmósfera velada, en la que la historia de aquella mujer extranjera, dominada por un fuerte vacÃo espiritual, exitoso en su carrera, nos va llevando por ese otro territorio que, sólo algunos quieren ver. Segura de sà misma en el primer tramo del film, Helene tratará ocasionalmente un pequeño encuentro con el niño MartÃn, quien habita con su joven madre (Aymará Rovera) una destartalada vivienda de gran precariedad, donde ella, esa mujer que sólo a veces es llamada por su nombre propio (antes bien, epÃtetos de desprecio), debe enfrentar, arañando los lÃmites, sus obstáculos minuto a minuto.
Ajeno a toda mirada que explote la visceralidad de un conflicto, Juan Solanas se adueña de un concepto de narración que subraya los tiempos sin acciones, y en cambio elige recortar su encuadre en miradas, gestos, caminatas, relación que se explicita en esa manera de componer cada plano. Vuelvo a uno de los puntos iniciales. Cómo cierto pasaje, escenario turÃstico, desde la mirada desde un recién llegado permite entrever un juego de simulacros y traiciones, de revelaciones de un orden comandado por un nepotismo social y económico, por un negocio, donde la vida humana no cuenta y se presenta como un escalonamiento de esbirros de turno.
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